El Hombre de Man (The Manxman, 1929) de Alfred Hitchcock

Hay películas que arrastran desde hace mucho tiempo una mala fama que lleva a acercarse a ellas ya con ciertas ideas preconcebidas en su contra. Pero si uno prueba a verlas en buenas condiciones y sin saber de antemano lo que esperar, a veces puede llevarse pequeñas sorpresas. Por ejemplo, que un filme históricamente considerado un fracaso como La Puerta del Cielo (Heaven’s Gate, 1980) de Michael Cimino sea en realidad una muy buena película que, de hecho, en los últimos años se ha revalorizado de una forma más justa.

Algo parecido sucede con El Hombre de Man (The Manxman, 1929), que se tiene solo en cuenta por ser el último filme mudo de Alfred Hitchcock – lo cual, de hecho no es del todo cierto, ya que se realizó también una versión silente de su primera obra sonora, La Muchacha de Londres (Blackmail, 1929). En el famoso libro de entrevistas con Truffaut, Hitchcock despachaba rápidamente El Hombre de Man diciendo que no tenía ningún interés, y es cierto que durante mucho tiempo ha sido una obra a la que nadie parece haber prestado mucha atención. Cuando hace años se proyectó como obra de clausura de las Giornate del Cinema Muto de Pordenone, yo la dejé pasar por no apetecerme revisionarla, pero me llevé una sorpresa al oír que los comentarios hacia la película fueron en general elogiosos. ¿Había sido injusto con ella?

Otro factor a tener en cuenta, y que en el caso del cine mudo es especialmente decisivo, es la calidad de las copias. Las películas mudas de Hitchcock han circulado durante años en versiones a una calidad pésima que, no obstante, los hitchcockianos recibimos como agua del cielo en los primeros tiempos del DVD, ya que no pensábamos que nunca veríamos rarezas como Fácil Virtud (Easy Virtue, 1928) o la que nos atañe editadas en nuestro país. No fue sino pasada la sorpresa inicial que uno se dio cuenta de que eran ediciones terribles, y si bien en aquel momento no había otra opción, hoy día el panorama ya ha cambiado. Las películas mudas de Hitchcock han sido convenientemente restauradas y ahora podemos hacerles justicia para bien o para mal, ya que por experiencia propia la calidad de una copia puede influenciar mucho en la percepción que tenemos de la película. Así pues, me lancé al revisionado de El Hombre de Man abierto de mente y dispuesto a ser más justo con ella.

De entrada lo primero que se hace obvio es que la principal debilidad de la película es su endeble trama. Situada en la Isla de Man, nos explica la historia de dos amigos enamorados de la misma mujer. Pete es un humilde marinero de buen corazón que es correspondido por la bella Kate, hija del posadero local, pero su padre se opone al matrimonio porque no quiere que su hija se case con alguien tan humilde. Aunque Pete no lo sabe, su mejor amigo Phil también la ama, pero esconde sus sentimientos al resto. Pete decide embarcarse a hacer fortuna para conseguir ser digno de ella. Mientras tanto, Phil y Kate intiman, y ella se da cuenta de que en realidad quiere a Phil, que aspira a convertirse en juez. Llegan noticias de que Pete ha fallecido y, por tanto, la pareja podrá tener vía libre para casarse, pero esta vez la diferencia de clase le hará dudar a él. Y entonces sucede una sorpresa: Pete en realidad está vivo y regresa a casa tras haber ganado suficiente dinero como para casarse con Kate. Como Phil le prometió cuidar de su amada, se ve incapaz de confesarle la verdad e insta a Kate a que mantenga su compromiso con Pete. Para complicar más las cosas, Kate está embarazada de Phil.

Como ven, la historia es un culebrón en toda regla y el gran punto que juega en contra de la película. Es lógico que Hitchcock renegara de ella, ya que temáticamente se aleja mucho de lo que sería su cine. El filme de hecho era un encargo impuesto por la productora de adaptar lo que en la época era un best seller de Hall Caine (el cual parece que no quedó muy satisfecho con la versión cinematográfica), algo que se anuncia ya en el rótulo que da inicio a la película. El guion era obra del colaborador habitual de su etapa muda, Eliot Stannard, en el que sería su último trabajo juntos, y entiendo que está constreñido a ser fiel a la trama de un libro muy conocido por el público. Aunque la narración es lo más fluida posible dadas las circunstancias, esta limitación del material base será el principal inconveniente de El Hombre de Man.

Pasemos a los alicientes. De entrada el único punto de interés de la trama es el situarse en la Isla de Man, cuyo ambiente Hitchcock recrea muy bien aun cuando se filmaron muy pocas escenas allá (en algún sitio he leído que en parte fue por los problemas que daba el autor de la novela durante el rodaje, lo cual me parece un motivo muy curioso si es cierto). La mayor parte de exteriores se grabaron en realidad mucho más al sur, en Cornwall, en pueblos como Polperro o Perranporth. De hecho una de las escenas más recordadas de la película es una de las que mejor usa esos paisajes costeros: el encuentro de Phil y Kate en una playa rocosa, en la que el primero le hace saber que Pete está de regreso y su relación debe terminar. La tensa conversación está combinada con planos del barco en que viaja Pete en el horizonte, aproximándose cada vez más y simbolizando el fin de sus esperanzas de casarse, un detalle muy bien traído por Hitchcock.

La historia se nota que es eminentemente británica por dar mucha importancia al tema de las diferencias de clase, ya que es lo que condiciona en gran parte la relación de Kate con los dos hombres. Hoy día no obstante el gran aliciente del filme es la forma cómo está narrada una historia de por sí poco interesante. Se nota que Hitchcock, aun sin haber llegado a las cotas de genialidad que mostraría en unos pocos años, era ya un cineasta que dominaba el lenguaje cinematográfico incluso a niveles más sutiles. Algunos críticos le reprocharían que le gustaban demasiado los golpes de efecto, esas famosas escenas tan llamativas técnicamente, pero aquí nos demuestra precisamente lo contrario: lo bien que sabe narrar una historia aprovechando las posibilidades visuales del medio pero con un enfoque mucho más «modesto».

Por ejemplo, la forma de dar a entender cómo evoluciona la relación entre Phil y Kate son las páginas de un diario de la joven, en que pasa de referirse a él por su apellido a hacerlo por el nombre de pila, de hablar de cómo se muestra amable con ella a explicar sus citas juntos. Más adelante, cuando reciben la noticia de la muerte de Pete, Hitchcock utiliza un truco de montaje muy hábil que es contraponer un plano de los dos amantes aliviados por la noticia con un primer plano de Pete sonriente, mirando a cámara. Ésta es la forma tan chocante que tiene el director de darnos a entender que sigue vivo, que resulta mucho más impactante y visual que introducir ese dato de forma más convencional. Del mismo modo, también puede resaltarse en la escena de la boda cómo Pete y Kate, la supuesta feliz pareja, están separados en el encuadre por la tarta de bodas que está situada en medio. Y si no quedaba suficientemente claro, Hitchcock luego introduce un plano encadenado de Pete que se sitúa justo en el centro del encuadre, siendo él quien separa a la pareja.

A mí de hecho una de las cosas que más me gustan de El Hombre de Man es cómo se nota que es una película de finales de la era muda, en que se dice todo lo posible con imágenes y no palabras, incluso en un filme que requiere potencialmente de muchos diálogos. En la escena en que Phil interce por Pete ante el rudo padre de Kate se nos muestra, no el diálogo, sino la conversación que tiene el abogado con el padre en otra habitación vista desde el punto de vista de Pete, a lo lejos, sin poder oír lo que están diciendo. No hace falta escuchar los detalles, ya que las expresiones y la gestualidad nos dan a entender todo, y además ese punto de vista nos contagia la inquietud del pobre Pete.

Más adelante, en el juicio será de hecho el padre de Kate quien adivine quién es el amante de su hija, pero todo ello lo deducirá simplemente por las miradas y expresiones de Kate y Phil. No hacen falta más pruebas, sus expresiones lo dicen todo. También el anuncio del embarazo de Kate se da a entender de una forma muy arriesgada: Hitchcock no usa ningún rótulo de diálogo ni ningún gesto u objeto que den a entender eso inequívocamente, simplemente sabemos que Kate debe anunciar algo importante y por las expresiones de ella y Phil deducimos qué es.

Pero mi momento favorito a nivel visual de la película es una escena en que los dos amantes visitan un molino solitario. Ella le enseña el funcionamiento de la maquinaria con toda inocencia pero entonces notamos cómo él no está prestando atención a lo que dice y la contempla embelesado. Lo normal habría sido que Hitchcock aquí hubiera filmado a la actriz de forma erótica para dar a entender lo que sucede, pero éste es uno de sus filmes más sutiles. En vez de eso lo que nos muestra es un silencio violento que denota una tensión sexual entre ambos que al final acaba estallando. Funciona a la perfección y logra el mismo efecto sin subrayados.

No me estoy olvidando por cierto del otro gran aliciente del filme junto al trabajo de dirección de Hitchcock, y es la actriz checa Anny Ondra, quien hace un trabajo sensacional. Logra transmitir con total naturalidad esa alegría juvenil que luego se convierte en tristeza y desesperación. Su personaje es el que más destaca en un triángulo amoroso con un Phil demasiado serio y grave como para entendamos la pasión que suscita en ella y un Pete que es tan lastimosamente bueno e inocentón cual cachorro de Golden Retriever que resulta a ratos cargante (la encarna por cierto la gran estrella del filme, Carl Brisson, como puede deducirse por el cartel). Ondra se revela aquí como una grandísima actriz a la que además podríamos considerar la primera rubia hitchcockiana, y uno no puede evitar lamentar que solo hicieran juntos dos películas a causa de la llegada del sonoro, que acabó con su carrera internacional por su inevitable acento extranjero. De no haber sido por eso creo que podrían haber tenido más colaboraciones fructíferas.

Así pues, a nivel global El Hombre de Man es efectivamente un filme mucho mejor de lo que recordaba. Se hace un poco pesado en su tramo final, excesivamente alargado, y no me gusta tampoco el desenlace en un juicio en que previsiblemente se descubre todo, pero mi impresión es que Hitchcock le sacó todo el partido posible a un material de base poco prometedor. La última escena, en que la pareja de amantes deja el pueblo ante los reproches e insultos de la gente de allá, puede recordar un poco al mucho más efectivo desenlace de la magistral La Hija de Ryan (Ryan’s Daughter, 1970) de David Lean, pero en general el filme de Hitchcock es mucho más contenido.

No es por tanto una joya oculta ni un filme imprescindible, pero entiendo que hoy día se esté reivindicando cada vez más. No solo en Pordenone su proyección fue muy bien recibida sino que el crítico e historiador Tom Gunning le dedicó recientemente un artículo al llamativo plano que encadena el intento de suicidio de Kate arrojándose a las aguas con el tintero de Phil ejerciendo por primera vez de juez. Hay aquí suficientes detalles para rascar que justifican su visionado, de modo que va siendo hora de hacerle a El Hombre de Man más justicia de la que le concedió su creador.

2 comentarios en “El Hombre de Man (The Manxman, 1929) de Alfred Hitchcock

  1. Me toca revisarla. Cometí el mismo error que el doctor, hará un par de años atrás, por el mismo motivo: el recuerdo que tenía… ¡del VHS! ¡Argh, de que modo tan cruel los formatos con los que descubrimos las películas delatan nuestro calendario vital…! Ya son demasiados escritos (éste realmente me ha abierto el apetito) que así lo consiguen, a pesar que en este caso continúa manteniéndose comedido en su ensutisasmo.

    Pues, como siempre, muchas gracias por revisionar el filme, hablar de él e inspirar una revisita. Ya le diré como me ha ido por la isla de Man. Por cierto, trabajé durante un tiempo con un hombre de Man. No sé si sería el del título… but that’s another story!

    Saludos!

    • Así es Florenci, la gracia del cine mudo es que uno no se acaba ese periodo ni cuando ha acabado de ver las películas que quería (cosa que nunca sucederá, por cierto), porque luego salen restauraciones que te obligan a revisionarlas con otros ojos… Es una de las muchas peculiaridades que hacen de esta época un periodo tan apasionante.

      Un saludo.

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