Escrita y dirigida por el propio Erich von Stroheim, el film es fiel a sus temáticas e inquietudes habituales, dibujando un retrato cruel, cínico y demoledor de las decadentes clases altas a través del conde Vladislav Sergius Kramzin (interpretado, cómo no, por él mismo), un seductor buscavidas que comercia con dinero falsificado y que ni siquiera nos queda claro si es un Conde real o no. En todo caso, el Conde habita en una mansión de Monte Carlo junto a sus dos supuestas primas, la Princesa Vera Petchnikoff y Olga Petchnikoff (cualquier parentesco o título nobiliario real es pura casualidad). Al saber de la llegada a la ciudad de un importante magnate americano junto a su esposa Helen Hughes, Kramzin se propondrá seducirla para sustraerle dinero.

La forma como Stroheim encara este tipo de historias es apasionante porque se nota claramente su ambivalencia: por un lado esa pasión por retratar de la forma más exacta posible el mundo de lujos y elegancia en que viven los personajes, por el otro regodearse en la hipocresía y maldad de sus actos. Le encanta mostrarnos el caviar y sus exquisitos modales para luego restregarlos por el fango, algo que queda mostrado de forma clarísima en su desenlace especialmente cruel.
Hay un detalle de una escena que puede parecer superfluo pero que yo creo que reafirma esa idea. Cuando el conde y Helen son sorprendidos por una tormenta, se refugian en una modesta casa en el campo sin comodidades, donde ella debe cambiarse de ropa sin disponer de mucha intimidad. El conde caballerosamente se coloca de espaldas, pero con un espejo la observa recreándose en su belleza. Mientras sucede esta escena tan típica de esta clase de intrigas y de esos juegos de seducción de la clase alta, una cabra se coloca junto a Stroheim y le coloca su cola en la cara. Éste, molesto, la aparta, pero el inocente animal persiste en situarle sus no demasiado nobles partes a pocos centímetros de su cara. Este gag algo zafio en realidad juega con esa idea: la imagen del respetable conde que seduce a una fina norteamericana se derrumba por completo con un gag de dudoso gusto implicando una cabra. Stroheim destruye por completo la respetabilidad que había creado hasta entonces.

El hecho de que al director le fascinen tanto esos falsos nobles que se codean con la nobleza auténtica no puede ser casual: el propio Erich von Stroheim aterrizó en Hollywood haciéndose pasar por el descendiente de un conde austríaco siendo en realidad el hijo de un sombrerero judío. Es decir, estaba jugando el mismo papel que su personaje aprovechándose además del absoluto desconocimiento en América de cómo era la nobleza auténtica, lo cual no dejaba de ser una ironía que de buen seguro le parecería muy divertida al propio Stroheim.
En la película se transmite esa idea a través de la estafa que urde con sus primas colando billetes falsos en el casino de Monte Carlo haciéndolos pasar por auténticos. Así, esas falsificaciones acaban colándose entre las auténticas haciendo que no pueda saberse cuales son los billetes reales y cuales los falsos. De la misma forma, los falsos nobles como el Conde y sus primas se han infiltrado entre la nobleza auténtica y provocan que sea difícil distinguir lo real de lo falso.
El propio Conde se aprovecha del resto de personajes no solo simulando su estatus sino falseando sus sentimientos. Una de las escenas más crueles de la película nos muestra al conde simulando ante su criada estar desesperado y, para ello, finge derramar lágrimas de sufrimiento. Stroheim, que se había hecho famoso con sus personajes tan crueles que al público le gustaba odiar, se recrea en ese momento mostrándonos un primer plano del conde escondiendo su cara mientras ríe cruelmente al haberla engañado. Más adelante, cuando finge ante Helen estar desesperado por una deuda, Stroheim repite recurso mostrándonos un primer plano de su cara sonriente cuando le da la espalda.

Los excelentes decorados recrean perfectamente Montecarlo y, en general, todo ese mundo de lujo que tanto parece interesar a Stroheim retratar a la perfección. De hecho, hay que remarcar que Stroheim escapa a la trampa de dejarse seducir por el entorno que ha recreado tan fielmente y siempre pone el énfasis en la psicología de los personajes, en que veamos cómo bajo todo este lujo entran en juego las pasiones y sentimientos más vulgares, cómo una mujer se deja seducir por la pura fachada que representa el Conde (quien a la hora de la verdad se comporta como un cobarde en la escena del incendio) antes que por su marido, menos elegante pero más honesto. Por otro lado, las breves escenas situadas en el barrio pobre donde habita el fabricante de billetes falsos nos sirven como muestra de que Stroheim es igualmente fiel a la hora de retratar ambientes más pobres (algo que confirmaría definitivamente en Avaricia).

Como ya comenté en el anterior post, la complejidad de la película inicialmente era mucho mayor, pero quedó reducida sustancialmente por dos factores: la súbita muerte del actor que encarna a Andrew Hughes (el marido) y la reducción de todo el metraje de ocho horas a dos. Eso implica que lo que veamos no sea más que una parte de todo lo que Stroheim había ideado. La muerte del actor obligó a reducir la importancia de una subtrama que mostraba cómo Hughes era seducido por las primas del conde, haciendo que su personaje perdiera relevancia. Por otro lado el remontaje obligó a suprimir subtramas enteras que en la versión que tenemos no existen o simplemente se intuyen.
Es fácil distinguir cuándo es un doble quien interpreta a John Hughes, ya que básicamente es cada vez que aparece de espaldas y su pelo se ha vuelto repentinamente canoso (resulta extraño que un director tan meticuloso como Stroheim no reparara en ese detalle y no hiciera nada por solucionarlo, siendo tan fácil como teñir el pelo del doble)
Por ejemplo, Stroheim había ideado un montaje paralelo muy interesante entre el conde y Andrew en que se veía a los dos desempeñar las mismas acciones demostrando cómo el primero se desenvolvía a la perfección y el segundo mostraba una cierta torpeza, o cómo la vida del primero era mucho mejor que la del segundo (por ejemplo, mientras Hughes se afeitaba solitariamente en ropa interior en el cuarto de baño, el conde era despertado por sus dos «primas» que habían pasado la noche con él). El romance entre el conde y su criada se profundizaba mucho más que en la versión que conocemos, en la cual se introduce repentinamente a medio film un diálogo en que ésta le recuerda su promesa de casarse con ella (en el guión original además estaba embarazada de él). También se profundizaba en la relación del conde con sus «primas» y en cómo se ganaban éstas la vida desplumando a hombres adinerados, así como en la investigación de la policía respecto al dinero falso que las «primas» van introduciendo en el casino (en el montaje actual la policía no aparece más que al final de forma repentina). Por otro lado había algunas escenas en que se veía como la hija del falsificador era objeto de burla de los otros niños en la calle, que se suprimió rápidamente por ser demasiado cruel para el público.

Finalmente, el desenlace perdía mucha fuerza, ya que inicialmente todas las tramas deberían converger en éste creando un clímax. La supresión de tantas escenas hizo que el desenlace fuera algo abrupto y desigual, de modo que se acabó optando por simplificarlo al máximo para que fuera más armónico. Inicialmente, el conde retaba a Hughes a un duelo y éste, aún conociendo la infalible puntería del conde, lo aceptaba (de esta forma se enlazaba con la escena del concurso de tiro a palomas en que el conde había demostrado su habilidad). Sabiendo que no podría ganar, Hughes escribía una carta de despedida a su esposa haciéndole saber que aceptó el duelo simplemente para que viera que él también podía regirse por esos códigos de honor que ella parecía admirar.
Es entonces cuando el conde moría al intentar acostarse con la hija del fabricante de dinero falsificado. Hughes se salvaba así del duelo y volvía a brazos de su esposa, quien sorprendentemente daba a luz puesto que estaba embarazada desde antes del viaje (¿?) – Stroheim se defendió años después argumentando que en el montaje inicial había dejado caer varios indicios a lo largo del film de que ella estaba embarazada, pero debido al recorte de metraje se perdían por completo y el nacimiento del niño acababa siendo tan sorpresivo que rozaba lo ridículo. Tal y como queda ahora el film, hay un extraño vacío desde el puñetazo de Hughes al conde hasta la muerte de éste, como si faltara algo que sustentara esos minutos. Como curiosidad, el final original mostraría también el cadáver del conde llegando al mar y siendo devorado por un pulpo (!!).

Cabe reconocer que para ser un film surgido a partir de un montaje mucho más reducido de lo que estaba pensado, Esposas Frívolas sigue funcionando a la perfección demostrando ser una gran película. Puede que nos hayamos perdido algunas subtramas y escenas interesantes, pero las ideas de Stroheim y su impecable trabajo tras la cámara (al fin y al cabo tanto perfeccionismo no podía sino dar un resultado excelente) permanecen intactos.
Si no la conocen, háganse un favor y
véanla. Déjense seducir por «
el hombre al que a uno le gusta odiar«.
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Yo la vi dos veces porq la primera no comprendí tanto halago a Stroheim. Y quedé igual. La historia misma no da para una película de más de dos horas y si filmó más fue por el sólo gusto de hacer las cosas muy complejas. Hay varias vulgaridades y cosas absurdas y en general no me convenció, pero bueno, en gustos no hay nada escrito.
Entiendo que no le guste el señor Stroheim (tiene una forma de hacer cine bastante personal que no es del gusto de todos) pero discrepo en que éste alargara sus películas solo por el gusto de hacer las cosas muy complejas. En realidad Stroheim era un obseso de los detalles, de explorar hasta los más pequeños detalles de cada personaje y situación. Su idea (que se puede compartir o no, pero creo que resulta muy interesante) es que solo a través de esta exploración a fondo se podía llegar a entender del todo la psicología de los personajes y sus actos.
Otro tema es si realmente todo esto daba para más de cuatro horas, que era el montaje original, pero eso me temo que nunca lo sabremos.
¡Un saludo!
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