El Hombre Que Ríe (The Man Who Laughs, 1928) de Paul Leni

El enorme éxito que supuso en su momento El Jorobado de Notre Dame (The Hunchback of Notre Dame, 1923) de Wallace Worsley provocó que la Universal decidiera seguir explotando esa combinación ganadora: películas de época basadas en libros conocidos con un toque algo oscuro o tétrico y protagonizadas por Lon Chaney en su prototípico papel de personaje atormentado de apariencia inquietante. La continuación lógica fue ir sobre seguro y proponer otra adaptación de Victor Hugo, cuya novela Nuestra Señora de Notre Dame ya había servido de inspiración para el filme sobre el célebre jorobado. La idea fue pues adaptar El Hombre Que Ríe, que aunque por entonces no era considerada una de sus mejores obras tenía un argumento muy idóneo para el cine y un papel hecho a medida de Lon Chaney.

Pero la propuesta inicialmente no fructificó al haber problemas para conseguir los derechos, de modo que el estudio decidió entonces apostar por El Fantasma de la Ópera (The Phantom of the Opera, 1925). Dirigida por Rupert Julian, la película partía en este caso de una novela de Gaston Leroux y tuvo tanto éxito que acabó convirtiéndose en el papel más emblemático de Lon Chaney. Pero cuando poco después el estudio por fin adquirió los derechos para El Hombre Que Ríe, Chaney ya estaba embarcado en otros proyectos, de modo que se decidió seguir adelante sin él. En su lugar se contrataría a otro de los más grandes actores de la era muda: el alemán Conrad Veidt – en algunas partes he leído que también se le propuso a Ivan Mosjoukine, lo cual tampoco sería descartable, ya que fue contratado por la Universal en esa misma época y era suficientemente versátil como para poder afrontar un papel tan difícil, pero al final éste protagonizaría un drama más convencional llamado Surrender (1927).

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«No sabía que ya lo habían inventado en esa época»: recursos cinematográficos que ya existían en la era muda (II)

Si recuerdan, la semana pasada iniciamos un artículo dedicado a detallar multitud de innovaciones cinematográficas que a veces se piensa erróneamente que son posteriores a la era muda… ¡o incluso pertenecientes a la modernidad! El propósito de estos dos posts es reivindicar una vez más la era muda, a menudo vista de forma totalmente errónea como una época anticuada y superada enseguida con el sonoro, y por supuesto recopilar algunos curiosos hallazgos de esta época. Si el anterior post se centraba en recursos técnicos o de lenguaje cinematográfico, en éste hablaremos más de temas relacionados con el contenido y temática de las películas. Allá vamos:

Guiños metacinematográficos

Los juegos metacinematográficos hacen algo tan aparentemente moderno como destruir ese mundo de ficción construido de forma tan minuciosa y hacen evidente el artificio. Proponen un guiño cómplice al espectador evidenciando que los personajes que vemos son actores y no personas reales. Esto es también algo tan viejo como el mismo cine.

Hace años hablé de una película que vi en Pordenone llamada Fleur de Paris (1916) en que la famosa actriz Mistinguett interpretaba a dos mujeres: a una humilde costurera que guarda un extraño parecido con la actriz Mistinguett y, claro está, a ella misma, la propia Mistinguett, que se acaba encontrando con la costurera. Un argumento de ese tipo en una película estrenada 50 años después parecería un alarde de modernidad, pero en realidad como vemos este tipo de tramas no era tan raras en la época.

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«No sabía que ya lo habían inventado en esa época»: recursos cinematográficos que ya existían en la era muda (I)

Una de las cosas que a este Doctor le gusta hacer en este rincón silente es romper con tantísimos tópicos sobre cine mudo basados en prejuicios o simplemente puro desconocimiento, y demostrar que en realidad la era muda no es una etapa en que el cine aún se hallaba «incompleto». En ese sentido hay muchos recursos que se suelen asociar a épocas posteriores que en realidad ya se utilizaban en la época silente, e incluso a veces uno puede darse la sorpresa de descubrir que hay películas mudas más modernas que la mayoría de filmes de las décadas inmediatamente posteriores.

En realidad la era muda fueron unos años de constantes experimentos y descubrimientos, muchos de los cuales se quedaron paralizados con la llegada del sonoro, al encontrar el cine comercial una forma estandarizada y efectiva de narrar historias. No pretendo con ello criticar el cine sonoro, pero sí constatar que hubo un cierto retroceso al menos en lo que se refiere a la voluntad de probar cosas nuevas y forzar los límites del lenguaje cinematográfico. Para demostrarlo este Doctor se ha propuesto ofrecerles un extenso artículo en dos partes en que desgranará multitud de recursos o elementos que suelen asociarse a décadas posteriores a la era muda (en algún caso incluso a la modernidad) pero que ya se estaban utilizando por entonces. La lista podría haberse hecho incluso más extensa, incluyendo por ejemplo trucajes y efectos especiales que siguen siendo perfectamente vigentes hoy día, pero me temo que en tal caso se me podría ir el texto aún más de las manos.

Para hacerlo más digerible he decidido dividir el contenido en dos posts: el primero se centra en elementos técnicos y recursos de puesta en escena, y el próximo se centrará en aspectos temáticos o de contenido. Espero que lo disfruten y que les haga ver con otros ojos esta maravillosa época de la historia del cine.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2022 (IV)

Crédito: Valerio Greco

6 de octubre – El cóctel de Mabel

Hablando con algunos viejos conocidos del festival oí algunos quejas de que este año teníamos sobredosis de melodramas, y aunque ese género siempre ha estado muy presente en Pordenone es cierto que el ciclo Norma Talmadge está haciendo que haya una sensación de sobreabundancia. En el caso de The Sign on the Door (1921) al principio tuve esa impresión, aun cuando la dirección corría a cargo de un director tan eficiente como Herbert Brenon, clásico nombre respetadísimo en su época y hoy día olvidado por el paso del tiempo. Talmadge es una jovencita que se deja engañar por un bribón, quien intenta seducirla (esto es, violarla, pero dicho de forma más refinada) llevándola engañada a un local de mala muerte. Consigue escapar y años después está casada con un hombre adinerado que tiene una hija veinteañera de su anterior matrimonio. Aparece en escena de nuevo el seductor y, lo adivinaron, intenta hacerse con la hijastra de nuestra Norma.

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Especial Films Albatros (V): Films Albatros en 10 películas

Este post forma parte de un especial dedicado al estudio Films Albatros que incluye los siguientes artículos:


Para cerrar este especial dedicado a Films Albatros que tanto ha disfrutado elaborando este Doctor, he pensado que sería buena idea hacer una selección de 10 de las obras que encuentro más destacables de esta productora tan única y especial.

En primer lugar un detalle importante a remarcar: Films Albatros no es un estudio que haya producido en mi opinión un gran número de obras maestras (como es el caso por ejemplo de la más célebre UFA), creo que lo que lo hace tan especial es que casi todas las obras suyas que he visto tienen algo que las hace singulares. Puede que muchas de ellas no acaben de redondear sus ideas o pequen de abusar de recursos melodramáticos, pero siempre encontraremos detalles que las hacen destacar por encima de la media, a veces incluso por encima de filmes que cualitativamente son superiores, por muy contradictorio que suene; ya sea por su extraordinario trabajo de dirección artística, por esa querencia por utilizar todo tipo de recursos visuales de forma tan imaginativa o incluso a veces simplemente un plano suelto.

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Especial Films Albatros (IV): los 100 rostros de Ivan Mosjoukine/Ivan Mozzhukhin

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«No hay nada más doloroso y desagradable que verte a ti mismo en la pantalla. La más mínima falsedad espiritual, aunque sea camuflada por la técnica, se percibe de inmediato, y eso me atormenta durante mucho tiempo».

NOTA: en este post he empleado la versión afrancesada del nombre de nuestro protagonista en lugar de su nombre original en ruso, Ivan Mozzhukhin. El motivo es simplemente que es el nombre por el que más se le suele conocer.

Tres instantáneas de la vida de Ivan Mosjoukine

Como primera toma de contacto con la compleja biografía de un actor tan prolífico y apasionante como Ivan Mosjoukine quedémonos de entrada con tres instantáneas tomadas en diferentes momentos de su carrera y un fragmento de vídeo. La primera instantánea sería en 1920, cuando desembarca en Francia huyendo de la revolución soviética con el estatus de ser la principal estrella del cine ruso. ¿Lograría hacerse un nombre en ese país o quedaría relegado a papeles secundarios como le sucedería a docenas de actores que no consiguieron mantener su caché tras verse obligados a emigrar a otra industria donde no eran tan conocidos? La segunda imagen es otro desembarco, en este caso en Estados Unidos, adonde Mosjoukine ha viajado en 1927 tras hacerse un nombre en toda Europa con la esperanza de convertirse en una de las grandes estrellas masculinas de Hollywood. Lo tiene todo a su favor: talento, físico, fama, experiencia y versatilidad. Una última instantánea, ésta perteneciente a 1939: un Mosjoukine enfermo de tuberculosis en un hospital parisino arruinado y totalmente olvidado por el público. La muerte a los 49 años del que 12 años antes era uno de los actores más famosos de Europa pasó totalmente desapercibida.

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Especial Films Albatros (III): La Casa del Misterio (La Maison du Mystère, 1923) de Alexandre Volkoff

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En La Casa del Misterio (1923) de Alexandre Volkoff la Albatros se propuso matar dos pájaros de un tiro: por un lado sumarse al género de los seriales, que tan lucrativo resultaba en aquellos años (como ven la gente lleva enganchándose a series desde los inicios del cine), pero por otro lado desmarcarse como un estudio que producía películas de una gran calidad. O, mezclando ambos conceptos, dignificar un género que normalmente era bastante desprestigiado (Feuillade aparte, los seriales solían ser filmes de pobre calidad que simplemente buscaban enganchar al público con guiones repletos de giros imposibles). Y triunfaron con creces en ese propósito.

Pese a que el título hace pensar en una trama de misterio e intrigas, en realidad el argumento tira por otros derroteros. El protagonista es Julien Villandrit, próspero dueño de una fábrica que no sospecha que su socio y (teóricamente) amigo Henri Corradin está enamorado de su mujer Régine y dispuesto a cualquier cosa con tal de arrebatársela. Para ello Henri hace creer a Julien que Marjory, un vecino suyo de avanzada edad que parece tener un aprecio especial a su mujer, es su amante. Atormentado por los celos Julien se confronta a Marjory y poco después de estos acontecimientos el anciano muere asesinado. Julien es acusado injustamente de dicho crimen y Corradin traiciona a su amigo con la esperanza de poder conquistar a su mujer.

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Especial Films Albatros (II): La historia de Albatros

Este post forma parte de un especial dedicado al estudio Films Albatros que incluye los siguientes artículos:


¿Cuál fue el origen de este estudio francés integrado mayormente por rusos? Primero un poco de inevitable contexto histórico. La historia de Albatros se inicia en Rusia con la llegada de la Revolución de Febrero de 1917. El país, por entonces sumido en la I Guerra Mundial, se encontraba en una situación crítica a causa de las numerosas derrotas sufridas en el frente y las condiciones cada vez más duras a las que se vio abocada la población civil, que desembocarían en una revuelta popular que destronaría al zar. En los conflictivos meses posteriores a la revolución, el cine seguiría activo pero atreviéndose a tratar temas antes prohibidos y, por supuesto, más enfocados a la ideología de izquierdas. Como forma de proteger a un sector tan debilitado en estas penosas circunstancias todas las productoras se unieron para evitar competir entre ellas y estar preparadas para una más que posible nacionalización de la industria, pero en 1918 la crisis se hizo insalvable ante la falta de recursos y el boicot del mercado extranjero. La solución pasó por una emigración de la mayor parte de los trabajadores de la industria al sur del país, que por entonces aún no estaba en manos de los bolcheviques, primero a Odesa y luego a Yalta. Finalmente en 1919 Lenin propuso nacionalizar la industria cinematográfica. Fue entonces cuando cobró una gran importancia uno de los principales personajes de nuestra historia: Joseph N. Ermolieff.

¿Quién era ese tal Ermolieff? Pues ni más ni menos que uno de los principales productores de cine en la Rusia imperial, habiendo trabajado en algunas de las películas más importantes de Yakov Protazanov de esos años como La Reina de Picas (1916) o El Padre Sergius (1917). Ermolieff estaba empleado para la filial de Pathé en Moscú y naturalmente tenía contactos en Francia, de modo que cuando la situación en Rusia se complicó de veras llegó a un acuerdo para establecerse en el país galo junto a varias de las figuras de la industria cinematográfica de su patria. Así pues, en enero de 1920 partiría el barco que llevaría a Francia a nombres tan destacados como los directores Aleksandr Volkoff y Yakov Protazanov, o los actores Ivan Mosjoukin y Natalya Lisenko entre muchos otros. Empezaba pues la aventura de los futuros estudios Albatros.

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Especial Films Albatros (I): De pie pese a la tormenta

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En otoño de 1920 el último punto de resistencia que quedaba del Ejército Blanco ruso en Crimea fue conquistado por los guerrilleros bolcheviques. En los años convulsos de la Revolución Soviética habían sido muchos los que se habían refugiado en esa zona del sur del país confiando que la revuelta no llegaría hasta ahí, pero cuando el General Wrangel fue derrotado miles de rusos emigraron a otras zonas europeas huyendo de las posibles consecuencias del bolchevismo. Entre este amplio número de emigrantes se encontraban algunos de los nombres más destacados de la cinematografía rusa antes de la revolución, desde actores y directores de prestigio hasta personal técnico. La mayor parte de ellos escaparían a Francia, donde lograrían asentarse en un nuevo estudio bautizado Ermolieff-Cinéma, fundado por otro emigrado ruso como ellos.

Unos pocos años después, en 1922 se produciría un nuevo suceso importantísimo: el jefe del estudio decidió dejar la compañía para probar nuevas aventuras y éste cambió su nombre por el de Films Albatros, teniendo como significativo lema «De pie después de la tormenta». Esto no fue un mero cambio de nombre, con el nacimiento oficial de Albatros hubo también una transformación radical en la manera de hacer películas. Aquí comenzaría la legendaria carrera de uno de los estudios de cine más singulares de toda la era muda.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2021 (IV)

¿Saben por qué el cartel de esta edición incluye una imagen del genial cómico francés Max Linder? El motivo no es solo porque se proyecte una película suya este año sino como un guiño a la primera edición del festival, que nació como unas jornadas dedicadas a rescatar películas de Max Linder. Es por tanto una forma de conmemorar una fecha tan señalada como el 40º aniversario del festival, que me temo que no ha podido ser tan sonado como nos habría gustado. Pero también hay que verlo desde el punto de vista optimista: ¿quién habría imaginado que esa modesta iniciativa que empezó como un pequeño ciclo dedicado a Max Linder duraría tantas décadas? ¿Qué futuro le podía esperar a un festival dedicado a algo tan pasado de moda como proyectar cine mudo? Definitivamente viendo en todo lo que se ha convertido y cómo ha seguido en pie tras tanto tiempo hay motivos para el optimismo.

Jueves 7 de octubre – Sobre la hipocresía y la falsa moralidad

Al inicio de una de las películas de hoy, Phil-for-Short (1919), la protagonista se defendía de la acusación de una anciana de que estaba haciendo algo indecente por bailar con túnicas de estilo griego diciendo: «Si la gente elige ver como algo malo o equivocado lo que es belleza estética, es que tienen ellos mismos un problema«. Dicho rótulo mereció un aplauso espontáneo del público, y no es para menos, porque aunque obviamente hoy día no sufrimos los niveles de censura de antaño, éste sigue siendo un tema vigente en una época en que te pueden banear de una red social por subir una foto de un cuerpo desnudo pero seguramente no suceda nada si lanzas por ahí mismo proclamas racistas. Hoy el tema en que han coincidido dos de los largometrajes de esta jornada es justamente la falsa moral de nuestra sociedad.

Primero tuvimos la ya mentada Phil-for-Short (1919), una simpatía comedia romántica de enredo de Oscar Apfel, cuyo título hace referencia al diminutivo de la protagonista, cuyo padre tuvo la poco afortunada idea de llamarla Damophilia por ser un fanático de la Antigua Grecia, de modo que ella decidió usar el diminutivo de «Phil». El problema es que, claro está, Phil es nombre de chico. Y de hecho ella no es una chica que siga las clásicas convenciones sociales: se viste con ropa masculina, practica unas extrañas danzas de inspiración griega y, en definitiva, hace lo que le da la gana. Cuando su padre muere, dos personas «metomentodo» insisten en forzarle a llevar su tipo de vida tradicional y ella decide escapar disfrazada de muchacho. Al poco tiempo conoce a un joven profesor de griego del que se enamora al instante pero lo tiene difícil, ya que éste odia a las mujeres por un desengaño amoroso del pasado.

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