La Escuela de Brighton en diez películas esenciales

En este rincón silente se han comentado varias películas de la conocida como Escuela de Brighton, pero creo que sus autores siguen sin ser tan recordados como merecen en la historia del cine y que, por tanto, no les vendría mal un post extra de reconocimiento. De modo que para los que no estén al tanto les ofrecemos aquí este artículo con diez cortometrajes esenciales para entender no solo a estos pioneros sino sobre todo su importancia en las orígenes del cine a nivel universal.

De entrada hay que hacer una aclaración que podrá resultar chocante de entrada, y es que en realidad nunca existió una «Escuela de Brighton» como tal. Esa denominación la utilizaron posteriormente historiadores como Georges Sadoul (que fue quien la popularizó pero no estoy seguro de que fuera el primero en emplearla) para englobar a una serie de cineastas británicos – en realidad dos, lo cual tiene recochineo por el uso tan pomposo del nombre – que destacaron a finales del siglo XIX y principios del XX por sus innovaciones técnicas en algunos de los cortos que realizaron.

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Santa Claus (1898) de George Albert Smith

Amigos lectores, ya se acercan por fin las Navidades. ¿Han hecho ya su carta a los Reyes Magos, Santa Claus o a-quien-quiera-que-le-pidan-regalos? Si me dicen que eso son niñerías les invito a que vean esta prueba indiscutible de la existencia de Santa Claus: el filme Santa Claus (1898) de George Albert Smith.

Como siempre, estos pioneros británicos me maravillan en sus películas primitivas. Pese a que es un corto de un minuto fíjense en estos sencillos pero más que efectivos efectos especiales, que le permiten mostrar en el mismo plano, en un elegante círculo, la llegada de Santa Claus mientras no perdemos de vista el escenario del cuarto de los niños. Un precedente claro de la pantalla partida y de cómo tenían que apañárselas antes de la existencia del montaje paralelo.


Ya me perdonarán, pero vaya árbol de Navidad más espachurrado que les trae, y qué forma tan poco ceremoniosa de dejarlo: tirado en el suelo de cualquier manera. Probablemente esos niños no se habían portado tan bien ese año.

Pero a mí el detalle que más me maravilla es cuando la criada apaga la luz y, para representar el cuarto a oscuras, aparece un telón negro. He vuelto a mirar varias veces el momento en que apaga la lámpara para indagar cómo está hecho el truco – como ya saben uno de los alicientes del cine primitivo es investigar y especular sobre cómo se hacían estos primitivos efectos especiales – y creo que es un simple corte pero tan magníficamente hecho que no se nota apenas. Es decir, la actriz se quedó quieta con la mano en la lámpara, se paró la cámara, se añadió el telón negro frente al decorado, se volvió a grabar y en ese momento ella continuó el gesto. No se me ocurre otra forma como puede haberse hecho. Por supuesto si ustedes tienen otras conjeturas o incluso pruebas de que me equivoco, háganmelo saber.


Con este simpático cortometraje despedimos este 2023 en que hemos celebrado diez años de este rincón silente. Muchas gracias a todos los que siguen entrando aquí en busca de nuevas dosis de cine mudo. Les deseamos unas felices navidades de parte de un servidor, el Doctor Caligari, mi fiel ayudante Cesare y de estos dos simpáticos invitados que parecen estar pasando también unas Navidades muy felices. Ambos seguirán con nosotros el próximo mes de enero para un especial temático que estoy seguro que intuirán fácilmente de qué tratará. ¡Les esperamos de vuelta en unas semanas!

The Launch of H.M.S. Albion (1898) de Robert W. Paul o el dilema del reportero

El H.M.S. Albion era un acorazado destinado a servir en Asia cuya botadura tuvo lugar el 21 de junio de 1898 después de haber sido bautizado por la Duquesa de York, Mary of Teck. Era el barco de guerra más grande que se lanzaba al Támesis. Aquí tienen las imágenes del momento en que fue lanzado al río:

Nada especial, ¿verdad? En realidad las imágenes son engañosas, porque la botadura de dicho navío provocó una enorme desgracia. Como tales eventos eran acontecimientos muy populares, se había congregado mucha gente para presenciar la botadura, más concretamente unas 30.000 personas. En uno de los laterales había una plataforma desde la que unos 200 espectadores se agolparon para presenciar el acontecimiento. Había carteles de «Peligro» por todos lados, pero nadie hizo demasiado caso. Y entonces sucedió: cuando el barco llegó al agua provocó grandes olas, de las cuales una destrozó esa plataforma enviando al río a los que se encontraban situados allá. Murieron al menos 35 personas, la mayoría mujeres y niños. La tragedia de la botadura del H.M.S. Albion se considera como la tercera mayor desgracia que ha sucedido en el río Támesis.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2023 (III)

Créditos de la imagen: Valerio Greco

10 de octubre – ¿Qué tienen en común Harry Piel y Sylvia Plath?

Una las grandes novedades de este año fue el descubrimiento de un legendario documental brasileño: Amazonas, Maior Rio do Mundo (1918) de Silvino Santos, considerado perdido hasta que hace poco se encontró una copia en la República Checa. Aparentemente fue un filme muy popular en su tiempo que se difundió por Europa a menudo en copias ilegales distribuidas por un tipo que afirmaba ser el director de la cinta. La película resulta muy interesante por su valor histórico y etnográfico, si bien yo personalmente eché en falta más imágenes de las tribus de la zona. Años después, el propio Silvino Santos volvería a repetir el mismo tema con No Paiz das Amazonas (1922), su filme más popular.

Volviendo a Europa, nuestra dosis de Ruritania del día vino en forma de un serial francés titulado Titi, Premier Roi des Gosses (1926) de René LePrince, de la cual vimos una versión resumida de apenas hora y media que se montó para el mercado extranjero (el serial completo se cree desaparecido). Llega un punto en que creo que podríamos poner en una bolsa papelitos con una serie de situaciones «ruritanas» estándar y, sacando tres papeles al azar, podríamos armar un guion estilo Ruritania en poco tiempo: matrimonios de conveniencia, reyes con dobles o hermanos gemelos, revoluciones,  un romance entre un atractivo extranjero y una princesa, un heredero desaparecido que aparece de repente… Y en ese sentido, Titi, Premier Roi des Gosses ofrece de entrada una combinación estándar: una pequeña princesa es la heredera al trono, pero su malvado tío consigue provocar una revolución en que convence al pueblo de que la solución a su pobreza no es, como sería lógico, una república, sino darle el trono a él. De modo que la princesa y su madre se exilian en Francia. Allí la madre es asesinada y Titi acaba entre varias situaciones conflictivas conociendo a un entrañable niño vagabundo, Titi, que se encariña de ella y decide ayudarla.

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The Runaway Match (1903) de Alf Collins

 

Aunque Reino Unido no es uno de los países que nos suela venir a la mente a la hora de pensar en cine mudo, lo cierto es que en estos años cuenta con algunos de los cortometrajes más llamativos y avanzados en los orígenes del medio. The Runaway Match (1903) – que también es conocida por otros varios títulos como Marriage by Motor o Elopement à la Mode – es una de las obras que más destacadas de uno de esos grandes pioneros, Alf Collins. El motivo es que contiene la que se considera la primera persecución automovilística de la historia del cine, ahí es nada.

El mínimo argumento nos muestra a una chica huyendo de la casa de sus padres para casarse con un jovencito que, suponemos, no tiene la aprobación paterna. El padre les descubre y va tras ellos en un segundo coche pilotado por su chófer, pero una avería les deja atrás. Cuando finalmente les da alcance, la pareja ya se ha casado, pero la hija consigue reconciliar a su padre con su joven marido y todo acaba bien.

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Especial décimo aniversario: las 100 películas mudas favoritas del Dr. Caligari

Continuando con la celebración del décimo aniversario que ya iniciamos la semana pasada, el Doctor Caligari ha decidido ofrecer a sus lectores otro post de índole más personal. Si hace tiempo para conmemorar su quinto aniversario este Doctor listó sus 50 películas mudas favoritas, tenía sentido pues para que para el décimo aniversario compartiera sus 100 películas mudas favoritas.

Dicho listado no es una mera ampliación del que creó hace 50 años, sino una actualización. Eso quiere decir que los 50 primeros filmes de la lista no son necesariamente los mismos ni en exactamente el mismo orden, ya que esta lista se ha elaborado de cero sin tomar la otra como referencia (lo cual no quita que no haya habido grandes cambios significativos entre ambas). A partir de esto, solo dos puntualizaciones:

  • Ésta es una lista de películas favoritas a nivel personal. No pretende ser un listado que represente las obras más importantes o representativas de la era muda, ni que abarque los principales cineastas, movimientos o tendencias de la época.
  • En este caso, a diferencia del anterior listado, no he puesto límite al número de películas que podía haber de un mismo director. Solo una condición: he incluido únicamente largometrajes (es decir, a partir de unos 40 minutos), ya que si incluía cortos se me complicaba demasiado la cosa. Eso ha implicado dejar fuera el cine de los primeros años, espero que sepan disculparme por ello.

Y sin más dilación aquí va la lista, espero que la disfruten y la encuentren entretenida.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2022 (IV)

Crédito: Valerio Greco

6 de octubre – El cóctel de Mabel

Hablando con algunos viejos conocidos del festival oí algunos quejas de que este año teníamos sobredosis de melodramas, y aunque ese género siempre ha estado muy presente en Pordenone es cierto que el ciclo Norma Talmadge está haciendo que haya una sensación de sobreabundancia. En el caso de The Sign on the Door (1921) al principio tuve esa impresión, aun cuando la dirección corría a cargo de un director tan eficiente como Herbert Brenon, clásico nombre respetadísimo en su época y hoy día olvidado por el paso del tiempo. Talmadge es una jovencita que se deja engañar por un bribón, quien intenta seducirla (esto es, violarla, pero dicho de forma más refinada) llevándola engañada a un local de mala muerte. Consigue escapar y años después está casada con un hombre adinerado que tiene una hija veinteañera de su anterior matrimonio. Aparece en escena de nuevo el seductor y, lo adivinaron, intenta hacerse con la hijastra de nuestra Norma.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2022 (III)

4 de octubre – ¡Viva Italia y viva Letonia!

Si hoy tienen uno de esos días en que lo que les apetece es ver una película muda letona de tintes épicos, Lacplesis (1930) de Aleksandrs Rusteiķis es justo lo que están buscando. Permitan que les describa el inicio: vemos a una dama encerrada en un castillo, donde es asediada por un extraño antagonista que parece sacado de Los Caraconos (1993) y que quiere hacerla suya. Mientras unos brujos lanzan una maldición sobre un broche de la joven para que ésta se enamore de ese perverso personaje, en paralelo vemos la llegada del héroe, que asalta el castillo. Se carga a todo el que se le pasa por delante, evita que los brujos acaben de lanzar la maldición al broche, mata por accidente al secuaz del antagonista y se enfrenta con él a un duelo a espada… ¡Y todo ello no es más que el prólogo de la película! Porque tras 20 minutos de fantasías épicas en la línea de Los Nibelungos (Die Nibelungen, 1924) de Fritz Lang, resulta que todo ello eran ensoñaciones de un niño que está leyendo un libro. Ese niño crecerá y se enfrentará también a una serie de enemigos en unas fechas decisivas para la nación letona: la Revolución de 1905, la I Guerra Mundial y la proclamación de independencia del país.

Lacplesis es una obra ambiciosa, épica y a ratos algo confusa, en que se nota que se puso toda la carne en el asador para construir el gran relato fílmico sobre el país. Es por ello una obra algo difícil de juzgar a veces por aquellos que, siento reconocerlo, no estamos muy versados en la historia de Letonia, ya que combina elementos de folklore (el tal Lacplesis tiene que ver con una antigua leyenda del país) con hechos históricos y políticos filmados en lugares reales – de hecho la razón de ser del filme era celebrar el 10º aniversario de su independencia.

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Mary Jane’s Mishap o Don’t Fool with the Paraffin (1903) de George Albert Smith

Hoy les traemos una de las obras más remarcables de George Albert Smith, uno de los grandes pioneros del cine británico que ya apareció por aquí en numerosas ocasiones. Un aspecto que discutimos anteriormente de Smith fue la innovadora introducción de primeros planos en una época en que el lenguaje cinematográfico todavía estaba desarrollándose y el público todavía tenía que acostumbrarse a este tipo de recursos. Lo vimos en Grandma’s Reading Glass (1900) y en The Sick Kitten (1903), pero el filme de hoy va un paso más allá.

En esos anteriores cortos, Smith utilizaba como es usual un plano general y saltaba a un primer plano justificado a nivel argumental por un motivo u otro. Pero en Mary Jane’s Mishap (1903), también conocida como Don’t Fool with the Paraffin va más allá. La historia no deja de ser el clásico gag de sirvienta torpe, en este caso encarnada por su mujer Laura Bayley, una artista de vodevil. Pero lo interesante es cómo en este corto va pasando de planos generales a planos medios en diversas ocasiones para beneficiar la narrativa de la película, por ejemplo para que veamos cómo se mancha la cara. Es decir, aquí la introducción de un primer plano o plano medio concreto no es una especie de «golpe de efecto» como en filmes anteriores, que se justificaban por ser lo que veíamos a través de una lupa o mostrar de cerca al gatito tomándose la medicación. Aquí Smith va saltando a lo largo de estos cuatro minutos del plano general a otros más cercanos con total soltura. ¡Esto es ni más ni menos que una suerte de montaje que ya se acerca a la forma de narrar que desarrollaría el cine unos años después! Es la idea de que no hay que «preparar» al espectador para un plano más cercano, que rompe la concepción del plano general como forma única de narrar toda la historia sin apenas cortes de montaje. Aquí se pasa de un tipo de plano a otro con libertad, simplemente porque hace que la historia se disfrute más. Hoy día puede no parecerlo, pero para 1903 Mary Jane’s Mishap es una obra asombrosamente moderna.

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A Message from Mars (1913) de Wallett Waller

A Message from Mars (1913) es una de esas películas cuyo título puede generar unas expectativas que está muy lejos de cumplir. Porque si a uno le hablan de un filme con un título así que además está considerado el primer largometraje de ciencia ficción hecho en Reino Unido, seguramente se imagine muchas cosas, pero desde luego NO una suerte de versión de Un cuento de Navidad de Dickens cambiando los fantasmas por un marciano. Porque en el fondo eso es lo que viene a ser A Message from Mars, pero primero pongámonos en contexto para entender de donde sale este curioso proyecto.

A Message from Mars era inicialmente una exitosa obra teatral cómica que se llevó a la gran pantalla en al menos tres ocasiones. De entrada se sabe de una versión hecha en 1921 y de otra anterior a éstas dos, del año 1903, que se realizó… ¡en Nueva Zelanda! y que se considera la primera obra de ficción neozelandesa, aunque hoy día está perdida. Eso nos demuestra pues que nos encontramos ante una pieza muy conocida en su época, o al menos lo suficiente como para inspirar a un neozelandés a realizar el primer corto de ficción hecho en su país.

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