Un Sombrero de Paja de Italia (1928) es una magnífica comedia del realizador francés René Clair que ha acabado siendo considerada como una de sus mejores (por no decir la mejor) obras mudas. Basada en una obra de teatro de Eugène Labiche, el film parte de una premisa tan simple como absurda: el día de su boda Ferdinand tiene un pequeño incidente en que su caballo se come un sombrero de paja perteneciente a una mujer llamada Anaïs. Ante semejante afrenta, su orgulloso amante Tavernier exige a Ferdinand que lo reemplace por otro sombrero amenazando con estropear su boda si no lo hace.
En sus primeros films, Clair había apostado por un tipo de cine muy influenciado por los movimientos vanguardistas de la época experimentando libremente con los trucajes de la cámara. En contraste, Un Sombrero de Paja de Italia es una película más convencional, pero aún así hay varios momentos en que se nota que tras la cámara hay un director interesado en el medio y muy imaginativo. El momento en que esto se hace más obvio es cuando el protagonista está en su baile de bodas e imagina horrorizado los destrozos que estará haciendo Ferdinand en su casa, escena que nos es mostrada visualmente con trucos como ralentizaciones u objetos que parecen animarse solos.
No obstante, la escena por la que yo siento debilidad tiene lugar más adelante. En ella, Ferdinand intenta convencer a un hombre de que le preste el sombrero de paja de su mujer y para ello decide contarle todo lo que ha sucedido hasta entonces. Aquí cualquier otro director se hubiera servido de un fundido o simplemente de un rótulo de resumen explicativo que diera a entender que le ha contado toda la historia, ya que el espectador conoce toda la trama y no necesita volver a verla o leerla. Pero René Clair no era un director cualquiera y creó a partir de aquí un gag que demostraba su inventiva y su capacidad para exprimir al máximo las posibilidades del medio.
En el momento en que Ferdinand empieza a narrar la historia se nos muestra ésta visualmente recreada en un escenario teatral. La escena es premeditadamente estática, simplista y exagerada. Al final incluso Clair añade una nota de humor al hacer que su narrador altere los hechos dando a entender que pegó a Tavernier por su insolencia y luego aceptó ayudar a la pareja únicamente porque éste y su amante se lo imploran de rodillas. Lo que me gusta tanto de este momento es que consigue expresar visualmente la idea de que Ferdinand está explicando una recreación de la historia. No estamos viéndola de nuevo en flashback – es decir, no estamos viendo la realidad – sino una versión de esa realidad, y por tanto es irreal. La forma de mostrar eso es mediante un escenario marcadamente falso y teatral en que los hechos se repiten pero en unos pocos gestos simples y exagerados. Y no narrará todos los detalles, sólo los importantes y desde su punto de vista subjetivo.
Lo que demuestra aquí Clair es una absoluta maestría para entender las ventajas del cine mudo para comunicar visualmente algo totalmente verbal (la explicación de todo lo que ha sucedido).
Como punto final, cuando el interlocutor de Ferdinand empiece a sospechar que la mujer de esa historia es su esposa, el director nos transmite la idea mediante un original montaje de imágenes en que se conjugan varios elementos. Estos detalles demuestran la inteligencia de Clair para tomar los recursos tan innovadores que aprendió de sus influencias vanguardistas y aplicarlos a una película más convencional como es esta comedia. Se trataba sin duda de un realizador más que interesante, y de hecho ya le dedicamos un post hace semanas para tratar otro tema similar: cómo se sirvió en esta ocasión de las posibilidades del sonido para ser más creativo.
[…] películas de tono entre la comedia y lo fantástico, distinguiéndose de entre todas ellas “El sombrero de paja de Italia“, sobre una célebre obra teatral. En 1929, escribió el guion de Prix de beauté, la cual […]