«No sabía que ya lo habían inventado en esa época»: recursos cinematográficos que ya existían en la era muda (II)

Si recuerdan, la semana pasada iniciamos un artículo dedicado a detallar multitud de innovaciones cinematográficas que a veces se piensa erróneamente que son posteriores a la era muda… ¡o incluso pertenecientes a la modernidad! El propósito de estos dos posts es reivindicar una vez más la era muda, a menudo vista de forma totalmente errónea como una época anticuada y superada enseguida con el sonoro, y por supuesto recopilar algunos curiosos hallazgos de esta época. Si el anterior post se centraba en recursos técnicos o de lenguaje cinematográfico, en éste hablaremos más de temas relacionados con el contenido y temática de las películas. Allá vamos:

Guiños metacinematográficos

Los juegos metacinematográficos hacen algo tan aparentemente moderno como destruir ese mundo de ficción construido de forma tan minuciosa y hacen evidente el artificio. Proponen un guiño cómplice al espectador evidenciando que los personajes que vemos son actores y no personas reales. Esto es también algo tan viejo como el mismo cine.

Hace años hablé de una película que vi en Pordenone llamada Fleur de Paris (1916) en que la famosa actriz Mistinguett interpretaba a dos mujeres: a una humilde costurera que guarda un extraño parecido con la actriz Mistinguett y, claro está, a ella misma, la propia Mistinguett, que se acaba encontrando con la costurera. Un argumento de ese tipo en una película estrenada 50 años después parecería un alarde de modernidad, pero en realidad como vemos este tipo de tramas no era tan raras en la época.

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Bajo la Farola (Unter der Laterne, 1928) de Gerhard Lamprecht

Como ya he comentado por aquí en diversas ocasiones, seguir asociando el cine mudo alemán únicamente con el expresionismo a estas alturas es un error. El legado fílmico que dejó Alemania en los años 20, uno de los más extraordinarios de la historia del cine en mi opinión, va mucho más allá de una corriente o tendencia concreta y legó grandes obras de estilos totalmente distintos. Por ejemplo, en la segunda mitad de la década surgió una tendencia hacia un tipo de cine de crítica social ejemplificado en obras como la magistral Bajo la Máscara del Placer (Die Freudlose Gasse, 1925) de G.W. Pabst, El Viaje a la Felicidad de Madre Krause (Mutter Krausens Fahrt ins Glück, 1929) de Phil Jutzi o Hermanos (Brüder, 1929) de Werner Hochbaum. Uno de los cineastas que más se movió en esa corriente fue Gerhard Lamprecht, un director prolífico y heterogéneo capaz de moverse en registros muy diferentes pero que mostró cierto apego a este tipo de películas en aquellos años. De hecho, el filme que nos ocupa estuvo producido por él mismo y coescrito con su colaboradora habitual, la guionista Luise Heilborn-Körbitz.

Bajo la Farola (Unter der Laterne, 1928) explica la historia de Else, una joven que vive enclaustrada y dominada por su autoritario padre, que no le deja salir de casa a verse con su novio Hans, quien está sin trabajo. Después de una discusión, el padre la castiga una noche sin permitirle entrar en casa y ésta busca refugio en el piso que comparten Hans y su mejor amigo Max. Ahí se les ocurre montar un número de vodevil con un caballo de pantomima que resulta ser un enorme éxito. Pero las cosas se complican: como Else es menor de edad, su padre reclama a la policía que hagan volver a su hija a casa. Ésta escapa y acaba refugiándose en casa del empresario que les ha contratado para hacer ese número, un hombre cínico que quiere aprovechar esa circunstancia para cortejarla. Aunque la joven se resiste a sus intentos, Hans aparece en un momento crucial y, creyendo que ésta se ha convertido en su amante, la abandona. Sin ningún lugar al que acudir, Else no tiene más remedio que sucumbir y convertirse en el amante de este hombre al que desprecia. Pero después de un breve tiempo viviendo una ilusoria vida de lujo, su situación se irá complicando hasta verse abocada lentamente a la prostitución.

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Los diez directores de fotografía más destacados de la era muda

La figura del director de fotografía no está suficientemente valorada en el mundo de la historia y crítica cinematográfica. A veces tendemos a dar todo el mérito visual de una película al director y olvidamos con demasiada facilidad (aquí yo mismo entono un «mea culpa») que gran parte del mérito visual de una película y de su estética viene del trabajo del director de fotografía, que a veces puede venir fuertemente condicionado por las directrices del realizador, pero no siempre es así.

Esto es aún más cierto en la era muda, donde hasta que el oficio se acabó de profesionalizar y especializar, el director de fotografía a menudo tenía que ejercer varias funciones que décadas después se repartirían entre diferentes personas del equipo. Tal es así que a menudo el encargado de la fotografía era también el que manejaba la cámara, el responsable de ciertos efectos especiales… e incluso ¡el que se encargaba del proceso de revelado del filme! A eso hay que sumarle que estos pioneros fueron los responsables de descubrir multitud de efectos y recursos de fotografía que luego se estandarizaron pero que por entonces requerían experimentación y ganas de probar cosas nuevas.

No obstante el trabajo del cámara y director de fotografía sigue sin ser suficientemente reconocido pese a su enorme importancia. Para compensar este vacío, el Doctor Caligari ha decidido compartir con ustedes una selección de 10 de los directores de fotografía más destacados de la era muda. Es sí, la selección se basa en el trabajo realizado por estos directores de fotografía en el periodo silente, de modo que en algunos casos he decidido dejar fuera a ciertos nombres imprescindibles porque creo que la parte más destacada de su trabajo la hicieron en la era sonora (por ejemplo es el caso de James Wong Howe, que trabajó en varios filmes mudos pero empezó a destacar años después ya entrado el sonoro).

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Le (mini) Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2020 (III)

A medida que avanza el festival me he dado cuenta de un detalle que hace que estos visionados en el sofá de casa y con la sola compañía de mi ayudante Cesare se diferencien de alguno de los ciclos de cine mudo que a veces me hago por mi cuenta. No me refiero al resto de vídeos que el festival está compartiendo de Masterclasses, charlas después de la película y presentaciones de libros porque, ay, la falta de tiempo ha hecho que no haya podido ver ninguno (y eso que tenía muchas ganas, sobre todo de la presentación del libro Rediscovering Roscoe: The Films of “Fatty” Arbuckle de Steve Massa). No, la diferencia fundamental está en los acompañamientos musicales, porque si bien gracias a Dios hoy día las ediciones en DVD de películas mudas suelen cuidar más este aspecto, hay que decir que los acompañamientos que se hacen en Pordenone son de primer nivel, y que, lo crean o no, viendo estas películas a lo largo de la semana me han venido flashbacks de otras proyecciones de pasadas ediciones por la forma de interpretar la música.

Sirva este párrafo como reconocimiento a los excelentes músicos que contribuyen a hacer de Pordenone una experiencia de primer nivel y a los que, lo reconozco, no les dedico en mis reseñas la atención que merecen. Mea culpa! Dicho esto, pasemos a ver qué nos ha ofrecido el festival estos tres días.

6 de Octubre – Una giornata surrealista

Si el primer día del festival imperaba un cierto tono nostálgico por las dos proyecciones que coincidieron, no hay duda de que el martes fue el día dedicado al humor más estrafalario además proveniente de dos países que uno no suele asociar a ese tipo de películas. Ciertamente cuando uno piensa en cine mudo italiano lo que le viene a la cabeza son peplums y melodramas protagonizados por grandes divas, mientras que cuando uno piensa en cine mudo checo… bueno, a decir verdad, no creo que suela pensarse mucho en cine mudo checo, pero en todo caso el doble programa de hoy nos sirvió para demostrarnos que en ambos países se hacían también comedias muy divertidas.

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Sigmund Freud y su opinión sobre Misterios de un Alma (Geheimnisse einer Seele, 1926) de G.W. Pabst

En 1926 se estrenó en Berlín Misterios de un Alma (Geheimnisse einer Seele) de G.W. Pabst, la primera película de la historia en tratar el tema del psicoanálisis. El filme fue un éxito de público y crítica que se convirtió enseguida en un clásico del cine mudo alemán. Pero hay una pregunta que resulta inevitable hacerse: ¿qué pensaba al respecto Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis? ¿Él también compartía el entusiasmo hacia ese filme?

El proyecto nació tiempo atrás cuando la UFA tuvo la idea de hacer una película que explicara al gran público la teoría del psicoanálisis, que en aquellos momentos estaba teniendo cada vez más renombre, y por ello pensaron que sería buena idea involucrar a Freud en el proyecto para darle más prestigio. Desafortunadamente el gran hombre no estaba muy por la labor. Como muchos otros intelectuales y científicos de la época, Freud consideraba el cine como una especie de sofisticado espectáculo de feria, aun cuando en 1925 ya se estaba empezando a erigir como una forma de arte por derecho propio. De hecho antes de que la UFA le contactara ya le había llegado una oferta de Hollywood, más concretamente de Samuel Goldwyn, ofreciéndole una generosa suma para que colaborara en un filme sobre los grandes amores de la historia aportando sus conocimientos científicos sobre las pulsiones erotico-amorosas. Freud rechazó la oferta.

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Las 50 películas mudas favoritas del Dr. Caligari

Apreciado lector, este post ha quedado desfasado, puesto que el Doctor Caligari ha hecho 5 años después una nueva lista actualizada y con 100 títulos.


En los cinco años que este humilde Doctor lleva escribiendo en este rincón dedicado al cine mudo en más de una ocasión le han preguntado por sus películas mudas favoritas. Ésta obviamente no es una tarea fácil, ¡hay tantos títulos a tener en cuenta! No obstante, para conmemorar el reciente quinto aniversario del blog y el haber llegado a los mil seguidores en nuestro Facebook (en la foto de arriba pueden ver al Doctor Caligari celebrando eufórico la ocasión) su genio del mal favorito ha decidido sentarse y escribir la susodicha lista.

Como una lista de diez películas estaría formada en su mayor parte por títulos más conocidos y, por otro lado, este Doctor tampoco quiere ser deshonesto seleccionando obras más atípicas para dárselas de original, ha decidido que la mejor forma de llevar esto a cabo era ampliando la lista a 50 títulos, donde habría cabida para algunos más conocidos y otros no tanto. Y por último, para facilitar la tarea (uno ya tiene una edad para meterse en este tipo de fregados), se dejarán de lado cortometrajes. Espero que disfruten de esta selección de la que inevitablemente se han quedado fuera muchos grandes títulos:

Películas multiversiones: una curiosa alternativa al doblaje

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Uno de los problemas inmediatos que trajo la llegada del sonido a Hollywood fue la exportación de esos films al mercado extranjero. Desde siempre para Estados Unidos fue importantísima la recaudación que tuvieran sus películas en el resto del mundo. En la época muda el intercambio de películas entre países era muy sencillo, bastaba con cambiar los rótulos traducidos al idioma que tocara et voilà. Sin embargo con el sonido se enfrentaban a un problema nuevo: ¿cómo iban los espectadores de otros países a entender las películas inglesas?

La opción de doblarlas no era muy viable por entonces, ya que el equipamiento que había en aquella época todavía era muy primitivo para diseñar un sistema de doblaje en masa. De hecho casi siempre las bandas de sonido incluían diálogos, música y efectos de sonido juntos, y no por separado. Por lo tanto, la solución a la que se recurrió fueron las multiversiones: es decir volver a rodar la misma película en otros idiomas.

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Leni Riefenstahl y sus dificultosos rodajes con Arnold Fanck (II)

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En un post reciente les narramos las desventuras de la actriz y futura realizadora Leni Riefenstahl cuando tuvo que trabajar a las órdenes del director Arnold Fanck protagonizado algunos de los más míticos bergfilm de la época. Hoy les ofrecemos la segunda parte de sus sufridas experiencias en otras dos películas filmadas en condiciones especialmente difíciles.

Der grosse Sprung  (1927)

«‘Leni – me dijo [Arnold] Fanck un día – mientras yo hago las tomas de invierno, tú irás con nuestro superescalador y superesquiador Pulga de Nieve [apodo del operador de cámara Schneeberger] a los Dolomitas y dejarás que te enseñe a escalar, ¿de acuerdo? (…) ‘Sobre todo tienes que escalar descalza, tal como lo exige el papel’, me dijo Fanck cuando nos despedíamos.

Como punto de partida para nuestros ejercicios de alpinismo habíamos elegido la caña del collado de la Sella. Ante la larga cima había rocas de diversos tamaños. Empecé a escalar con entusiasmo, primero todavía con zapatos. No solo me gustaba, sino que se me daba tan bien como si escalara montañas desde hacía tiempo. Gracias a los ejercicios de danza se había desarrollado mi sentido del equilibrio y, al bailar con las puntas, tenía fuerza en los dedos de los pies. Pulga de Nieve estaba tan satisfecho con mis progresos que propuso intentar un verdadero viaje de alpinismo, de modo que escogió las Torres de Vajolette.»

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Versiones multilingües: La Ópera de Tres Peniques (1931) de G.W. Pabst

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Amigos lectores, hoy se cumplen nada menos que 85 años del estreno de una de las grandes obras maestras de los inicios del cine sonoro, La Ópera de Tres Peniques (1931) de G.W Pabst. Para celebrarlo, el Doctor Caligari se ha aliado con su colega el Doctor Mabuse para hacer un doble post dedicado al film. Mientras que en el Gabinete del Doctor Mabuse se ofrece una reseña de la película donde se dan detalles sobre los conflictos que hubo con Bertold Brecht y Kurt Weill (autores de la obra teatral original), el Doctor Caligari se centrará en las versiones multilingües que se hicieron de la película en alemán y francés. Si no conocen el film (¡sacrílegos!) les recomiendo leer antes la entrada del Doctor Mabuse para contextualizarse.

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Le Giornate del Cine Mudo de Pordenone 2014 (IV): 9, 10 y 11 de octubre

A medida que esto va llegando a su fin, uno piensa en las cosas que echará de menos del festival, y una de ellas es el público. Porque la ventaja de ser un festival que va dirigido a una audiencia muy concreta es que los habituales que nos congregamos en la sala somos todos amantes del cine, y eso se nota en las proyecciones. La gente no solo aplaude al acabar la película sino también al inicio cuando se menciona el nombre del pianistao. Y aunque es cierto que cuando vemos obras tan antiguas siempre encontraremos algunos detalles, frases o gestos tan anticuados que hacen reír por lo desfasados que han quedado, aquí la gente no se ríe siempre a la mínima (como sí sucede por ejemplo en muchas proyecciones de la Filmoteca), buscando con condescendencia burlarse de esos actores que entendían otra forma de interpretación. Del mismo modo que cuando un actor hacía un gesto excesivamente sobreactuado o el guión tomaba un giro demasiado absurdo a veces nos reíamos, también aplaudimos espontáneamente a Colleen Moore cuando hizo una imitación brillantemente cómica o cuando Douglas Fairbanks consiguió tomar el barco de los piratas.

Aparte de ser un marco excelente para conocer muchas películas difíciles de visionar en otros medios, el festival de Pordenone es un sitio ideal para disfrutar del placer del cine mudo rodeado de gente que, como uno mismo, entiende esos códigos y los aprecia. Y antes de que este viejo Doctor se ponga melancólico, demos paso al final de la crónica.

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