Este post forma parte de un especial dedicado a Harold Lloyd que incluye los siguientes artículos:
- Reivindicando al tercer genio del slapstick.
- Los inicios de Harold Lloyd: Willie Work y Lonesome Luke.
- El Estudiante Novato (The Freshman, 1925) de Fred C. Newmeyer y Sam Taylor.
- Los “sneak previews” y las escenas que se eliminaron.
Pese a que la filmografía de Sturges como director es tristemente breve, difícilmente se le puede negar el mérito de ser uno de los más grandes cineastas de comedia de la historia. Comenzó su carrera en el cine en los años 30 como guionista, y posteriormente consiguió gracias a su tenacidad algo hasta entonces inaudito: que permitieran a un guionista dirigir sus propias historias, un camino que luego imitarían otros compañeros como Billy Wilder o John Huston. A raíz del enorme éxito de su debut El Gran McGinty (1940) Sturges realizó para la Paramount una serie de comedias escritas por él mismo que se encuentran entre lo mejor del género. El público le adoraba y la crítica aplaudía su sentido del humor tan brillante, pero en la Paramount no se veía con buenos ojos que alguien tuviera tanta libertad creativa sin tener que responder a sus superiores. Harto de tener que demostrar continuamente su valía, Sturges decidió a mediados de la década romper su relación con el estudio y buscarse la vida de forma independiente. En realidad contra todo pronóstico ahí acabó la mejor etapa de su carrera.
Para lanzarse como independiente Sturges tomó la desafortunada decisión de asociarse con alguien tan inestable como el multimillonario Howard Hughes, en cuya vida no entraremos porque daría para un post (o incluso un blog) aparte. Hughes le dio absoluta libertad artística para su próximo proyecto, y curiosamente lo primero en lo que pensó Sturges fue en rescatar del olvido al pionero D.W. Griffith para producirle una película. Como ven, Sturges compartía nuestra devoción hacia el cine mudo, y aunque inicialmente Griffith se sintió muy halagado por la idea, al final el proyecto quedó en nada puesto que el anciano director estaba muy débil de salud y llevaba más de 15 años sin hacer películas. Una vez descartada esta opción, Sturges pensó en otro proyecto que también buscaba rescatar otra gran figura del pasado, en este caso Harold Lloyd.