A la hora de hablar de esta etapa de los inicios del cine tan lejana a nosotros en el tiempo hay que evitar la tentación de conformarse con la versión oficial que hemos acarreado a lo largo de las décadas, y ser muy conscientes de que la historia se reescribe continuamente, revalorizando lo que conocemos y sacando a la luz nombres hasta ahora ocultos que quizá merecen nuestra atención.
Tomen como ejemplo el caso de Alemania, uno de los países de mayor renombre en lo que respecta a su legado de cine mudo y que siempre se ha asociado a la etiqueta expresionista y a una serie de nombres concretos. Esto puede llevar a un exceso de simplificación, entender la etapa muda germana como algo que nace y acaba en el expresionismo y que, como mucho, se puede ampliar a otros pocos nombres míticos de los años 20. Pero lo cierto es que el legado anterior a la gran edad de oro del cine alemán sigue siendo virtualmente desconocido y exige una revisión urgente. Uno de los grandes nombres de esa etapa que no ha empezado a salir a la luz en círculos de aficionados al cine silente hasta hace poco es el de Franz Hofer.