Three Friends and an Invention (Dva druga, model i podruga, 1927) de Aleksei Popov

Three Friends and an Invention (Dva druga, model i podruga, 1927), también conocida por el más exacto título de Two Friends, a Model, and a Girlfriend es una encantadora muestra de las magníficas comedias que se realizaron en la era muda del cine soviético, generalmente asociada únicamente a filmes vanguardistas de contenido político, lo cual es una visión tan simplista como pensar que el cine mudo alemán era mayormente expresionista. Los protagonistas de la película que nos ocupa son dos jóvenes trabajadores de una fábrica que diseñan un invento que permite crear cajas de cartón con suma rapidez. Aunque intentan ofrecer la patente al propietario de la fábrica para facilitar el trabajo, éste se muestra en contra de invento. Lejos de desanimarse, nuestros dos héroes se dirigen a la capital para mostrárselo a las autoridades. Les acompañará una muchacha del pueblo de la que ambos están enamorados… pero también les seguirá su enemigo dispuesto a desbaratar sus planes.

El autor de Three Friends and an Invention es un director de teatro llamado Aleksei Popov, que si bien tuvo algunos pocos papeles en el cine en la era zarista, centró la mayor parte de su carrera en el mundo teatral. Con esta película Popov se proponía hacer una comedia ligera con personajes modernos tomando como referencia los filmes humorísticos que venían de fuera, sobre todo los de Buster Keaton. La conexión con Keaton es bastante obvia, no solo porque sus protagonistas son dos hombres resolutivos que se enfrentan a la adversidad y se evita el sentimentalismo que podría provocar el personaje de la chica, sino por el gusto de ambos personajes por los inventos absurdos. Y aquí no icluimos solo la máquina que fabrica cajas, sino por ejemplo el improvisado medio de transporte fluvial que inventan sobre la marcha para viajar hasta la ciudad.

Lo que más me gusta de la película es ese tono tan genuinamente encantador que transmite, que emana sobre todo del buen rollo que se palpa en la relación entre los dos protagonistas. Un breve ejemplo: en cierto momento ambos se detienen a un sitio a beber agua, y el que va sin ninguna carga le ofrece de beber a su compañero, que transporta la máquina a cuestas. Y como el rol de este último es similar al de un animal de carga, cuando su amigo le ofrece el agua decide hacer la broma de simular que es un caballo. Esto en si no es tanto un gag como una broma inocente entre ambos en que se nos invita a los espectadores a participar de la complicidad entre ellos. Es un detalle que demuestra cómo, pese a los problemas que han sufrido, se están divirtiendo genuinamente juntos y nos invitan a nosotros a que también lo hagamos.

Más adelante no faltarán escenas que sí tienen una función abiertamente cómica, como las persecuciones por la ciudad para atrapar a su antagonista o ese momento en que se cuelan en un barco camuflados como si fueran el equipaje de su amiga, un gag que es puro Harold Lloyd.

En el momento en que todos viajan a través de este barco, Popov parece olvidarse temporalmente de la trama y de nuevo nos invita a disfrutar del viaje y la compañía. Nos ofrece primeros planos de todos los pasajeros (y si hay algo que me guste del cine soviético es su tendencia a mostrar de cerca los rostros de gente normal de a pie, que se nota que han sido escogidos como extras por aportar autenticidad, no porque tengan una apariencia atractiva o carismática) y más tarde se desarrolla un pequeño incidente en que todos deben trabajar juntos para remolcar el barco bajo las indicaciones del capitán, un vejete que no para de devorar cerezas y que, por cierto, no es otro que el propio Popov en un pequeño papel reservado para él mismo.

En la escena final nuestros héroes previsiblemente deslumbrarán a los incorruptibles organismos públicos con su invento en una escena frenética en que empiezan a fabricar cajas a mansalva hasta cubrir todo el despacho. Hay algo de genuina locura y entusiasmo que contagia a los funcionarios que deben evaluar el invento, y creo que también al espectador. Y éste creo que es el rasgo que hace de Three Friends and an Invention una comedia tan especial. Más allá de lo divertida que es y lo bien filmada que está, posee un cierto lirismo en sus escenas en exteriores y un encanto contagioso. Tal es así que, aunque hoy día esté virtualmente olvidada, en su momento se llegó a exportar fuera de su país y fue bien recibida en los mismos Estados Unidos. Vale la pena pues que la reivindiquemos como una de esas pequeñas joyas del cine soviético a disfrutar como merece.

2 comentarios en “Three Friends and an Invention (Dva druga, model i podruga, 1927) de Aleksei Popov

    • Amigo Florenci, seguro que le gusta, trate de dar con ella, que circula por internet. Pasará un rato muy agradable. Un saludo.

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