Especial centenario Avaricia (Greed, 1924) de Erich von Stroheim (IV): los diferentes montajes

Este artículo forma parte dentro de un especial temático dedicado a Avaricia (Greed, 1924) de Erich von Stroheim con motivo de su centenario. Éstos son los otros posts que pueden leer sobre la película:


El rodaje de Avaricia (1924) fue más o menos bien dentro de los parámetros de Erich von Stroheim. Sí, el coste acabó siendo casi el doble del presupuesto estipulado y uno de los protagonistas se pasó meses en un hospital recuperándose de una insolación por haber filmado una escena en el desierto en pleno verano, pero eso en términos Stroheim entraba dentro de lo esperable. Por lo demás, el coste no fue muy elevado y no hubo imprevistos ni peleas con el equipo. El problema vino con el montaje. Porque Stroheim había filmado 85 horas que debía convertir en un largometraje. Y aquí es donde las cosas se torcieron y nació la leyenda negra de Avaricia, que la convertiría en una de las grandes películas malditas de la historia del cine.

La historia de los diferentes montajes de la película es algo confusa, así que intentaremos tratarlos por separado. Pónganse cómodos, porque este parte del proceso fue larga y en ella se involucraron algunos de los nombres más importantes del Hollywood del momento:

Primer montaje de Stroheim (entre 42 y 45 rollos / unas 9 o 9 horas y media)

Lo cierto es que, aunque Stroheim era un hombre muy seguro de si mismo, a mitad del proceso de montaje empezó a atascarse. Había filmado demasiado material y llegó un punto en que no sabía cómo reducirlo más. Así pues, tuvo la idea organizar una proyección privada de un primer montaje aún en proceso de refinarse. Esta proyección tenía dos finalidades: por un lado mostrar al estudio la calidad del material, es decir, tranquilizarlos para que pudieran ver algo por fin, y por otro lado, empezar a vender la idea de que Avaricia debería ser una película de una duración muy por encima de lo habitual. Stroheim había llegado a un punto en que no se veía capaz de reducir mucho más el metraje, pero sabía que el estudio Goldwyn no aceptaría un filme de una duración tan inverosímil. Mostrándoles lo bien que quedaba y consiguiendo recolectar opiniones positivas de periodistas y colegas de profesión invitados confiaba poder hacer presión para que el estudio cediera de forma excepcional. Esta versión es la que a menudo se ha citado como «el montaje del director», pero no es una apreciación exacta puesto que todavía era un «work in progress» sobre el que Stroheim tenía que seguir trabajando. Lo que sí es cierto es que la copia más cercana a la visión que tenía Stroheim de la película que pudo llegar a verse.

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Especial centenario Avaricia (Greed, 1924) de Erich von Stroheim (III): el rodaje de una obra maestra

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La novela McTeague de Frank Norris llevaba tiempo siendo una obsesión para Erich von Stroheim. Aunque éste había llegado a Hollywood pretendiendo tener un pasado ilustre en Europa lo cierto en que sus primeros años de emigrante en Estados Unidos pasó muchas penurias, y seguramente se sintió muy cercano a la descripción que la novela hacía de la vida de sus personajes principales – eso sin olvidar que Stroheim estuvo viviendo también un tiempo en San Francisco y conocía el entorno en que sucedía la acción. Así pues, desde sus inicios como director para la Universal estuvo intentando varias veces que le dieran luz verde para llevar adelante una adaptación de la novela, pero sin éxito.

Merece mencionarse un dato muy curioso, y es que Avaricia (1924) es una película muy diferente a las otras que había hecho y haría Stroheim a lo largo de su carrera, mayormente situadas en Europa y con una presencia constante de prototípicos personajes de clase alta y/o del ejército. La única otra excepción sería esa rareza que es Hello, Sister! (1933) – también conocida como Walking Down Broadway – que constituiría el único filme sonoro que dirigió y el último de su carrera, que además fue completado por tres directores más dado los problemas que hubo en el rodaje. Es comprensible por tanto que el estudio no viera con buenos ojos un cambio de temática y escenario tan diferentes al tipo de filmes por los que su rebelde cineasta se había hecho famoso.

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Especial centenario Avaricia (Greed, 1924) de Erich von Stroheim (II)

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Avaricia (Greed, 1924) de Erich von Stroheim es una de esas películas que, más allá de toda la leyenda que hay a su alrededor, al verla uno tiene la sensación de estar viendo algo realmente grande. Y no me refiero solamente en términos de longitud, que confirman la enorme ambición del proyecto, sino literalmente en todo: la forma como se desarrolla la historia tomándose su tiempo en que conozcamos los personajes y su evolución, el detallismo tan cuidado, la ambientación que captura tan bien los diferentes espacios, el tono empleado… Más allá de su aura de obra maldita, Avaricia es una auténtica obra maestra incluso en las versiones mutiladas que nos han llegado hoy día, pero no es fácil hacerle justicia en un texto.

Más allá de lo difícil que resulta captar en simples palabras la grandeza de películas tan inabarcables, el problema está en que nunca podremos juzgar Avaricia tal cual la concibió Stroheim. Una parte de la reseña de esta película es inevitable que se base en supuestos, en lo que intuimos pero no hemos podido llegar a ver más que en fotogramas sueltos. Teniendo eso en cuenta, haré lo posible por no dejarme llevar por fantasías sobre cómo habría sido Avaricia en su concepción original y centrarme en lo que se ve, tanto en el metraje superviviente como en los fotogramas congelados.

Como habrán intuido, esta reseña se basa en la versión de 4 horas. Si no la han visto o no conocen las dos versiones que circulan hoy día del filme, les aconsejo que antes echen un vistazo al primer post de este especial en que trato este tema. Las circunstancias del rodaje y las diferentes mutilaciones que sufrió la película las trataremos en futuros posts.

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Especial centenario Avaricia (Greed, 1924) de Erich von Stroheim (I): la gran obra maldita de la historia del cine

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El término «obra maldita» es uno de esos conceptos como «obra de culto» que se han sobreexplotado tanto que prácticamente ya casi carecen de sentido. Pero si hay una película que justifica el uso de dicho término, si hay un filme para el cual el adjetivo «maldito» está justificado de sobras, ése es Avaricia (Greed, 1924) de Erich von Stroheim. Considerada hoy día como una de las grandes obras maestras del cine, Avaricia ha simbolizado durante décadas la lucha del artista contra el sistema, la tragedia del autor que ve cómo la gran obra de su vida es destrozada por los imperativos comerciales, el paso del Hollywood dominado por los directores a la era de los productores. Fue el primero de una larga serie de catastróficos casos de cineastas geniales que tuvieron que ver como los productores destrozaban obras muy personales en las que ellos habían trabajado con tanto ahínco. La primera de una lista que incluye episodios célebres como El Cuarto Mandamiento (The Magnificent Ambersons, 1942) de Orson Welles y otros menos conocidos pero no por ello menos dramáticos, como la película de animación The Thief and the Cobbler (1993) de Richard Williams.

Avaricia es también uno de esos ejemplos que a mí me gusta tildar de películas «kamikaze» en que su autor estuvo dispuesto a todo con tal de ser fiel a su visión, sin importarle las consecuencias que eso tendría para su carrera (otro ejemplo paradigmático sería Playtime (1967) de Jacques Tati). Célebre por su estilo tan impactantemente realista y crudo para los estándares de la época y por su desmesurada duración, Avaricia era una obra que no podía tener cabida en Hollywood. Pero Stroheim creyó tanto en ella que estuvo dispuesto a ir hasta el final. En cierto sentido no fue una decisión astuta, porque se exponía a que buena parte de sus esfuerzos resultaran en vano, a que la mayor parte de lo que filmó quedara suprimido – como acabó sucediendo. Era pues un impulso creativo en el sentido más estricto de la palabra.

¿Por qué Avaricia está hoy día considerada una de las grandes joyas de la era muda? ¿Está justificada su fama? ¿Cómo se las ingenió Stroheim para sacar adelante una película así y qué sucedió exactamente en el laborioso proceso de montaje? Aprovechando que este 2024 se cumplen 100 años del estreno de esta obra extraordinaria, el Doctor Caligari les ofrecerá a lo largo del mes de enero un especial en varios posts dedicado a la película en que espera responder a algunas de esas preguntas. De entrada en este primer post introductorio nos centraremos en resolver una duda concreta que me han formulado en muchas ocasiones: ¿qué versiones hay hoy día de Avaricia y cuál deberían ver?

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Hace 100 años: las mejores películas de 1923

¿Se pensaban que este Doctor se había olvidado de uno de los grandes clásicos de este rincón silente? ¡Para nada! Aunque un poco justos de fechas, aquí tienen el listado que todos estaban esperando: las mejores películas que cumplen 100 años, es decir, los mejores filmes de 1923. Si les parece que este año les cuesta elaborar los clásicos Top10 de mejores estrenos de 2023… ¡imagínense lo complicado que era en plena edad de oro del silente!

En 1923 Alemania seguía imponiéndose como una de las mayores potencias cinematográficas del mundo, como verán con la selección de varios títulos del listado, que van mucho más allá del ya conocido expresionismo. La otra gran potencia cinematográfica europea comprobarán que es Francia. En estos años hay innumerables ejemplos de películas que combinan una enorme sensibilidad y un sentido muy visual de la puesta en escena con las influencias de las vanguardias de la época, que se manifestaban sobre todo en cortometrajes como Le Retour à la Raison (1923) de Man Ray. Pocas cosas hay mejores en la era muda que los filmes franceses de este periodo que conjugan ambos elementos.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2023 (II)

Créditos de imagen: Lizica Codreanu en un disfraz de «Pierrot Éclair» hecho por Sonia Delaunay para Le p’tit Parigot (1926). Diseño gráfico: Giulio Calderini y Carmen Marchese.

7 de octubre – ¡Al fuego, bomberos!

Mientras en el mundo real se debate sobre el impacto que tendrán las inteligencias artificiales en el ámbito cinematográfico (spoiler: no pinta muy bien la cosa) resulta reconfortante aislarse por una semana en esa burbuja que es las Giornate del Cinema Muto de Pordenone, donde al final tras una semana de inmersión de filmes mudos uno acaba sintiéndose como si estuviera viviendo a principios del siglo XX. Tal es así que mi móvil se metió tanto en situación que al llegar a Italia perdió la conexión a internet, transportándome a aquellos tiempos en que no teníamos la respuesta a todo en un solo clic… lo cual tendría su gracia si no fuera porque el primer día no estaba en Pordenone, sino en una ciudad que no conocía demasiado y no sabía dónde estaba mi hotel. Bienvenidos a la experiencia Pordenone.

La primera sesión de este año correspondió al ciclo Ruritania. Para los que no lo conozcan, Ruritania es un país imaginario centroeuropeo inspirado en la inmensa popularidad de El prisionero de Zenda. Se utilizó (con ese u otros nombres inventados) en cientos de obras de ficción, demostrando la fascinación que había en esos años por ese territorio tan inestable políticamente y que parecía aún anclado en el siglo XIX. No obstante nuestra primera experiencia ruritana fue un tanto decepcionante. La Reina Joven (1918) era una prestigiosa película de la compañía barcelona Barcinógraf dirigida por Magí Murgià y que contaba con la por entonces célebre Margarida Xirgu encarnando a una reina que tiene un romance con un republicano. El problema es que tiene el defecto de las obras de esos años ambiciosas en intenciones pero algo justas a nivel artístico: parece más un despliegue de medios y recursos que vemos desde la distancia sin sentirnos implicados en la historia.

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El Hombre Que Ríe (The Man Who Laughs, 1928) de Paul Leni

El enorme éxito que supuso en su momento El Jorobado de Notre Dame (The Hunchback of Notre Dame, 1923) de Wallace Worsley provocó que la Universal decidiera seguir explotando esa combinación ganadora: películas de época basadas en libros conocidos con un toque algo oscuro o tétrico y protagonizadas por Lon Chaney en su prototípico papel de personaje atormentado de apariencia inquietante. La continuación lógica fue ir sobre seguro y proponer otra adaptación de Victor Hugo, cuya novela Nuestra Señora de Notre Dame ya había servido de inspiración para el filme sobre el célebre jorobado. La idea fue pues adaptar El Hombre Que Ríe, que aunque por entonces no era considerada una de sus mejores obras tenía un argumento muy idóneo para el cine y un papel hecho a medida de Lon Chaney.

Pero la propuesta inicialmente no fructificó al haber problemas para conseguir los derechos, de modo que el estudio decidió entonces apostar por El Fantasma de la Ópera (The Phantom of the Opera, 1925). Dirigida por Rupert Julian, la película partía en este caso de una novela de Gaston Leroux y tuvo tanto éxito que acabó convirtiéndose en el papel más emblemático de Lon Chaney. Pero cuando poco después el estudio por fin adquirió los derechos para El Hombre Que Ríe, Chaney ya estaba embarcado en otros proyectos, de modo que se decidió seguir adelante sin él. En su lugar se contrataría a otro de los más grandes actores de la era muda: el alemán Conrad Veidt – en algunas partes he leído que también se le propuso a Ivan Mosjoukine, lo cual tampoco sería descartable, ya que fue contratado por la Universal en esa misma época y era suficientemente versátil como para poder afrontar un papel tan difícil, pero al final éste protagonizaría un drama más convencional llamado Surrender (1927).

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Especial décimo aniversario: las 100 películas mudas favoritas del Dr. Caligari

Continuando con la celebración del décimo aniversario que ya iniciamos la semana pasada, el Doctor Caligari ha decidido ofrecer a sus lectores otro post de índole más personal. Si hace tiempo para conmemorar su quinto aniversario este Doctor listó sus 50 películas mudas favoritas, tenía sentido pues para que para el décimo aniversario compartiera sus 100 películas mudas favoritas.

Dicho listado no es una mera ampliación del que creó hace 50 años, sino una actualización. Eso quiere decir que los 50 primeros filmes de la lista no son necesariamente los mismos ni en exactamente el mismo orden, ya que esta lista se ha elaborado de cero sin tomar la otra como referencia (lo cual no quita que no haya habido grandes cambios significativos entre ambas). A partir de esto, solo dos puntualizaciones:

  • Ésta es una lista de películas favoritas a nivel personal. No pretende ser un listado que represente las obras más importantes o representativas de la era muda, ni que abarque los principales cineastas, movimientos o tendencias de la época.
  • En este caso, a diferencia del anterior listado, no he puesto límite al número de películas que podía haber de un mismo director. Solo una condición: he incluido únicamente largometrajes (es decir, a partir de unos 40 minutos), ya que si incluía cortos se me complicaba demasiado la cosa. Eso ha implicado dejar fuera el cine de los primeros años, espero que sepan disculparme por ello.

Y sin más dilación aquí va la lista, espero que la disfruten y la encuentren entretenida.

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Especial décimo aniversario: un repaso a mi relación con el cine mudo

 

Amigos lectores, estos días estamos de celebración en este rincón silente, ya que se cumplen ni más ni menos que 10 años desde que este Doctor decidió inaugurar este humilde espacio dedicado al cine mudo. Es cierto que la idea de abrir una web dedicada al cine mudo en plena era digital podía parecer una locura carente de futuro o simplemente ingenua en el mejor de los casos, pero el Doctor Caligari decidió lanzarse a ello sin pensarlo mucho. La premisa era ofrecer un espacio al que pudiera acudir la minoría de gente interesada en el tema, sin importar cuántos fueran y, en caso de que no funcionara, abandonarla con el tiempo. Poco podía imaginar hace 10 años este Doctor que no solo la idea fructificaría sino que llegaría a lectores de todo el mundo, de modo que de entrada no puedo más que agradecerles que hayan seguido este pequeño rincón silente durante este tiempo.

Y para celebrar esta ocasión especial este mes de enero les ofreceremos algunos posts especiales: primero dos de índole más personal en que responderé dos de las preguntas que más me han hecho relacionadas con mi afición al cine mudo, y luego otros dos dedicados a conmemorar una película que también está de aniversario este año, y que es una de las favoritas del Doctor Caligari. ¡Así que no se vayan muy lejos y únanse a la celebración!

El primer post con el que celebraremos este aniversario será de índole personal, ya que es un repaso cronológico a las películas que me introdujeron en el cine mudo. A menudo me han preguntado cómo y de dónde provino mi afición al cine mudo, pero es algo que no surgió en un momento determinado o con una película concreta sino de forma progresiva, de modo que espero que este pequeño repaso personal pueda responder a la pregunta.

Una aclaración: no se trata de una lista de mis películas mudas favoritas (en eso consistió de hecho el segundo post especial), sino de un repaso cronológico a los filmes que me descubrieron esta forma de arte. Obviamente la mayoría de las obras citadas también se encuentran entre mis predilectas, ya que muchas son grandes clásicos de la era silente y/o les guardo un cariño especial. Pero la idea no es tanto recopilar mis cintas predilectas como hablar de las diferentes etapas por las que pasé en mi relación con el cine mudo. Y sin más preámbulos, aquí va:

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Hace 100 años: las mejores películas de 1922

Efectivamente, amigos lectores, aquí tenemos uno de los artículos que no pueden faltar cada año en su rincón silente favorito (esto es, espero, este humilde blog): el listado de las mejores películas que cumplen 100 años, es decir, los mejores filmes de 1922. Mientras a finales de año las revistas de cine nos desbordarán con listados que siguen esa aburrida actualidad no silente, el Doctor Caligari les propone en el ecuador de este 2022 una selección de las 15 mejores películas que recuerda haber visto en el ya lejano año 1922. Vamos a ello y recuerden que al final del post tienen los links de los listados elaborados aquí en los años anteriores.

No voy a detenerme demasiado en hacer un repaso sobre cómo estaba el panorama cinematográfico en 1922 porque a grandes rasgos sigue las líneas que ya comenté en el post dedicado a 1921. Alemania siguió imponiéndose como una de las cinematografías más importantes no ya de Europa sino del mundo, y es significativo cómo en un par de años ha pasado de tener una presencia testimonial en mis tops a acaparar los mejores puestos (y eso que he evitado repetir más de una película de un mismo director). En contraste, los países escandinavos van cediendo poco su hegemonía, si bien veremos que este año se estrenó uno de los filmes más célebres de su periodo mudo. Cabe decir no obstante que he dejado fuera algunas obras bastante interesantes de esos países como la dickensiana Grandes Esperanzas (Store forventninger, 1922) del danés A. W. Sandberg o la finlandesa Anna-Liisa (1922) de Teuvo Puro, que vi hace unos años en Pordenone.

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