En ocasiones creo que, aunque el cine amplió y mejoró ostensiblemente a lo largo de la era muda su número de recursos expresivos para llegar a ser la forma de arte que es, muchas obras de los inicios poseen un encanto especial para cierto tipo de historias que no se puede igualar ni con todas las mejores técnicas narrativas del mundo. Y como supondrán, el film que he escogido hoy de Louis Feuillade es un ejemplo de ello.
La bonita historia que cuenta les será familiar: un príncipe acude con un amigo a alta mar a ver bailar las hadas sobre el agua y capturan a una. El príncipe se enamora de ésta y se casa con ella, pero la pobre hada no se siente cómoda en el entorno terrestre y quiere volver al mar.
Son solo 7 minutos, pero la historia está contada con una delicadeza excepcional. Fíjense en los maravillosos planos de la barca en el mar, inundados de la luz del sol, sobre todo el de la captura del hada. Luego en contraste la película pasa a suceder en interiores con unos colores tintados con muy buen gusto, sin ser muy chillones.
También me parece muy remarcable el desenlace, en que no es la mujer la que debe plegarse a los deseos del hombre (¡un príncipe nada menos!) sino él el que la sigue ella a su mundo para alcanzar la felicidad. El último plano es 100% Méliès con ese trono acuático y las superposiciones de peces. Me parece muy interesante cómo la película parte de un ambiente cortesano y realista para acabar desembocando en el universo fantástico típicamente de Méliès, como si Feuillade insinuara que el protagonista ha decidido dejar atrás el aburrido mundo terrestre en favor del mucho más interesante mundo acuático.
Una maravilla de corto, ¡mil gracias por dárnoslo (al menos a mí) a conocer!
Me alegro mucho de que le gustara, realmente es una preciosidad.
Un saludo.
¡Delicioso!