Die Frau, Nach Der Man Sich Sehnt (que se podría traducir como «La mujer que uno anhela») es un film que destaca básicamente por ser el primer gran papel de Marlene Dietrich, poco antes de saltar al estrellato internacional de mano de Josef von Stenberg con El Ángel Azul (1930). Pero aún así está lejos de ser una película que sólo merezca ser recordada por esta circunstancia.
El protagonista es Henri Leblanc, quien en el viaje en tren de su luna de miel se enamora instantáneamente de una mujer que ve en la ventana de otro vagón, Stascha. Ésta viaja con un hombre mayor que ella, el Dr. Karoff, al que parece temer. Por ello, en un momento en que se queda sola le pide a Henri que no la abandone y ésta le presenta al Dr. Karoff como su primo. Henri no duda ni un instante en abandonar su matrimonio de conveniencia para seguir a la pareja hasta el hotel en que se alojan seducido por la visión de Stascha.
Efectivamente nos encontramos ante una clásica historia de femme fatale escrita por el futuro realizador Vladislav Vajda a partir de una novela bastante exitosa de Max Brod. Destaca especialmente la forma como Henri sucumbe de forma unilateral al hechizo de Stascha una vez la contempla, sin que ella tenga que seducirlo previamente. Ello es posible sobre todo gracias al poder visual de la cinematografía muda y, por supuesto, a Marlene Dietrich. Ya en este film tan temprano vemos que su faceta de peligrosa seductora le iba como anillo al dedo, y aunque el resto del trío protagonista están muy bien en sus papeles (especialmente Uno Henning encarnando al confuso protagonista), es ella quien más destaca de todos.
No obstante, apuntamos que era un film que valía la pena por otras cualidades aparte de la presencia de Dietrich, y es así. De entrada es una de esas películas de finales de la era muda que son un caramelo irresistible para los fans de este tipo de obras, ya que los films de esa época representan el lenguaje mudo llevado a su máxima perfección. Die Frau, Nach Der Man Sich Sehnt no es una excepción, el director Curtis Bernhardt (quien luego tuvo una larga carrera en Hollywood) hace un trabajo de realización impecable, de manera que aunque la película sucede en unos espacios cerrados muy concretos, no se hace nada teatral o pesada, ya que la cámara extrae todas las posibilidades de cada entorno (la fábrica y el entorno industrial tan asfixiante que encontramos en las escenas iniciales, el tren casi claustrofóbico donde tiene lugar el primer encuentro y en el cual los personajes se ven reducidos a un espacio mínimo, o el lujoso hotel del final).
La sencilla trama de la película, basada en la atracción irracional que sienten los dos hombres hacia la misma mujer, va provocando una tensión que poco a poco va aumentando. Los personajes siguen fingiendo un estado de normalidad hasta que acaba estallando al final cuando todas esas emociones reprimidas salen a la luz. Se trata sin duda uno de los retratos más certeros de la época sobre la femme fatale y las pasiones irracionales.
Si quieren disfrutar del film y dejarse seducir por la atractiva y peligrosa Marlene Dietrich, tienen la posibilidad de verlo a solo un clic: