Especial centenario Avaricia (Greed, 1924) de Erich von Stroheim (II)

Este artículo forma parte dentro de un especial temático dedicado a Avaricia (Greed, 1924) de Erich von Stroheim con motivo de su centenario. Éstos son los otros posts que pueden leer sobre la película:


Avaricia (Greed, 1924) de Erich von Stroheim es una de esas películas que, más allá de toda la leyenda que hay a su alrededor, al verla uno tiene la sensación de estar viendo algo realmente grande. Y no me refiero solamente en términos de longitud, que confirman la enorme ambición del proyecto, sino literalmente en todo: la forma como se desarrolla la historia tomándose su tiempo en que conozcamos los personajes y su evolución, el detallismo tan cuidado, la ambientación que captura tan bien los diferentes espacios, el tono empleado… Más allá de su aura de obra maldita, Avaricia es una auténtica obra maestra incluso en las versiones mutiladas que nos han llegado hoy día, pero no es fácil hacerle justicia en un texto.

Más allá de lo difícil que resulta captar en simples palabras la grandeza de películas tan inabarcables, el problema está en que nunca podremos juzgar Avaricia tal cual la concibió Stroheim. Una parte de la reseña de esta película es inevitable que se base en supuestos, en lo que intuimos pero no hemos podido llegar a ver más que en fotogramas sueltos. Teniendo eso en cuenta, haré lo posible por no dejarme llevar por fantasías sobre cómo habría sido Avaricia en su concepción original y centrarme en lo que se ve, tanto en el metraje superviviente como en los fotogramas congelados.

Como habrán intuido, esta reseña se basa en la versión de 4 horas. Si no la han visto o no conocen las dos versiones que circulan hoy día del filme, les aconsejo que antes echen un vistazo al primer post de este especial en que trato este tema. Las circunstancias del rodaje y las diferentes mutilaciones que sufrió la película las trataremos en futuros posts.

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Almas en Venta (Souls for Sale, 1923) de Rupert Hughes

Las películas que muestran el funcionamiento de Hollywood por dentro siempre han sido un género bastante agradecido a nivel de público – véanse obras tan diversas como Cantando bajo la Lluvia (1952), The Artist (2011) o las dos versiones de Ha Nacido una Estrella – que además se lleva explotando desde la era muda, como se puede ver en la simpática comedia Espejismos (1928) de King Vidor, que ofrece una visión amable sobre los entresijos de la Meca del cine. No obstante, cinco años antes Hollywood necesitaba más que nunca una película como ésa para un lavado de imagen. Los recientes escándalos relacionados con el caso Arbuckle o la célebre muerte de Wallace Reid a causa de sus problemas con las drogas provocaron que Hollywood fuera visto como una especie de Sodoma y Gomorra donde los excesos estaban a la orden del día, dando munición de sobras a todos los lobbies que veían el cine como una influencia perjudicial.

Aquí entró entonces en escena el célebre (en su época al menos) escritor Rupert Hughes, tío de un tal Howard que quizá les sea familiar, que decidió adaptar a la gran pantalla una novela que había escrito bajo el título de Souls for Sale (1923). La película era la clásica historia de una chica humilde (la cual por algún extraño motivo se llama Remember) que llega a Hollywood como una completa desconocida y consigue convertirse en una estrella. Como es de esperar, Remember consigue dos pretendientes que están enamorados de ella pese a su absurdo nombre, un director y un actor que parece modelado a partir de Rodolfo Valentino. Pero, oh desgracia, resulta que ella está ya casada con un hombre al que abandonó en un impulso afortunado, puesto que se trata de una especie de Barbazul que se dedica a matar a sus esposas, y teme que si la verdad sale a la luz el escándalo acabaría con su carrera.

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