Le Mélomane (1903) de Georges Méliès

La inabarcable filmografía de Georges Méliès está repleta de cortometrajes inolvidables, que demuestran su increíble imaginación utilizada al servicio de las posibilidades que le ofrecía el cine para crear un mundo de fantasía, magia y locura desbordada. Le Mélomane (1903) es uno de los más recordados y también uno de los más representativos de sus cortometrajes entendidos como prolongación de sus números de magia. Este tipo de films son una muestra de cómo se entendía el cine en sus orígenes, es decir un espectáculo en que el artista presentaba un número ante la cámara.

En el caso que nos ocupa hoy resulta interesante desentrañar cómo consiguió crear estos efectos especiales. El documental La Magia de Méliès de Jacques Mény lo explica de forma muy detallada, pero antes veamos el cortometraje en cuestión:

Los trucajes como la cable de sol que se engancha al pentagrama no tienen mucho secreto para lo que solía hacer el cineasta en esa época: éste la lanza contra el pentagrama y a continuación se hace un corte que empalma con otra grabación que se ha hecho justo después con la cable de sol ya enganchada.

Sin embargo resulta mucho más compleja la parte en que Méliès convierte su cabeza en notas que lanza al pentagrama. El proceso fue el siguiente: en el momento en que Méliès coge su cabeza con las manos se produce un corte e inmediatamente después se empalma con Méliès sosteniendo una cabeza falsa de cartón y llevando una capucha negra en la cabeza que le camufla con el fondo, de esta forma da la impresión de no tener cabeza. El cineasta lanza entonces la cabeza de cartón al pentagrama y, con el mismo procedimiento que la cable de sol, se produce un corte en el momento en que debe engancharse, mostrando a continuación la cabeza-nota ocupando su posición en el pentagrama.

Esa cabeza-nota no es más que el propio Méliès alzado a esa altura con una capa negra que oculta su cuerpo. Para conseguir ese efecto tuvo que volver a grabarse sobre la película seis veces más, una para cada nota. La forma como Méliès controlaba en qué momento entraba cada nota eran las vueltas de manivela de la cámara.

En total se cuentan unos 30 cortes y ensamblajes de montaje en un film de menos de dos minutos. El resultado final es más que remarcable teniendo en cuenta lo rudimentario del procedimiento y la forma totalmente artesanal de reproducir esos efectos especiales. Sólo una persona con la inventiva y los conocimientos técnicos de Méliès podía ofrecer algo así en aquella época.

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