Le (mini) Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2020 (II)

Cuando al inicio de cada película de esta edición online del Festival de cine mudo de Pordenone veo una vez más la magnífica animación introductoria de Richard Williams que se proyecta tradicionalmente al inicio de cada sesión vespertina, uno no puede evitar sentir cierta nostalgia al estar viéndola desde el sofá de casa y no en el Teatro Verdi de Pordenone. Pero en honor a la verdad hay que decir que los organizadores han hecho todo lo posible por mantener esa sensación de comunidad que resulta tan característica del festival: Jay Weissberg, director del evento, introduce cada filme con un vídeo grabado en diferentes entornos característicos de Pordenone para hacernos sentir brevemente como si estuviéramos ahí; después de cada emisión hay una discusión online en la que los «asistentes» al festival pueden hacer preguntas vía chat (una reminiscencia de los coloquios que solía haber al mediodía dedicados a los diferentes programas de esa edición), y se han mantenido las presentaciones de libros y las Masterclasses. No es lo mismo, claro, pero se nota que hay un esfuerzo no solo en el contenido y el apartado técnico, sino en intentar recrear un poco la «experiencia» del festival.

3 de Octubre – Una giornata nostálgica

Muy apropiadamente, el primer día del festival estuvo marcado por cierto sentimiento de nostalgia en sus dos sesiones: la nostalgia hacia otros sitios del mundo que hemos conocido en el pasado y que ahora nos parecen tan inaccesibles y la nostalgia hacia la infancia. El primero era una recopilación de cortos documentales de cine primitivo filmados en diferentes países del mundo, que se seleccionó como guiño a estos meses de obligado confinamiento y las restricciones para viajar que ha causado cierta pandemia de la que quizá hayan oído hablar últimamente. Es curioso pensar cómo estos cortometrajes han vuelto a recuperar en este contexto la finalidad inicial para la que fueron concebidos: en aquellos años la mayor parte de la gente no podía permitirse viajar a países lejanos, y estos sencillos cortos documentales constituían su única forma de contacto con otras culturas de las que entonces solo habían visto fotografías. De modo que irónicamente en este año de restricciones estos cortometrajes sobre Nueva York, Cracovia, El Cairo o Brujas suponen un antídoto contra la incapacidad de trasladarnos a muchos de esos sitios.

Leer más »

Piccadilly (1929) de E.A. Dupont

4cb7c0a8430272f1235696259008a966

Pónganse en situación: Londres, años 20. Un club de moda cuya mayor atracción son una pareja de bailarines que actúa cada noche: Mabel y Victor (¿le reconocen? es el actor Cyril Ritchard, que encarnaba al pintor en La Muchacha de Londres de Hitchcock). La película se embriaga del ambiente nocturno, de la animación que se vive en el club, y eso se nota en la dirección tan dinámica y atractiva. Tras la cámara se encuentra el director alemán E.A. Dupont, quien se había hecho un nombre internacionalmente gracias al éxito avasallador de Varieté (1925). Dupont sabía perfectamente lo que el público y la crítica esperaban de él: si el cine alemán se había hecho famoso era por la fama que tenía de ser técnicamente muy superior, de emplear trucos de cámara apabullantes. Por tanto, él ofrece a los espectadores lo que se espera de él, y mientras Mabel y Victor hacen su número, la cámara baila literalmente con ellos, con unos travellings maravillosos que giran por todo el club. ¿No opinan que los travellings resultan doblemente atrayentes en el cine mudo?

Leer más »

Le Giornate del Cine Mudo de Pordenone 2014 (IV): 9, 10 y 11 de octubre

A medida que esto va llegando a su fin, uno piensa en las cosas que echará de menos del festival, y una de ellas es el público. Porque la ventaja de ser un festival que va dirigido a una audiencia muy concreta es que los habituales que nos congregamos en la sala somos todos amantes del cine, y eso se nota en las proyecciones. La gente no solo aplaude al acabar la película sino también al inicio cuando se menciona el nombre del pianistao. Y aunque es cierto que cuando vemos obras tan antiguas siempre encontraremos algunos detalles, frases o gestos tan anticuados que hacen reír por lo desfasados que han quedado, aquí la gente no se ríe siempre a la mínima (como sí sucede por ejemplo en muchas proyecciones de la Filmoteca), buscando con condescendencia burlarse de esos actores que entendían otra forma de interpretación. Del mismo modo que cuando un actor hacía un gesto excesivamente sobreactuado o el guión tomaba un giro demasiado absurdo a veces nos reíamos, también aplaudimos espontáneamente a Colleen Moore cuando hizo una imitación brillantemente cómica o cuando Douglas Fairbanks consiguió tomar el barco de los piratas.

Aparte de ser un marco excelente para conocer muchas películas difíciles de visionar en otros medios, el festival de Pordenone es un sitio ideal para disfrutar del placer del cine mudo rodeado de gente que, como uno mismo, entiende esos códigos y los aprecia. Y antes de que este viejo Doctor se ponga melancólico, demos paso al final de la crónica.

pordenonecartel

Leer más »