Shooting Stars (1928) de Anthony Asquith y A.V. Bramble

Desde que hace ya unos cuantos años el BFI nos deslumbró con las restauraciones de las pocas películas mudas que hizo Anthony Asquith a finales de los años 20 no creo que quepa ninguna duda de que si éste no llegó a convertirse en uno de los grandes cineastas de la era silente es porque debutó justo cuando el cine sonoro ya estaba empezando a imponerse. Siempre lo he dicho: ¿por qué no pudo esperarse el sonoro unos pocos años más a popularizarse? ¿Por qué tuvo que llegar cuando el cine mudo estaba alcanzando sus mayores cotas de virtuosismo? ¿No habría sido bonito comprobar cuán lejos podría llegar todavía el cine silente y luego, entonces sí, dar paso al sonoro? Además, los experimentos con sonido datan de bastante tiempo atrás, ¿qué más les daba esperar unos años más?

Anthony Asquith seguramente fue uno de los debutantes más sonados en el cine británico silente. De sus cuatro películas mudas solo The Runaway Princess (1929) supone un cierto bajón, mientras que las otras tres (la que nos ocupa hoy, Underground (1928) y A Cottage on Dartmoor (1929), su gran obra maestra) son ejemplos de puro virtuosismo visual, derrochan imaginación y se nutren de todos los avances del medio hasta la fecha. No es de extrañar si tenemos en cuenta que antes de empezar a dirigir Asquith había viajado a Hollywood a aprender los detalles del oficio codeándose con gente como Douglas Fairbanks, Mary Pickford y Chaplin. De vuelta a Inglaterra se propuso entrar en la industria y lograría debutar con una película sobre el mundo del cine llamada Shooting Stars (1928), que aunque aparece como codirigida por el veterano A.V. Bramble en realidad la realizó casi en su totalidad Asquith, estando asignado Bramble simplemente como «asesor» para corroborar que ese joven debutante se las apañara bien… y ciertamente enseguida quedó claro que no necesitaba mucha ayuda.

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Eclipse (Kinkanshoku, 1934) de Hiroshi Shimizu

Hay una gran algarabía en un pequeño pueblo japonés ante la noticia del retorno de Seiji Kanda, un joven prometedor que se fue a la gran ciudad a estudiar Derecho y se ha convertido en un importante abogado. Los rumores dicen que ha vuelto para buscar esposa y que la candidata más probable es Kinue Nishimura, seguramente el mejor partido del pueblo. Y por una vez los rumores son ciertos: Seiji le confía a su mejor amigo Shuikichi Osaki sus intenciones, ya que éste es primo de Kinue y tiene una relación muy cercana con ella, de modo que teme interponerse entre los dos. Pero Shuikichi le dice que no tiene ninguna intención de casarse con su prima, sobre todo siendo él de una clase social más inferior a ella, e incluso accede a hacer de intermediario entre ambos.

Y aquí empiezan los problemas. Porque Shuikichi demuestra tener una empatía nula al enviar a su prima una nota citándola de noche en secreto en un lugar apartado del pueblo, y no se le ocurre que ésta podría interpretar el mensaje con una segunda intención. Así que imaginen la cara de chasco de la pobre Kinue cuando su primo le dice que la ha citado para pedirle en nombre de su amigo Seiji su mano en matrimonio. Ésta queda en shock al ver que Shuikichi no parece ser consciente de que había algo especial entre ellos, y le descubre abiertamente sus sentimientos. Shuikichi realmente siente algo por ella, pero no cree que deba casarse con la muchacha porque él pertenece a una familia mucho más pobre y porque ya le dijo a su amigo que le ayudaría a conseguir su mano. Así que opta por la decisión que considera más noble y que, en realidad, es la más cobarde: irse del pueblo.

Nada de eso funciona. A su llegada a la ciudad es incapaz de encontrar trabajo y es atropellado por el chófer de un hombre acaudalado. Y entonces, inexplicablemente Shuikichi sigue rompiendo corazones allá por donde va: se enamoran de él tanto la hermana del chófer como Tomone, la hija del gran empresario cuyo coche ha sido responsable del accidente. Ésta fuerza a su padre a que lo acoja en su casa como tutor de su hijo pequeño para compensarle, mientras que en paralelo Kinue también ha ido a Tokio a seguir los pasos de Shuikichi y ha acabado trabajando como camarera en un bar, donde se ve obligada a ser más amable de lo habitual con los clientes.

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Especial décimo aniversario: las 100 películas mudas favoritas del Dr. Caligari

Continuando con la celebración del décimo aniversario que ya iniciamos la semana pasada, el Doctor Caligari ha decidido ofrecer a sus lectores otro post de índole más personal. Si hace tiempo para conmemorar su quinto aniversario este Doctor listó sus 50 películas mudas favoritas, tenía sentido pues para que para el décimo aniversario compartiera sus 100 películas mudas favoritas.

Dicho listado no es una mera ampliación del que creó hace 50 años, sino una actualización. Eso quiere decir que los 50 primeros filmes de la lista no son necesariamente los mismos ni en exactamente el mismo orden, ya que esta lista se ha elaborado de cero sin tomar la otra como referencia (lo cual no quita que no haya habido grandes cambios significativos entre ambas). A partir de esto, solo dos puntualizaciones:

  • Ésta es una lista de películas favoritas a nivel personal. No pretende ser un listado que represente las obras más importantes o representativas de la era muda, ni que abarque los principales cineastas, movimientos o tendencias de la época.
  • En este caso, a diferencia del anterior listado, no he puesto límite al número de películas que podía haber de un mismo director. Solo una condición: he incluido únicamente largometrajes (es decir, a partir de unos 40 minutos), ya que si incluía cortos se me complicaba demasiado la cosa. Eso ha implicado dejar fuera el cine de los primeros años, espero que sepan disculparme por ello.

Y sin más dilación aquí va la lista, espero que la disfruten y la encuentren entretenida.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2022 (IV)

Crédito: Valerio Greco

6 de octubre – El cóctel de Mabel

Hablando con algunos viejos conocidos del festival oí algunos quejas de que este año teníamos sobredosis de melodramas, y aunque ese género siempre ha estado muy presente en Pordenone es cierto que el ciclo Norma Talmadge está haciendo que haya una sensación de sobreabundancia. En el caso de The Sign on the Door (1921) al principio tuve esa impresión, aun cuando la dirección corría a cargo de un director tan eficiente como Herbert Brenon, clásico nombre respetadísimo en su época y hoy día olvidado por el paso del tiempo. Talmadge es una jovencita que se deja engañar por un bribón, quien intenta seducirla (esto es, violarla, pero dicho de forma más refinada) llevándola engañada a un local de mala muerte. Consigue escapar y años después está casada con un hombre adinerado que tiene una hija veinteañera de su anterior matrimonio. Aparece en escena de nuevo el seductor y, lo adivinaron, intenta hacerse con la hijastra de nuestra Norma.

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Underground (1928) de Anthony Asquith

El British Film Institute a veces nos depara sorpresas muy agradables a los cinéfilos, como el filme que nos ocupa hoy: Underground (1928). Con motivo del 150º aniversario del Metro de Londres, el debut a la dirección en solitario de Anthony Asquith ha sido restaurado y relanzado en DVD. Y una vez visto uno no puede evitar pensar que es una pena que se tuviera que esperar a una efeméride de ese tipo para volver a sacar a la luz una obra tan extraordinaria. Se trata de la segunda película dirigida por un joven Asquith después de haber codirigido Shooting Stars (1928), además de la primera de la que escribió el guion y en la que tuvo control absoluto. Y viendo este filme junto a A Cottage on Dartmoor (1929) creo que Asquith ya atesora méritos para considerarle uno de los grandes nombres a tener en cuenta del cine mudo británico así como para lamentar que no hubiera empezado a dirigir antes para dejarnos más joyas silentes como éstas.

Como sucede en A Cottage on Dartmoor, el argumento es lo de menos y en este caso se basa en una simple historia de amor entre dos parejas de clase obrera. Nell, una dependienta, conoce en el Metro a dos hombres que cambiarán su vida. Por un lado Bert, un hombre persuasivo que insiste en seducirla pese a sus negativas, por otro Bill, un simpático trabajador del Metro con el que decide tener una cita. Bert, celoso, intentará romper su vínculo ayudado por Kate, una mujer que vive en su misma pensión y que está enamorada de él aunque éste no le corresponda.

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A Cottage on Dartmoor (1929) de Anthony Asquith

En cierto momento de A Cottage on Dartmoor el protagonista intenta atraer la atención de la chica proponiéndole una cita, y de entre todas las posibilidades para pasar la tarde juntos, la que le sugiere es ir al cine a ver una película sonora. Resulta irónico (e intencionado) que en una de las últimas grandes películas mudas del cine británico se comente el tema tan libremente. Y es que aunque desde el punto de vista del argumento propiamente dicho el film no tiene nada que ver con el mundo del séptimo arte, Asquith deja caer de forma muy directa una reflexión sobre el fin de una forma de hacer cine.

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