John Randolph Bray es otro de los grandes nombres de los inicios de la animación cinematográfica en Estados Unidos. Nacido en 1879, se había hecho famoso como caricaturista hasta que decidió probar suerte en el mundo del cine emulando a Winsor McCay, del cual tomó muchas de sus técnicas de animación y luego las patentó adjudicándoselas a sí mismo, demostrando que desde luego no tenía muchos escrúpulos (para descubrir sus trucos como animador, fue a visitarle a su estudio haciéndose pasar por un periodista y le formuló todo tipo de preguntas al incauto McCay, que cayó en la trampa).
Una de sus primeras obras, The Artist’s Dream (1913) llamó la atención de Charles Pathé consiguiéndole un contrato con éste. Se trataba de un corto simpático aún bastante primitivo pero con mucho encanto, combinando imagen real y animación bajo el pretexto de un dibujante cuya creación (un perro animado) adquiere vida cuando se aleja del lienzo.
El año siguiente fundó los Bray Studios, que serían los estudios de animación más importantes de Norteamerica de aquellos años. Más que un animador abocado a los aspectos artísticos como sus compañeros, Bray ponía mucho énfasis en el aspecto productivo de la compañía, y no dudó en dejar personalmente el proceso de animación para cedérselo a otros dibujantes contratados. Para ello creó cuatro unidades de producción independientes, cada una de ellas dedicada a producir un corto al mes de cada personaje.
El principal personaje que aportó su estudio fue el Colonel Heeza Liar, que debutó con Colonel Heeza Liar in Africa (1914), pero pronto se amplió el repertorio a personajes como Bobby Bumps, que aportó el animador Earl Hurd, uno de los más importantes de la época. Otros personajes que pasaron por su estudio fueron Farmer Al Falfa de Paul Terry y Koko el payaso de Out of the Inkwell de Max Fleischer:
Como pueden comprobar, son cortometrajes en que aún estaba perfilándose la mecánica del movimiento de los personajes. Por eso y por el uso de texto escrito para compensar la ausencia de sonido son películas que recuerdan mucho a cómics (no es de extrañar, puesto que Bray procedía de ese mundo). Sin embargo, para la época son producciones muy conseguidas y tuvieron mucho éxito.
Emprendedor y buen hombre de negocios, Bray también sería pionero en la realización de cortos de animación educacionales para el ejército durante la I Guerra Mundial, así como en la realización de algunas películas que experimentaban tanto con el sonido como con el color. Este último es el caso de The Debut of Thomas Cat (1920), considerada la segunda película de animación en color de la historia.
La edad de oro del estudio llegó a su fin cuando en 1920 Samuel Goldwyn compró una buena parte de sus acciones y reorganizó la compañía según sus intereses. Aunque muchos grandes dibujantes se habían ido al no estar conformes con el sistema de producción en masa que exigía Bray, los cambios de Goldwyn fueron fatales y provocaron la marcha masiva de sus dibujantes más talentosos. El estudio pudo recuperarse parcialmente gracias a nuevos personajes como Dinky Doodle de Walter Lantz (futuro animador del Pájaro Loco) pero su rol como principal productora de animación fue desapareciendo progresivamente.
Bray no consiguió pasar a la historia como animador, y en cierto modo resulta lógico, puesto que otros contemporáneos suyos le acabarían superando. Su papel de hecho fue más relevante como creador de un sistema de producción consistente para films de animación. No obstante, fue una figura clave en la historia de la animación aunque solo fuera por los nombres que pasaron por su estudio y que hemos ido mencionando aquí: Earl Hurd, Paul Terry, Max Fleischer o Walter Lantz. Ellos, que sí han logrado trascender como nombres esenciales, empezaron todos bajo las órdenes de John Randolph Bray, aprendieron de su técnica y luego perfeccionaron sus obras por su cuenta. Sólo por eso ya merece ser recordado.