Siempre me ha fascinado cómo debían ser las primeras reacciones de los espectadores de la época al invento del cinematógrafo, a esas imágenes fotográficas que cobraban vida como fantasmas. Algunos cortos de los inicios del cine satirizaban ese choque con personajes ridículos que reaccionaban ante las imágenes de la pantalla como si fueran reales, de los cuales les he traído los dos más conocidos.
The Countryman and the Cinematograph (1901) del británico Robert W. Paul se cachondea del típico paleto de pueblo que asiste a su primera sesión de cine. El filme nos muestra su reacción ante tres breves escenas: una bailarina a la que éste imita de forma ridícula, un tren que se acerca a la pantalla y le hace salir corriendo y luego una breve escena de amor. De este brevísimo filme me resulta interesante a nivel técnico el encuadre, que debe encajar en la misma imagen al pueblerino y la pantalla de cine, y el hecho de que las imágenes de las películas que ve en realidad estén añadidas con sobreimpresiones. Por otro lado, ¿se trata del primer filme que hace referencia a esa leyenda urbana de la gente que se asustó del tren que se dirigía a la pantalla en la primera sesión de cine de los hermanos Lumière?
