Especial décimo aniversario: las 100 películas mudas favoritas del Dr. Caligari

Continuando con la celebración del décimo aniversario que ya iniciamos la semana pasada, el Doctor Caligari ha decidido ofrecer a sus lectores otro post de índole más personal. Si hace tiempo para conmemorar su quinto aniversario este Doctor listó sus 50 películas mudas favoritas, tenía sentido pues para que para el décimo aniversario compartiera sus 100 películas mudas favoritas.

Dicho listado no es una mera ampliación del que creó hace 50 años, sino una actualización. Eso quiere decir que los 50 primeros filmes de la lista no son necesariamente los mismos ni en exactamente el mismo orden, ya que esta lista se ha elaborado de cero sin tomar la otra como referencia (lo cual no quita que no haya habido grandes cambios significativos entre ambas). A partir de esto, solo dos puntualizaciones:

  • Ésta es una lista de películas favoritas a nivel personal. No pretende ser un listado que represente las obras más importantes o representativas de la era muda, ni que abarque los principales cineastas, movimientos o tendencias de la época.
  • En este caso, a diferencia del anterior listado, no he puesto límite al número de películas que podía haber de un mismo director. Solo una condición: he incluido únicamente largometrajes (es decir, a partir de unos 40 minutos), ya que si incluía cortos se me complicaba demasiado la cosa. Eso ha implicado dejar fuera el cine de los primeros años, espero que sepan disculparme por ello.

Y sin más dilación aquí va la lista, espero que la disfruten y la encuentren entretenida.

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Especial décimo aniversario: un repaso a mi relación con el cine mudo

 

Amigos lectores, estos días estamos de celebración en este rincón silente, ya que se cumplen ni más ni menos que 10 años desde que este Doctor decidió inaugurar este humilde espacio dedicado al cine mudo. Es cierto que la idea de abrir una web dedicada al cine mudo en plena era digital podía parecer una locura carente de futuro o simplemente ingenua en el mejor de los casos, pero el Doctor Caligari decidió lanzarse a ello sin pensarlo mucho. La premisa era ofrecer un espacio al que pudiera acudir la minoría de gente interesada en el tema, sin importar cuántos fueran y, en caso de que no funcionara, abandonarla con el tiempo. Poco podía imaginar hace 10 años este Doctor que no solo la idea fructificaría sino que llegaría a lectores de todo el mundo, de modo que de entrada no puedo más que agradecerles que hayan seguido este pequeño rincón silente durante este tiempo.

Y para celebrar esta ocasión especial este mes de enero les ofreceremos algunos posts especiales: primero dos de índole más personal en que responderé dos de las preguntas que más me han hecho relacionadas con mi afición al cine mudo, y luego otros dos dedicados a conmemorar una película que también está de aniversario este año, y que es una de las favoritas del Doctor Caligari. ¡Así que no se vayan muy lejos y únanse a la celebración!

El primer post con el que celebraremos este aniversario será de índole personal, ya que es un repaso cronológico a las películas que me introdujeron en el cine mudo. A menudo me han preguntado cómo y de dónde provino mi afición al cine mudo, pero es algo que no surgió en un momento determinado o con una película concreta sino de forma progresiva, de modo que espero que este pequeño repaso personal pueda responder a la pregunta.

Una aclaración: no se trata de una lista de mis películas mudas favoritas (en eso consistió de hecho el segundo post especial), sino de un repaso cronológico a los filmes que me descubrieron esta forma de arte. Obviamente la mayoría de las obras citadas también se encuentran entre mis predilectas, ya que muchas son grandes clásicos de la era silente y/o les guardo un cariño especial. Pero la idea no es tanto recopilar mis cintas predilectas como hablar de las diferentes etapas por las que pasé en mi relación con el cine mudo. Y sin más preámbulos, aquí va:

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«No sabía que ya lo habían inventado en esa época»: recursos cinematográficos que ya existían en la era muda (II)

Si recuerdan, la semana pasada iniciamos un artículo dedicado a detallar multitud de innovaciones cinematográficas que a veces se piensa erróneamente que son posteriores a la era muda… ¡o incluso pertenecientes a la modernidad! El propósito de estos dos posts es reivindicar una vez más la era muda, a menudo vista de forma totalmente errónea como una época anticuada y superada enseguida con el sonoro, y por supuesto recopilar algunos curiosos hallazgos de esta época. Si el anterior post se centraba en recursos técnicos o de lenguaje cinematográfico, en éste hablaremos más de temas relacionados con el contenido y temática de las películas. Allá vamos:

Guiños metacinematográficos

Los juegos metacinematográficos hacen algo tan aparentemente moderno como destruir ese mundo de ficción construido de forma tan minuciosa y hacen evidente el artificio. Proponen un guiño cómplice al espectador evidenciando que los personajes que vemos son actores y no personas reales. Esto es también algo tan viejo como el mismo cine.

Hace años hablé de una película que vi en Pordenone llamada Fleur de Paris (1916) en que la famosa actriz Mistinguett interpretaba a dos mujeres: a una humilde costurera que guarda un extraño parecido con la actriz Mistinguett y, claro está, a ella misma, la propia Mistinguett, que se acaba encontrando con la costurera. Un argumento de ese tipo en una película estrenada 50 años después parecería un alarde de modernidad, pero en realidad como vemos este tipo de tramas no era tan raras en la época.

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Hace 100 años: las mejores películas de 1922

Efectivamente, amigos lectores, aquí tenemos uno de los artículos que no pueden faltar cada año en su rincón silente favorito (esto es, espero, este humilde blog): el listado de las mejores películas que cumplen 100 años, es decir, los mejores filmes de 1922. Mientras a finales de año las revistas de cine nos desbordarán con listados que siguen esa aburrida actualidad no silente, el Doctor Caligari les propone en el ecuador de este 2022 una selección de las 15 mejores películas que recuerda haber visto en el ya lejano año 1922. Vamos a ello y recuerden que al final del post tienen los links de los listados elaborados aquí en los años anteriores.

No voy a detenerme demasiado en hacer un repaso sobre cómo estaba el panorama cinematográfico en 1922 porque a grandes rasgos sigue las líneas que ya comenté en el post dedicado a 1921. Alemania siguió imponiéndose como una de las cinematografías más importantes no ya de Europa sino del mundo, y es significativo cómo en un par de años ha pasado de tener una presencia testimonial en mis tops a acaparar los mejores puestos (y eso que he evitado repetir más de una película de un mismo director). En contraste, los países escandinavos van cediendo poco su hegemonía, si bien veremos que este año se estrenó uno de los filmes más célebres de su periodo mudo. Cabe decir no obstante que he dejado fuera algunas obras bastante interesantes de esos países como la dickensiana Grandes Esperanzas (Store forventninger, 1922) del danés A. W. Sandberg o la finlandesa Anna-Liisa (1922) de Teuvo Puro, que vi hace unos años en Pordenone.

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Reseñas exprés: Le Diamant Noir (1913) de Alfred Machin, The Whip (1917) de Maurice Tourneur y Napoleon auf St. Helena (1929) de Lupu Pick

Amigos lectores, como supondrán este Doctor no comenta aquí todas las películas mudas que ve en su día a día. Hay muchas que no le dejan gran poso o que sencillamente no le inspiran lo suficiente como para dedicarles una reseña completa. Pero hace poco tuve la idea de que quizá a mis queridos lectores les resultaría útil leer igualmente sobre ellas, aunque fuera una opinión más breve, en la línea de lo que se lleva en estos tiempos de críticas-telegrama. De modo que como experimento he decidido hacer un post de «reseñas exprés» en que hablaré de dos o tres filmes mudos que no me han inspirado para dedicarles un post completo, pero que igualmente creo que pueden ser interesantes para mis lectores por varios motivos.

Esto no sustituirá mis reseñas en el formato habitual, pero si veo que funciona quizá lo repita en alguna que otra ocasión en que tenga dos o tres películas a las que me apetezca dedicarle «solo» un par o tres de párrafos. Sin más dilación, aquí van las tres de hoy:

Le Diamant Noir (1913) – Alfred Machin

Una película del belga Alfred Machin siempre es objeto de interés de este Doctor, pero he de reconocer que el mediometraje Le Diamant Noir (1913) me ha supuesto una decepción. La premisa es como sigue: Ogier, el secretaria de un barón es injustamente acusado del robo del anillo de diamantes de la hija del noble. Nunca adivinarán el verdadero culpable: una urraca que el propio Ogier se trajo a la mansión como mascota a la que le encanta robar joyas. Avergonzado por esa falsa acusación, Ogier opta por empezar una nueva vida en el Congo Belga.

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Publicación del libro Criaturas del cine expresionista alemán

Amigos lectores, a este Doctor le complace anunciarles que acaba de editar un libro cuya temática muy probablemente les parecerá interesante: Criaturas del cine expresionista alemán, escrito bajo su habitual seudónimo Guillermo Triguero, con el que quizá ya sepan que suele publicar artículos y libros fuera de esta web. La idea surgió a raíz de un proyecto en el que este Doctor lleva tiempo trabajando junto a Visualphonic, y el libro ha sido publicado por Editorial Hermenaute contando además con un prólogo del director de la Filmoteca de Catalunya, Esteve Riambau. Todo ello se ha planificado para coincidir con el centenario del estreno de Nosferatu (1922) de F.W. Murnau, que será también motivo de celebración en este rincón silente con un futuro especial temático.

¿Qué pueden esperar de esta obra? Tal y como indica su título es un repaso a un movimiento tan apasionante como el expresionista alemán, que se inicia con el contexto social y artístico de la Alemania de posguerra, un periodo que como sin duda sabrán fue muy tumultuoso pero también muy efervescente a nivel creativo. Seguidamente se dedica un capítulo a algunos precedentes fílmicos del cine expresionista, muchos de ellos injustamente olvidados hoy día, y a partir de ahí me embarco en las grandes obras del movimiento: desde los clásicos El Gabinete del Doctor Caligari (1920), El Golem (1920) o Nosferatu (1922), a otras obras menos recordadas como De la Mañana a la Medianoche (1920) o las tres versiones de El Estudiante de Praga.

De paso este Doctor ha aprovechado para refutar algunos tópicos muy comúnmente extendidos sobre este movimiento del que tanto se ha escrito, pero a veces con demasiada ligereza: la tendencia a catalogar de «expresionista» cualquier filme alemán de la época, las injustas críticas vertidas contra la carrera del director de Caligari, Robert Wiene, o la idea del expresionismo como un movimiento meramente vanguardista olvidando su importante componente comercial.

Aunque es un tema del que se ha escrito mucho, les aseguro que este Doctor ha hecho un gran esfuerzo de documentación para que el libro fuera lo más fidedigno posible a la temática, y también ha procurado digerir todos esos datos y convertirlos en un texto riguroso pero ameno de leer. Se da también una visión amplia del fenómeno incluyendo menciones sueltas a otros cineastas como algunos directores daneses de la época, mi adorado Maurice Tourneur… ¡e incluso cierta película japonesa!

Si les parece interesante la propuesta, pueden adquirir el libro a través de este link, y si tienen curiosidad pueden también echar un vistazo a la recién inaugurada sección de la web dedicada a libros escritos por este Doctor. Por cierto, estén atentos a nuestras redes sociales si quieren asistir a la presentación oficial, que tendrá lugar la primera semana de marzo. ¡Más información en breve!

Los diez directores de fotografía más destacados de la era muda

La figura del director de fotografía no está suficientemente valorada en el mundo de la historia y crítica cinematográfica. A veces tendemos a dar todo el mérito visual de una película al director y olvidamos con demasiada facilidad (aquí yo mismo entono un «mea culpa») que gran parte del mérito visual de una película y de su estética viene del trabajo del director de fotografía, que a veces puede venir fuertemente condicionado por las directrices del realizador, pero no siempre es así.

Esto es aún más cierto en la era muda, donde hasta que el oficio se acabó de profesionalizar y especializar, el director de fotografía a menudo tenía que ejercer varias funciones que décadas después se repartirían entre diferentes personas del equipo. Tal es así que a menudo el encargado de la fotografía era también el que manejaba la cámara, el responsable de ciertos efectos especiales… e incluso ¡el que se encargaba del proceso de revelado del filme! A eso hay que sumarle que estos pioneros fueron los responsables de descubrir multitud de efectos y recursos de fotografía que luego se estandarizaron pero que por entonces requerían experimentación y ganas de probar cosas nuevas.

No obstante el trabajo del cámara y director de fotografía sigue sin ser suficientemente reconocido pese a su enorme importancia. Para compensar este vacío, el Doctor Caligari ha decidido compartir con ustedes una selección de 10 de los directores de fotografía más destacados de la era muda. Es sí, la selección se basa en el trabajo realizado por estos directores de fotografía en el periodo silente, de modo que en algunos casos he decidido dejar fuera a ciertos nombres imprescindibles porque creo que la parte más destacada de su trabajo la hicieron en la era sonora (por ejemplo es el caso de James Wong Howe, que trabajó en varios filmes mudos pero empezó a destacar años después ya entrado el sonoro).

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Diez curiosidades sobre Maurice Tourneur, uno de los grandes directores olvidados de la era muda

Como ya sabrán nuestros lectores más antiguos uno de los nombres que más nos gusta reivindicar en este humilde rincón dedicado al cine mudo es el del gran cineasta francés Maurice Tourneur, terriblemente olvidado desde hace décadas pese a ser uno de los creadores más importantes de la era silente además de ser el orgulloso ganador de la primera lista que hicimos de películas que cumplían 100 años el 2014. De cara a revalorizar su figura y darle a conocer como se merece, hemos pensado hacer este post con diez curiosidades sobre su vida y obra que esperemos que les motiven a profundizar en su cine y a apreciar aún más a este director esencial.

1) Su verdadero apellido no era Tourneur

Aunque se llamaba Maurice Thomas, éste decidió cambiar su apellido a Tourneur en sus inicios como actor de teatro, seguramente porque «Thomas» era demasiado vulgar como para que le ayudara a darse a conocer, pero también para romper el vínculo con su padre, con quien tuvo muy mala relación. Al final su carrera como actor no fue especialmente destacada pero le permitió viajar por todo el mundo (incluyendo Sudamérica) y conocer al director André Antoine, que sería el que le introduciría en el mundo del cine.

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Hace 100 años: las mejores películas de 1920

Amigos lectores, un año más vuelve el post que todos estaban esperando: el tradicional repaso del Doctor Caligari a los mejores filmes que este año cumplen un siglo o, dicho de otra manera, las mejores 15 películas de 1920 (si quieren consultar los listados de otros años, los tienen abajo del todo). El cambio de década, como ya sabrán, marcaría la entrada a la edad de oro de la era muda. Después de que a finales de los años 10 el cine acabara de consolidarse al encontrar su lenguaje cinematográfico propio, los años 20 supusieron su eclosión definitiva. Lo que hace que el cine de esta década sea tan fascinante es ver cómo tantos grandes cineastas explorarían, cada uno a su manera, las posibilidades de una forma de arte que todavía estaba por ver cuánto daría de sí. Era aún terreno nuevo por explorar.

Así pues uno de los hechos más significativos de este 1920 sería el surgimiento del cine expresionista, al cual le seguirían otras tendencias vanguardistas que iremos viendo en próximos años. Eso conllevó entre otras cosas la entrada con fuerza de Alemania como uno de los países más potentes a nivel cinematográfico del mundo, algo que queda bastante claro en el listado que hemos elaborado. En paralelo, nuestros amigos los suecos seguían ofreciendo algunas de las películas más interesantes del momento, entre las cuales notarán que he omitido un clásico en mayúsculas en mi listado: Erotikon (1920) de Mauritz Stiller, que si bien fue una obra muy exitosa e importante (fue uno de los filmes que empezó a establecer las reglas de las comedias sofisticadas), no se encuentra entre mis favoritas.

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Los difíciles inicios de Ernst Lubitsch en América

Ernst Lubitsch no fue desde luego el primer cineasta europeo en emigrar a Hollywood, como ya les explicamos en un antiguo post sobre el tema, pero sí que fue uno de los más importantes. En el momento de su traslado, Lubitsch era el cineasta más afamado de su país y su llegada a la Meca del Cine fue un acontecimiento que, como veremos, no estuvo exento de ciertos problemas. Pero una vez éste consiguió instalarse allá, su ejemplo sirvió de caso de éxito para la marea de emigrantes europeos que vendría en años venideros. En otras palabras, su historia era una forma de probar que para un director europeo era posible adaptarse a Hollywood – otra cosa muy diferente por supuesto era conseguirlo, ya que no fueron pocos los que no lo lograron. En todo caso, aunque las historias del cine y las biografías del director suelen quedarse con el dato de que éste dio el salto a Hollywood con bastante facilidad, vale la pena detenerse en el detalle de cómo fue todo el proceso, ya que nos permitirá entender el valor de dicha hazaña, que en realidad no tuvo nada de sencillo.

Como hemos dicho, a principios de los años 20, Ernst Lubitsch se convirtió en el director más importante de Alemania y uno de los pocos cineastas europeos que llegó a ser conocido por el público americano. Todo empezó cuando un distribuidor estadounidense se animó a estrenar su película Madame DuBarry (1919) con el título Passion y ésta fue un éxito apabullante que superó todas las expectativas. De hecho fueron ésta y El Gabinete del Dr. Caligari (1920) las dos películas que dieron a conocer el cine germano al otro lado del Atlántico, iniciando esa corriente de pensamiento tan extendida (¡incluso hasta nuestros días!) de que el cine mudo alemán era más artístico y sofisticado que el de Hollywood, algo que tiene mucho de tópico. Tras el enorme éxito de Madame DuBarry se importaron otras películas de Lubitsch como Ana Bolena (1920) – retitulada estúpidamente como Deception -, Sumurun (1920) – retitulada quizá algo menos estúpidamente como One Arabbian Night – y La Mujer del Faraón (1922). El éxito de esas películas le valió el generoso apelativo de ser «el Griffith europeo», lo cual puede parecernos extraño, pero hemos de entender que los únicos filmes suyos que se estaban importando eran sus grandes producciones históricas, y que por tanto el público americano desconocía las numerosas comedias que estaba haciendo por entonces en medio de esas grandes producciones.

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