Roscoe Arbuckle y su salto al largometraje: The Round-up (1920) de George Melford

Se ha escrito mucho sobre cómo fue el salto de cortometrajes a largometrajes en lo que respecta a los grandes del slapstick. Los casos de Chaplin, Keaton y Lloyd se sucedieron en un intervalo de tiempo muy similar (si no contamos El Romance de Charlot (Tillie’s Punctured Romance, 1914), que es más un ambicioso proyecto de Mack Sennett con Chaplin y otros actores de la Keystone que una película de Chaplin propiamente dicha), mientras que en lo que respecta a Keaton y Pasión y Boda de Pamplinas (The Saphead, 1920) esto sería más bien un encargo, y el cómico volvería durante unos años al formato corto antes de verse preparado para probar con largos teniendo él plena libertad. Pero, ¿qué pasa con Roscoe «Fatty» Arbuckle? La historia le ha dejado tristemente olvidado por el escándalo que acabó con su carrera, pero eso no es excusa para que hoy día, conociendo además su inocencia, no rescatemos sus películas y le reivindiquemos como uno de los grandes pioneros de la comedia. O al menos así es como se le consideraba en su momento.

Teniendo en cuenta pues lo poco que se sabe de Arbuckle en comparación con sus coetáneos, contemplar su primer largometraje ha sido un auténtico shock por no ser en absoluto lo que esperaba. Porque The Round-Up (1920), basado en una obra teatral que curiosamente había protagonizado el primo mayor del propio Arbuckle, no es una comedia, sino un western con tintes de melodrama y unas pequeñas dosis de comedia en que el célebre cómico ni siquiera era el protagonista absoluto de la acción. ¿Qué sucedió?

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El traumático rodaje de El Circo (The Circus, 1928) de Charles Chaplin

En las memorias de Chaplin solo hay dos largometrajes que éste evita mencionar: El Circo (The Circus, 1928) y Un Rey en Nueva York (A King in New York, 1957)  – tampoco habla de La Condesa de Hong Kong (A Countess from Hong Kong, 1967) pero porque esta película la filmó después de haber publicado su autobiografía. En el caso de Un Rey en Nueva York la ausencia parece tener motivos obvios: en su momento el filme se consideró una decepción y el propio Chaplin era consciente de que quedaba mucho mejor como final del libro decir que había cerrado su filmografía con una obra tan aplaudida y con un tono tan elegíaco como Candilejas (Limelights, 1952) en vez de con un filme menor. Aunque es un tanto absurdo hacer como que no existe una película por ese motivo, y más al ser tan reciente para el público en el momento en que se editaron sus memorias, me imagino que el vanidoso Chaplin no quería acabar su texto con una obra considerada un paso en falso.

Sin embargo el caso de El Circo puede parecer más extraño. Se trata de una de sus grandes películas (durante mucho tiempo de hecho fue mi favorita suya, y hoy día solo la sitúo detrás de Luces de la Ciudad (City Lights, 1931)), fue un absoluto éxito de crítica y taquilla en su momento e incluso se le otorgó un Oscar especial. ¿Por qué eludir una obra como ésa en sus memorias? La respuesta está en su conflictivo rodaje, que fue el más difícil de su carrera.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2021 (II)

Aunque es cierto que se le pueden poner pegas a esta edición del festival algo descafeinada, que por culpa del Covid no ha sido el gran retorno al formato presencial que esperábamos el año pasado, tampoco vamos a negar que a la práctica el simple hecho de estar aquí disfrutando de estas películas y del ambiente de Pordenone (aunque se echen en falta bastantes rostros conocidos) ha sido una de las cosas más ilusionantes de este año para los que somos habituales. Incluso las pequeñas incomodidades del Teatro Verdi que ya había olvidado (esos famosos asientos que se diseñaron sin tener en cuenta a la gente que mide más de metro ochenta) se me hicieron simpáticas por traerme viejos recuerdos. Pordenone ha vuelto, y esto es lo que nos ha ofrecido en sus primeras jornadas.

Viernes 1 de octubre – La última tentación de Maciste

Después de haberme perdido en los últimos años la clásica sesión pre-inaugural que tiene lugar justo antes del inicio oficial del festival en Sacile (un pueblo a unos 20 kilómetros de Pordenone), esta edición no quise dejarla escapar y fue una elección acertadísima. La película que se nos ofreció en el Teatro Zancanaro fue Maciste all’Inferno (1926) de Guido Brignone, que yo acudí a ver esperando un divertido entretenimiento para abrir boca y acabó siendo para mi asombro un filme más que notable. Pero vayamos por partes.

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Hace 100 años: las mejores películas de 1921

Siguiendo con toda una tradición de este rincón silente hemos decidido escoger una vez más para ustedes las mejores películas que cumplen un siglo con una selección de los 20 mejores filmes de 1921. Si han leído las anteriores entregas de este tipo de listados (abajo del todo tienen los links a ediciones pasadas) habrán notado que el número de películas escogidas ha ido aumentando a lo largo de los años. El motivo es que a medida que pasa el tiempo la cantidad de grandes filmes que se producían fue aumentando más y más, y como el propósito de estos listados es no solo ofrecer mi selección sino también reivindicar algunas obras olvidadas, he creído conveniente aumentar la lista a 20.

¿Qué nos ofrecía el universo cinematográfico en 1921? De entrada hay un aspecto cada vez más decisivo: Alemania, que había entrado con fuerza en nuestro top del 1920, se afianza definitivamente como una de las mayores potencias fílmicas del mundo tomando el relevo de los países escandinavos, que si bien aquí aún tienen mucho que ofrecer en unos pocos años pasarían a ocupar un papel más secundario al perder a sus principales exponentes. Aparte de los que hemos seleccionado, tenemos este año más filmes alemanes de interés como Corazones en Lucha de Fritz Lang o Die Geierwally de E.A. Dupont, hoy día un tanto olvidado pero en su momento un exitazo de taquilla que versaba sobre la historia de amor entre una chica de pueblo famosa por haber matado un buitre con sus manos y un muchacho que ha matado un oso… ¡ah, ya no se escriben historias como las de antes!

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Hace 100 años: las mejores películas de 1920

Amigos lectores, un año más vuelve el post que todos estaban esperando: el tradicional repaso del Doctor Caligari a los mejores filmes que este año cumplen un siglo o, dicho de otra manera, las mejores 15 películas de 1920 (si quieren consultar los listados de otros años, los tienen abajo del todo). El cambio de década, como ya sabrán, marcaría la entrada a la edad de oro de la era muda. Después de que a finales de los años 10 el cine acabara de consolidarse al encontrar su lenguaje cinematográfico propio, los años 20 supusieron su eclosión definitiva. Lo que hace que el cine de esta década sea tan fascinante es ver cómo tantos grandes cineastas explorarían, cada uno a su manera, las posibilidades de una forma de arte que todavía estaba por ver cuánto daría de sí. Era aún terreno nuevo por explorar.

Así pues uno de los hechos más significativos de este 1920 sería el surgimiento del cine expresionista, al cual le seguirían otras tendencias vanguardistas que iremos viendo en próximos años. Eso conllevó entre otras cosas la entrada con fuerza de Alemania como uno de los países más potentes a nivel cinematográfico del mundo, algo que queda bastante claro en el listado que hemos elaborado. En paralelo, nuestros amigos los suecos seguían ofreciendo algunas de las películas más interesantes del momento, entre las cuales notarán que he omitido un clásico en mayúsculas en mi listado: Erotikon (1920) de Mauritz Stiller, que si bien fue una obra muy exitosa e importante (fue uno de los filmes que empezó a establecer las reglas de las comedias sofisticadas), no se encuentra entre mis favoritas.

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Especial Harold Lloyd (II): los inicios de Harold Lloyd: Willie Work y Lonesome Luke

Este post forma parte de un especial dedicado a Harold Lloyd que incluye los siguientes artículos:


La entrada de Harold Lloyd en el mundo de la comedia fue en cierta manera fruto de las circunstancias. A mediados de los años 10 el actor estaba haciendo pequeños trabajos como extra en Hollywood a la espera como muchos otros de que algún día llegara su gran oportunidad. Fue entonces cuando trabó amistad con otro extra con el que coincidió en varios rodajes, Hal Roach, cuya mayor ambición no era labrarse una carrera en el mundo de la interpretación sino realizar comedias. Dicho y hecho, cuando Roach recibió una herencia decidió emplear el dinero en dirigir unos cortos cómicos que estarían protagonizados por Harold.

El primer personaje que ambos crearon tenía el nombre de Willie Work, que no era más que una copia barata de Chaplin que no gozó de demasiado éxito. La situación no parecía muy prometedora, pero además Lloyd y Roach tuvieron una disputa cuando el primero descubrió que se le estaba pagando menos que al otro actor principal de los cortos que estaban realizando, de modo que rompió con él y fue a buscar suerte a Keystone, el estudio de comedias de Mack Sennett. Allá Lloyd no corrió mucha suerte, ya que Sennett no supo verle su potencial cómico y no pasó de realizar papeles secundarios en películas de estrellas como Roscoe Arbuckle o Ford Sterling (el cual por cierto le recomendó que probara suerte como actor dramático).

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2017 (II)

29 de septiembre

Este año el Dr. Caligari decidió asistir a la proyección gratuita que sirve como prólogo al festival y que tiene lugar en el Teatro Zancanaro de Sacile, un pueblo (muy bonito por cierto) a solo unos kilómetros de Pordenone. En este caso se trataba ni más ni menos que de una de las obras cumbre del cine silente, El Viento (1928) de Victor Sjöstrom, con una orquesta en vivo interpretando una excelente banda sonora compuesta para la ocasión por Günter A. Buchwald. Para sorpresa de los organizadores, el teatro estaba tan lleno que tuvieron que abrir los palcos superiores (de hecho había gente haciendo cola una hora antes… ¡Sjöstrom arrasando en Sacile!).

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Hace 100 años: 1917 en 10 películas

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Siguiendo con las buenas costumbres, el Dr. Caligari vuelve a su post anual dedicado a rescatar las mejores películas que cumplen 100 años. De modo que les invitamos a viajar al pasado y revivir durante un rato cómo fue el año 1917 a nivel cinematográfico.

1917 está considerado a nivel histórico uno de los años clave en que se consolidó el estilo de lo que conocemos como cine clásico, pero además resulta muy interesante porque, en paralelo a ello, surgieron bastantes novedades interesantes. Por ejemplo, tenemos el primer film en Technicolor (hoy día perdido), The Gulf Between (1917), o el primer largometraje de animación de la historia (también perdido), El Apóstol (1917) del argentino Quirino Cristiani.

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El Guardaespaldas (The High Sign, 1921) de Buster Keaton y Edward F. Cline

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Buster Keaton se inició en el mundo del cine en 1917, trabajando como actor en cortometrajes dirigidos y protagonizados por Roscoe Arbuckle (conocido como «Fatty»), uno de los cómicos más famosos de la época. Inicialmente, Keaton dejó momentáneamente el vodevil por el cine únicamente por motivos económicos, pero de la mano de un maestro como Arbuckle acabó enamorado para siempre de ese nuevo medio. No solo el cine le permitía llegar a más público sino que además multiplicaba las posibilidades creativas, y más en alguien con la inventiva de Keaton. Según explica él en su autobiografía, una de las primeras cosas que hizo cuando empezó a sentir interés auténtico por el medio fue coger una cámara y estamparla contra el suelo, para así investigar cómo era su interior. Alguien tan interesado por la mecánica como Keaton necesitaba literalmente conocer con detalle todo el proceso que permitía la realización de películas.

A medida que quedó cada vez más claro que ese joven cómico tenía un talento innato para el cine, el amable Arbuckle pasó de utilizarle como secundario a cederle el rol de co-protagonista junto a él. Pero era inevitable que tarde o temprano Keaton fuera a probar suerte por su cuenta. Eso sucedió en 1920. Primero protagonizó su primer largometraje, Pasión y Boda de Pamplinas (en el resto del mundo civilizado se conocía como The Saphead), un título menor y poco adecuado para su talento. Lo realmente interesante vino cuando Joseph M. Schenck, el ejecutivo bajo el que Arbuckle estaba en contrato, le ofreció la oportunidad a Keaton de tener su propia unidad de producción en la que podría dirigir y protagonizar sus cortometrajes. Esos primeros films, perdidos durante décadas, son una parte tan imprescindible de su carrera como sus célebres largometrajes.

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Roscoe Arbuckle y Mabel Normand: la serie «Fatty y Mabel»

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Mabel Normand y Roscoe Arbuckle (conocido popularmente como Fatty) eran a mediados de los años 10 dos de los cómicos más célebres del cine americano. Ambos se habían convertido en estrellas en la Keystone, el estudio más importante de comedias slapstick del cual saldrían otros grandes cómicos como Charles Chaplin o Harry Langdon. Mack Sennett, el jefe del estudio, era perfectamente consciente de que ambos tenían más talento que la mayoría del resto de artistas, y por ello decidió emparejarlos en una serie de cortometrajes. Ambos funcionaron muy bien como pareja cómica, pero además su serie de cortos coincidió con una época de evolución muy interesante en la Keystone. Por esos dos motivos, les invitamos a repasar los cortometrajes de la serie «Fatty y Mabel», que no solo nos permiten disfrutar de las dotes cómicas de ambos, sino comprobar la evolución de los dos cómicos en un espacio de tiempo de solo dos años.

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