A la hora de hablar de esta etapa de los inicios del cine tan lejana a nosotros en el tiempo hay que evitar la tentación de conformarse con la versión oficial que hemos acarreado a lo largo de las décadas, y ser muy conscientes de que la historia se reescribe continuamente, revalorizando lo que conocemos y sacando a la luz nombres hasta ahora ocultos que quizá merecen nuestra atención.
Tomen como ejemplo el caso de Alemania, uno de los países de mayor renombre en lo que respecta a su legado de cine mudo y que siempre se ha asociado a la etiqueta expresionista y a una serie de nombres concretos. Esto puede llevar a un exceso de simplificación, entender la etapa muda germana como algo que nace y acaba en el expresionismo y que, como mucho, se puede ampliar a otros pocos nombres míticos de los años 20. Pero lo cierto es que el legado anterior a la gran edad de oro del cine alemán sigue siendo virtualmente desconocido y exige una revisión urgente. Uno de los grandes nombres de esa etapa que no ha empezado a salir a la luz en círculos de aficionados al cine silente hasta hace poco es el de Franz Hofer.
El señor Hofer entró en el mundo del cine en 1913, donde desarrolló una extensa carrera de la que por desgracia solo ha sobrevivido apenas una decena de films, lo cual ha contribuido a mantenerle injustamente en el olvido. Como rasgo interesante a destacar, no solo dirigía sus películas sino que a menudo también escribía los guiones. No está nada mal, ¿verdad?
Hoy hemos seleccionado su film Hurra! Einquartierung! (1913), una comedia en que una joven aldeana se disfraza de soldado para escapar de la sobreprotección paterna y tener alguna que otra aventura en el regimiento que se ha instalado en las afueras del pueblo.
El tipo de argumento y de situaciones cómicas me recuerdan horrores al cine de Ernst Lubitsch, quien por cierto trabajó como actor a las órdenes de Hofer en otras obras. De todo el reparto para mi gusto destaca claramente la actriz protagonista, que posee una gran comicidad; y por otro lado me agradan bastante ciertos detalles simpáticos hijos de su tiempo, como la escena al final del primer acto en que el oficial descubre que ella es una mujer y lanza una pícara mirada a cámara que seguro que ustedes sabrán descifrar qué conlleva.
Una agradable comedia que sirve como pequeña reivindicación de ese cineasta olvidado. No se olviden por cierto de activar los subtítulos en inglés.