Las 50 películas mudas favoritas del Dr. Caligari

Apreciado lector, este post ha quedado desfasado, puesto que el Doctor Caligari ha hecho 5 años después una nueva lista actualizada y con 100 títulos.


En los cinco años que este humilde Doctor lleva escribiendo en este rincón dedicado al cine mudo en más de una ocasión le han preguntado por sus películas mudas favoritas. Ésta obviamente no es una tarea fácil, ¡hay tantos títulos a tener en cuenta! No obstante, para conmemorar el reciente quinto aniversario del blog y el haber llegado a los mil seguidores en nuestro Facebook (en la foto de arriba pueden ver al Doctor Caligari celebrando eufórico la ocasión) su genio del mal favorito ha decidido sentarse y escribir la susodicha lista.

Como una lista de diez películas estaría formada en su mayor parte por títulos más conocidos y, por otro lado, este Doctor tampoco quiere ser deshonesto seleccionando obras más atípicas para dárselas de original, ha decidido que la mejor forma de llevar esto a cabo era ampliando la lista a 50 títulos, donde habría cabida para algunos más conocidos y otros no tanto. Y por último, para facilitar la tarea (uno ya tiene una edad para meterse en este tipo de fregados), se dejarán de lado cortometrajes. Espero que disfruten de esta selección de la que inevitablemente se han quedado fuera muchos grandes títulos:

Tierra (Zemlya, 1930) de Aleksandr Dovzhenko

Tierra (1930) no es solo la mejor película de uno de los nombres clave del cine soviético, Alexander Dovzhenko, sino una de las grandes obras maestras de la era muda. Una de esas películas que sigue impresionando por su sobrecogedora belleza y por la armonía de sus imágenes.

Lo más curioso es que teóricamente debía tratarse de otro film político sobre la colectivización, como Lo Viejo y lo Nuevo (1929) de Eisenstein, pero Dovzhenko siguió otro camino. Partiendo de un argumento que sobre el papel cumplía ese imperativo político (mostrar la llegada de la colectivización, los enfrentamientos entre los pequeños campesinos y los kulaks, así como los nuevos avances tecnológicos), a la práctica resulta obvio que el director sentía muy poco interés por esos hechos y los utilizó como excusa para filmar algo totalmente diferente: un canto a la naturaleza, a la vida, a su Ucrania natal. En Tierra el ser humano no es un sujeto político sino un elemento más de la naturaleza. Comparando este film con el de Eisenstein resulta muy interesante ver cómo dos gigantescos cineastas parten de un mismo tema para darles tratamientos tan diferentes: el estilo tan analítico de Eisenstein en contraste con la visión armónica de Dovzhenko.

De hecho, en vez de hacer una reseña convencional de una película tan única y especial prefiero centrarme en diez de los muchos detalles que hacen de La Tierra una obra maestra mágica.

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