La Calle (1923) es una de las grandes películas del cine alemán de la era muda además de una de las más representativas del ciclo de películas callejeras que tan populares se hicieron en esos años.
Mi escena favorita del film tiene lugar justo al inicio, cuando el protagonista está tumbado aburrido en el sofá mientras espera que su esposa le sirva la cena. Cuando ésta abandona el comedor, de repente se abre una ventana que da a la calle y entra en la habitación el reflejo de las sombras de toda la actividad callejera. Aunque se trata de una película muda no nos es difícil asociar esa entrada de sombras con la entrada del sonido, del bullicio que rompe con la tranquilidad del hogar burgués. Es un momento muy breve pero que siempre me ha fascinado por su sugerente poder evocativo, la forma como el protagonista mira embelesado las sombras que sugieren personas, movimiento y actividad, en contraste con la quietud y el aburrimiento de su hogar. Es este hecho el que le anima a salir, esas sombras que le hacen evocar la diversión y agitación que no tiene en casa.