El origen de un gag: la danza de los panecillos de La Quimera del Oro (1925)

Si hay un gag a destacar de toda la carrera de Chaplin por el que ha sido especialmente recordado es la danza de los panecillos de La Quimera del Oro (1925). Me imagino que todos lo conocerán, pero nunca está de más volver a verlo:

El gag ya fue muy celebrado en su época, de hecho comentan que gustaba tantísimo al público que algunas veces los proyeccionistas detenían la película para volver a pasarlo otra vez. Por otro lado, en las fiestas a las que Chaplin acudía se convirtió en una costumbre muy habitual pedir que lo volviera a representar para hilaridad de los presentes. Chaplin, que nunca hacía ascos a ser el centro de atención en un evento social, no se hacía de rogar. Aquí pueden ver un ejemplo grabado de forma doméstica un año después del estreno:

No obstante, en el mundo de la comedia es frecuente que los gags tengan un origen incierto y vayan pasando de un artista a otro, cada uno de ellos adaptándolo a su estilo y, si puede ser, puliéndolos o mejorándolos. Cuando uno ve muchas películas slapstick de la época, es frecuente volver a encontrarse con gags ya familiares, de forma que es difícil poder dilucidar quién fue el primero en utilizarlo. El caso de la danza de los panecillos es otro ejemplo. Al igual que hicimos hace un año con el famoso gag de la pared que se derrumba en dos películas de Keaton, en esta ocasión vamos a reivindicar el precedente menos conocido del gag de los panecillos. Y curiosamente en ambos casos es el mismo: Roscoe «Fatty» Arbuckle, un cómico absolutamente fundamental para la historia del slapstick al que deberemos reivindicar con un artículo más a fondo en un futuro no muy lejano.

Vean cómo Arbuckle ya interpretaba este gag en su cortometraje The Rough House (1917):

Resulta obvio que el gag de Chaplin es una versión muy perfeccionada del original. Arbuckle trata esta idea como un pequeño gag breve de unos segundos al que no da excesiva importancia. Chaplin no sólo lo alarga sino que lo filma en un plano cerrado para que el espectador pueda apreciarlo mejor. Por otro lado, me parece muy interesante que el gag de Arbuckle sea una clara referencia a la forma de caminar de Charlot, es decir, que era un guiño a su colega en que se apropiaba de una de sus marcas de estilo. Chaplin debió apreciar enormemente la referencia y le devolvió el guiño retomando el gag.

Desconozco si aún hay otro precedente anterior a Arbuckle, porque en el mundo del slapstick y el vodevil es casi imposible hablar del primer inventor de un gag. En todo caso, creo que merece la pena recordar que el gag más mítico de uno de los cineastas más famosos de la historia del cine tuvo un precedente en otro cómico que ha quedado muy injustamente relegado al olvido.

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