Esta es una reseña que empecé escribiendo para mi crónica de las Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2022, que fue donde descubrí la película, pero dado que me estaba quedando algo larga para un artículo en que se comentaban muchos otros filmes y que se trata de una obra que merece más reconocimiento, he decidido dedicarle un post aparte. Me permitiré empezar con el mismo párrafo que le dediqué en el post original de las Giornate del Cinema Muto.
Hay películas que desde sus primeras escenas te hacen darte cuenta de que nos encontramos ante algo especial y precioso. Luego, obviamente, no todas mantienen las expectativas y en su desarrollo acaban cayendo en algunos clichés o pierden ese tono que las hacía tan únicas. En tales casos, uno siempre piensa «Lástima, con lo bien que empezaba…» pero se queda con las buenas sensaciones del inicio. No obstante, hay otras que mantienen esa buena impresión a lo largo de todo el metraje, durante el cual uno está disfrutando de su contenido al mismo tiempo que teme que no se eche a perder la película. Just Around the Corner (1921) pertenece a ese segundo grupo. Es una de esas joyas ocultas que los cinéfilos fantaseamos con encontrar buceando en la era clásica y que, sí, van apareciendo, pero no siempre es fácil dar con ellas. También ha sido la gran sorpresa de esta edición del festival, ya que servidor no tenía especiales expectativas hacia ella.
Se trata de la segunda y última película que dirigió Frances Marion, una de las mejores guionistas de la era muda en Hollywood, y viendo la innegable calidad de esta película así como el inmenso cuidado puesto en cada escena uno no puede evitar lamentar que no tuviera una carrera más extensa. Se trata de uno de esos dramas en la línea de Shoes (1916) de Lois Weber, que saben retratar con gran fidelidad a las clases obreras, que no se basan tanto en estrellas como en actores adecuados para sus papeles, cuyo argumento tiene un conflicto mínimo y cuya resolución es fiel a este tono más sencillo, sin grandes dramatismos ni giros rocambolescos de guion. Y sobre todo son también filmes de una extrema sensibilidad.
En este caso el argumento se basa en un sencillo núcleo familiar: la señora Birdsong, una viuda enferma del corazón y sus dos hijos que acaban de hacerse adultos, Essie y Jimmie. La gran preocupación de la señora Birdsong es que ambos tengan vidas estables antes de que ella fallezca, pero no les será fácil a causa de sus orígenes humildes. Essie trabaja por un sueldo miserable preparando ramos de flores para otras mujeres más afortunadas hasta que un día una amiga suya le consigue un trabajo en un teatro y le presenta a un chico, Joe. Éste en realidad es un bribonzuelo que vive de revender entradas y que solo quiere salir con Essie para divertirse, cuando ella espera tener una relación más seria. La señora Birdsong se empeña en que Essie traiga a su novio a cenar para conocerle, pero aunque Essie le promete cada noche que éste vendrá, en realidad siempre le acaba dando largas. Una fatídica noche de invierno, la señora Birdsong sufre un ataque que la deja convaleciente en cama. Lo único que pide antes de fallecer es conocer a la pareja de su hija para quedarse tranquila, pero Essie de nuevo tendrá problemas para traer a Joe con ella.
Imagen cedida de la colección particular de Jay Weissberg
Just Around the Corner es uno de esos filmes que a través de un conflicto aparentemente pequeño en realidad está haciendo reflexiones más profundas sobre los personajes y su relación entre ellos. La gran base de la película no es tanto que Joe vaya a cenar a casa con ellos sino el temor de la madre de que sus hijos no consigan dar el paso al mundo adulto con la madurez necesaria para enfrentarse a los problemas que eso conlleva. Eso se ve claramente en el caso de Jimmie, un muchacho que se empeña en ser tratado como un hombre pero que aún se ve incapaz de conseguirlo (véase la escena en que intenta enfrentarse al primer capataz de su hermana y sale escaldado, o la entrañable secuencia inicial en que no quiere darle un beso a su madre delante de su hermana burlona y finge haberse dejado algo en casa para volver y dárselo). Y lo magnífico del guion de Frances Marion es que la forma como Jimmie al final prueba su madurez no es, como uno esperaría, con alguna demostración de fuerza o hombría, sino siendo capaz de mantenerse entero en los últimos momentos de vida de su agonizante madre; del mismo modo que en el caso de Essie su necesario proceso de madurez pasará por darse cuenta de qué clase de hombre es Joe.
Otro aspecto que me encanta de la película es el cariño con el que están tratados los personajes. Me parece muy hermosa la forma como se retrata la relación entre hermanos, basada en esas pequeñas peleas y provocaciones mutuas bajo las cuales entrevemos que hay un sincero cariño mutuo. Del mismo modo, el personaje de Joe, aunque es obviamente un bribón que nos será antipático, tampoco nos es mostrado como el clásico antagonista detestable: es obvio que no es más que un chulo de barrio con un carácter más bien cobarde, pero sabe ganarse a las chicas con su facilidad para ser simpático. No es tan frecuente encontrar en el Hollywood de la época una galería de personajes tan creíbles y humanos.
Si bien el guion es magnífico, me llevé una sorpresa por el cuidadísimo trabajo de dirección. Marion nos ofrece algunas composiciones de interiores hermosísimas (véase el plano de Jimmie cuidando a su madre visto desde fuera de la puerta, en que el trabajo de iluminación es crucial), pero además aprovecha muy bien los exteriores. Eso se nota especialmente en los planos con nieve, desde el paseo de Jimmie con su chica en mitad de una tormenta al climático plano final de Essie corriendo de noche por la nieve mientras llora, seguida por un travelling que le da aún más urgencia y dinamismo a este instante tan crucial.
De hecho todo en la película se nota que está tratado con una delicadeza que es rara de encontrar en el cine de Hollywood, incluso en las grandes obras. Hay muchos pequeños detalles tanto de guion como de puesta en escena que delatan un gran cuidado y sensibilidad de su creadora, así como recursos muy imaginativos (Joe descubriendo la presencia de un policía simplemente por la sombra que forma en la pared, lo cual le lleva a comportarse inmediatamente como un caballero para pasar desapercibido). Todo ello hace que la película acabe emergiendo como una pequeña joya alejada de las estridencias de las grandes obras del Hollywood de la época. Desafortunadamente eso jugó en contra por entonces, ya que tuvo un éxito muy moderado que movió a su autora a quedarse en el papel de guionista y escritora en otros proyectos. El público necesitaba grandes estrellas y argumentos más llamativos que una pequeña historia sobre una madre sobreprotectora. Por lo menos hoy día creo que podemos apreciarla en justicia como merece.
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Dr., fue un placer y un honor descubrir y enamorarme precisamente de esta misma película, en el mismo sitio. Creo que pocas veces un triángulo de este tipo (que tantos finales trágicos nos ha deparado en el cine clásico, en general, y el mudo en particular) ha tenido un final más feliz y de tan grato recuerdo. Hago una por una sus palabras sobre esta película. Un abrazo, a sabiendas que puedo acabar hipnotizado.
Lo mismo digo, amigo Florenci. La película es sumamente especial pero además el descubrirla en tan buena compañía (y además sin tener especiales expectativas sobre el film) hizo que este visionado fuera aún más especial y quede como uno de los recuerdos más gratos del festival.
Un abrazo.