Evidentemente a estas alturas el prototípico tema de la prostituta con corazón de oro es algo que tenemos más que visto. No obstante permitan que igualmente llame su atención respecto a esta pequeña joya, un film checo filmado en los últimos años del mudo llamado Tonka of the Gallows (1930).
La protagonista es una joven que regresa a su casa en un pequeño pueblo después de un largo tiempo ausente. Ahí la recibe entusiasmada su madre, que se alegra de que las cosas le vayan tan bien en la ciudad, y su prometido, que le da a entender de forma bastante directa que ya va siendo hora de que se casen. Pero Tonka, pese a la alegría inicial, oculta cierto poso de tristeza y se niega a la petición de matrimonio. El motivo no es difícil de intuir: en la gran ciudad Tonka ha tenido que dedicarse a la prostitución para sobrevivir e, incapaz de seguir engañando a ambos, decide volver allá resignada a ese modo de vida.
De vuelta en el prostíbulo en que trabaja, una noche aparecen dos policías. Se sucede el pánico entre los clientes mientras las fuerzas de la ley piden a la madame que haga salir a todas las chicas a las que tiene bajo su cargo. Pero lo que les solicitan es un favor: un condenado a muerte ha pedido como última voluntad pasar la noche antes de su ejecución con una mujer. Ninguna de ellas está dispuesta salvo Tonka. En la celda del acusado, éste la rechaza por ser una chiquilla asustadiza, pero de alguna manera acaban entendiéndose y Tonka le ofrece consuelo en sus últimas horas de vida.
A su regreso al burdel, el resto de prostitutas se burlan de ella llamándola “la viuda del ahorcado”. Ésta, que ha quedado profundamente conmovida por la experiencia, se sume en una depresión y acaba teniendo que dejar el prostíbulo para buscarse la vida por su cuenta.
Tonka of the Gallows es un drama repleto de sensibilidad, de ésos que parten de una premisa sencilla a partir de la cual se dedican a explorar a su protagonista, una suerte de heroína sin la suficiente fortaleza como para seguir adelante por sí sola y demasiado honesta como para valerse de la picardía. Resulta remarcable la sensible interpretación de la protagonista Ita Rina, especialmente en la metamorfosis que sufre en las últimas escenas. A mi entender uno de los aspectos más tristes de la película es ver como su inocente y bondadosa mirada acaba dando pie a esos ojos de mujer alcoholizada y cínica (aunque hay un detalle interesante: cuando le piden que explique la última noche que pasó con el prisionero ofrece un relato diferente de la realidad, como si en el fondo quisiera guardar para ella lo que sucedió verdaderamente). Entre los secundarios hay un rostro que quizá les resulta familiar, Vera Baranovskaya, protagonista de La Madre (1926) de Pudovkin así como de otra pequeña joya del cine mudo checo, Así es la Vida (Takový je zivot, 1930) de Carl Junghans.
El film es una de esas obras que parece estar despidiéndose ya del estilo tan visual y único del cine mudo y deja a intuir la llegada del sonoro a partir de un par de insertos hablados: la canción que entona en cierto momento Tonka y cuando reza el Padrenuestro la noche de la ejecución.
A nivel de realización resultan especialmente llamativos dos escenas que acaban de dotar de atractivo a esta película tan olvidada: la que sucede en la celda del condenado a muerte, con un estilo tan expresionista que parece casi un film de terror, y la fantasía que tiene Tonka al final, tan bucólica y conmovedora que debo confesarles que se me hizo un nudo en la garganta. La conclusión que podemos extraer es que éste es un mundo demasiado cruel y cínico para muchachas de buen corazón como Tonka.