El delicado asunto de los ménage à trois es algo que daba a hablar desde los inicios de la era muda. Y si no me creen, vean este cortometraje cómico tan divertido, Le Due Innamorate di Cretinetti (1911), que nos puede servir de paso para reivindicar a uno de esos grandes cómicos de los inicios del cine que luego cayó por completo en el olvido: André Deed. De origen francés, Deed tuvo una enorme popularidad internacional antes de la I Guerra Mundial, que le llevaría a dejarse tentar por una oferta de la industria italiana, por entonces una de las más pujantes del mundo a nivel cinematográfico. Allí recalaría en el prestigioso estudio de Turín Itala Film, donde protagonizaría una serie de cortos en que interpretaba a un personaje llamado Cretinetti (en español se le conocía como «Toribio»), muchos de ellos dirigidos ni más ni menos que por Giovanni Pastrone, futuro realizador de Cabiria (1914).
El filme que nos ocupa es uno de esa serie sobre el cual no he podido corroborar con exactitud su paternidad, pero las fuentes que he consultado atribuyen la dirección al propio Deed (que de hecho en esos años pasó a dirigir sus propios filmes). Así mismo, una de las mujeres protagonistas es Valentina Frascaroli, futura mujer de Deed y una de las muchas grandes divas italianas de la época, que como vemos se desenvolvía perfectamente en papeles cómicos. Conociendo ya a sus responsables, pasemos pues al argumento.
El bueno de Cretinetti tiene dos amantes pero, ay, no sabe a cuál escoger. De manera que inicialmente va pasando de una a otra sin que ninguna de las dos sea consciente de que tiene una rival. Cuando se descubre el lío, Cretinetti, incapaz de decidirse por una, opta por la opción más sensata: que se enfrenten ambas a un duelo para así quedarse con la ganadora. No obstante, en los distintos enfrentamientos es el propio Cretinetti quien sale malparado, y cuando en cierta ocasión cae accidentalmente en un río, dos hombretones acuden al rescate. Y entonces sucede lo inevitable: las dos amantes de Cretinetti se enamoran de esos dos hombres musculosos y dejan a nuestro pobre protagonista solo.
Le Due Innamorate di Cretinetti es una muestra del gran talento de André Deed para la comedia, partiendo de una premisa irresistible que le permite lucirse como cómico tanto a él como a sus compañeras de reparto. De entrada el plano inicial me parece uno de los mejores del corto, en que Deed se encuentra en el balcón y va recibiendo las atenciones de cada pretendiente por una ventana lateral, en que se combina un timing perfecto (la forma como ambas amantes no coinciden al mismo tiempo por los pelos) con la comicidad de ver a Cretinetti comportándose como un enamorado.
A partir de aquí, cuando las dos amantes se encuentran, la comicidad se basa en el odio que se profesan ambas en contraste con la incoherente ternura que le dispensan a Cretinetti… pero no obstante acaba siendo siempre el pobre Cretinetti quien recibe algún mamporrazo por accidente. Como sucede en tantos cortometrajes de la época realizados deprisa y con los medios que había a mano, parte de su aliciente es disfrutar de los paisajes exteriores en que se filmaron la mayoría de escenas e intentar dilucidar lo que atrajo a sus creadores a escoger determinados lugares en concreto, como el pequeño riachuelo con un puente, al lado del cual libran la fallida batalla de esgrima.
Aunque la estrella del corto es André Deed, en justicia las dos mujeres están perfectamente a su altura y entre los tres logran una película simpática y ágil que, si bien no ofrece ninguna escena o idea particularmente vistosa, sigue funcionando muy bien como comedia. No debemos olvidar que Deed facturaba cortos como éstos cada semana para mantener la enorme demanda que había entonces de filmes suyos. Desafortunadamente el suyo es uno de esos muchos casos de pioneros a quien el tiempo condujo al más absoluto olvido. Después de la I Guerra Mundial su carrera empezaría a declinar y al final de su vida seguiría trabajando para Pathé… pero como encargado de almacen. Un cierre realmente injusto para el que fue un cómico tan querido por el público en los primeros años del siglo XX.
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«opta por la opción más sensata» Jajaja! totalmente de acuerdo… Un corto que en otras manos seguramente sería divertido, sí o sí (la idea es demasiado bestia para que algo no haga reír, aunque los intérpretes fuesen un desastre) pero mucho más bizarro, al faltarle el plus de gracia auténtica de las tres principales piezas que aportan algo de humanidad a esta locura simpatiquísima.