Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2021 (II)

Aunque es cierto que se le pueden poner pegas a esta edición del festival algo descafeinada, que por culpa del Covid no ha sido el gran retorno al formato presencial que esperábamos el año pasado, tampoco vamos a negar que a la práctica el simple hecho de estar aquí disfrutando de estas películas y del ambiente de Pordenone (aunque se echen en falta bastantes rostros conocidos) ha sido una de las cosas más ilusionantes de este año para los que somos habituales. Incluso las pequeñas incomodidades del Teatro Verdi que ya había olvidado (esos famosos asientos que se diseñaron sin tener en cuenta a la gente que mide más de metro ochenta) se me hicieron simpáticas por traerme viejos recuerdos. Pordenone ha vuelto, y esto es lo que nos ha ofrecido en sus primeras jornadas.

Viernes 1 de octubre – La última tentación de Maciste

Después de haberme perdido en los últimos años la clásica sesión pre-inaugural que tiene lugar justo antes del inicio oficial del festival en Sacile (un pueblo a unos 20 kilómetros de Pordenone), esta edición no quise dejarla escapar y fue una elección acertadísima. La película que se nos ofreció en el Teatro Zancanaro fue Maciste all’Inferno (1926) de Guido Brignone, que yo acudí a ver esperando un divertido entretenimiento para abrir boca y acabó siendo para mi asombro un filme más que notable. Pero vayamos por partes.

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Redescubriendo a Francis Ford

«Durante mucho tiempo, cuando la gente oía el nombre de Ford referido a una película, solía preguntar: «¿Ford? ¿Algo que ver con Francis?». Muy pronto, a menos que no se cumplan las expectativas actuales, dirán: «¿Ford? ¿Algo que ver con Jack?«.

The Moving Picture Weekly, Junio de 1917

Dudo que haya ningún fan del cine clásico que no esté familiarizado con el nombre de John Ford, seguramente el director americano por excelencia. Pero no obstante, ¿cuántos fans del cine mudo saben siquiera de la existencia de su hermano mayor, Francis Ford? Su nombre ha pasado a engrosar en la interminable lista de estrellas de la era muda que cayeron en el más absoluto olvido con el paso de los años, incluso muchas veces antes del advenimiento del sonido. Y si a día de hoy alguien se acuerda de él, me imagino que deben ser únicamente los fanáticos de John Ford, que lo tendrán identificado como uno de los miembros de la John Ford Stock Company, ese grupo de actores a quien el director tenía por costumbre utilizar siempre que podía en sus películas, aunque fuera en papeles muy pequeños. Pero en realidad Francis Ford tuvo suficiente entidad en su momento como director y actor para ser recordado al margen de su famoso hermano menor. Eso sin olvidar que fue gracias a él que John entró en el mundo del cine.

Viendo en las películas de John Ford ese entrañable personajillo al que solía dar vida Francis Ford, resulta chocante pensar que ese mismo tipo 20 años atrás había dirigido, escrito y protagonizado algunos de los proyectos de mayor éxito y envergadura en el Hollywood de los años 10. Teniendo en cuenta que en la época de los films de John Ford prácticamente nadie sabía del pasado de Francis (o si lo sabían era de forma más bien vaga: «fue un cineasta de éxito», pero sin recordar con exactitud hasta qué niveles lo había sido; la comunidad de Hollywood y la crítica tenían mucha facilidad en aquellos tiempos para olvidar a los pioneros de la era muda, y si no que se lo digan a Griffith), los grandes logros de Francis han sido durante mucho tiempo una especie de secreto que solo conocían unos pocos, hasta que algunos biógrafos de John Ford como Joseph McBride o Tad Gallagher comenzaron a sacarlos a la luz. Va siendo hora de que en este humilde rincón también le hagamos justicia.

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