Hay sin duda algo fascinante en la figura del cineasta ruso Yevgeni Bauer. Esa impresionante carrera que abarca 80 filmes en ¡cinco años! (de los cuales como supondrán solo se conservan unos pocos, aunque los suficientes para intuir su enorme talento). Esa temprana muerte en 1917 con apenas 50 años haciéndonos especular sobre cómo se habría desenvuelto en el decisivo cambio de década. Y por supuesto sus películas. Asombrosamente cuidadas y repletas de hallazgos que las sitúan entre las obras más importantes de la década. Con ese tono tan fatalista y con cierta obsesión con la muerte. Bauer no es solo un director importantísimo, es también un cineasta especial y fascinante.
Twilight of a Woman’s Soul (1913) es según creo la obra más antigua que se conserva de su carrera (aunque no su ópera prima, como se afirma en algunos textos, pero sí una de las primeras que realizó). Y si tenemos eso en cuenta resulta aún más sorprendente su contenido: muy pocas películas encontrarán de 1913 con la riqueza visual de ésta.