Three Friends and an Invention (Dva druga, model i podruga, 1927) de Aleksei Popov

Three Friends and an Invention (Dva druga, model i podruga, 1927), también conocida por el más exacto título de Two Friends, a Model, and a Girlfriend es una encantadora muestra de las magníficas comedias que se realizaron en la era muda del cine soviético, generalmente asociada únicamente a filmes vanguardistas de contenido político, lo cual es una visión tan simplista como pensar que el cine mudo alemán era mayormente expresionista. Los protagonistas de la película que nos ocupa son dos jóvenes trabajadores de una fábrica que diseñan un invento que permite crear cajas de cartón con suma rapidez. Aunque intentan ofrecer la patente al propietario de la fábrica para facilitar el trabajo, éste se muestra en contra de invento. Lejos de desanimarse, nuestros dos héroes se dirigen a la capital para mostrárselo a las autoridades. Les acompañará una muchacha del pueblo de la que ambos están enamorados… pero también les seguirá su enemigo dispuesto a desbaratar sus planes.

El autor de Three Friends and an Invention es un director de teatro llamado Aleksei Popov, que si bien tuvo algunos pocos papeles en el cine en la era zarista, centró la mayor parte de su carrera en el mundo teatral. Con esta película Popov se proponía hacer una comedia ligera con personajes modernos tomando como referencia los filmes humorísticos que venían de fuera, sobre todo los de Buster Keaton. La conexión con Keaton es bastante obvia, no solo porque sus protagonistas son dos hombres resolutivos que se enfrentan a la adversidad y se evita el sentimentalismo que podría provocar el personaje de la chica, sino por el gusto de ambos personajes por los inventos absurdos. Y aquí no icluimos solo la máquina que fabrica cajas, sino por ejemplo el improvisado medio de transporte fluvial que inventan sobre la marcha para viajar hasta la ciudad.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2015 (IV)

Cuando llega ese momento en que uno tiene en la cabeza música de piano de películas mudas al pasear por las calles de Pordenone o darse una ducha (¡sí, eso sucede!), en ese preciso instante es cuando uno se da cuenta de que quizá lleva demasiados días viendo films mudos y de que obviamente Le Giornate del Cinema Muto llega a su fin. Otros síntomas indicativos son agujetas en las piernas de tenerlas encajonadas durante horas en las butacas del Teatro Giuseppe Verdi en el caso de que seas un poco patilargo, o que tu cuerpo se haya acostumbrado finalmente a saltarse horarios de comida, resignado ante la evidencia de que uno prefiere no perderse la conferencia sobre cine soviético o la primera película de la tarde antes que sentarse a recuperar fuerzas en un restaurante.

Es una auténtica pena que le Giornate del Cinema Muto llegue a su fin, pero quizá nuestros cuerpos agradecerán que esta genial cita no se prolongue más de una semana.

carnet caligari

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