No podíamos dejar pasar este 2015 sin dedicar un post a una de las efemérides más interesantes en lo que concierne al cine mudo: el centenario del inicio del serial Los Vampiros (1915) de Louis Feuillade, que vio la luz el 13 de noviembre del 1915. Así pues, invitándoles a revisionar los 10 capítulos del serial, vamos a hacer un repaso sobre la obra más conocida de Monsieur Feuillade.
Los seriales
Un serial cinematográfico es, como muy hábilmente habrán deducido, un conjunto de films de breve duración en que se narran las aventuras de su protagonista a lo largo varios capítulos, es decir, un antecedente de las series televisivas actuales que tomaban como referente las revistas «pulp» de la época. Los géneros predilectos para este tipo de seriales eran los westerns y los films policíacos, que permitían crear tramas de intriga que enganchaban a los espectadores y les animaban a volver a la sala la semana o el mes siguiente para ver cómo evolucionaba la historia. Además, en la época clásica de Hollywood eran muy eficaces como complemento a la película principal de la noche.
Aunque este tipo de films tuvieron especial éxito en los años 30, los primeros seriales datan de los años 10, destacando las películas de Louis Feuillade o Los Peligros de Pauline (1914), que conoció tal éxito que rápidamente surgieron docenas de copias muy similares.
Louis Feuillade
Pese a que el nombre de Louis Feuillade ha pasado a la historia del cine asociado a los seriales, en realidad se trataba de un cineasta con una larguísima carrera (unos 600 títulos) que se movió en multitud de géneros – meses atrás de hecho rescatamos un bellísimo cortometraje suyo de corte fantástico: La Fée des Grèves (1909). Tal es así que en su época muchos críticos le reprocharon que perdiera el tiempo con estos seriales policíacos considerados de muy baja categoría, siendo un director con un gran potencial para realizar obras de más envergadura.
No obstante, a Feuillade no le importaban esas críticas, era un profesional que se movía en todo tipo de géneros diferentes y que no pudo menos que celebrar el enorme e inesperado éxito de seriales como Fantômas (1914) o Los Vampiros.
Contexto de producción
Tal y como hemos señalado, los seriales estaban muy de moda en aquella época y de hecho Feuillade acababa de cosechar un gran éxito con Fantômas. Los Vampiros surgiría como una estrategia de la Gaumont (el estudio en que trabajaba) para aprovechar el tirón de esta moda y, también, como reacción a un nuevo serial que la competencia (Pathé) estaba anunciando a bombo y platillo: Les Mystères de New York (1914), con la protagonista de Los Peligros de Pauline, Pearl White.
A cambio, la situación en 1915 no era tan favorable como un año anterior debido a que la I Guerra Mundial se encontraba en pleno apogeo. Durante la producción de Los Vampiros el director tuvo que moverse en un contexto de precariedad económica y de incertidumbre. De hecho el propio Feuillade fue movilizado al frente pero, por suerte para los cinéfilos de todo el mundo, pudo regresar al poco tiempo a la vida civil.
¿Qué mejor forma de cometer disimuladamente un robo en un hotel que pasearse por el pasillo disfrazado de esta forma?
Es por ello que el serial se realizó de forma rápida y muy barata, algo que se nota en lo espartano de muchos decorados y un estilo de dirección algo estático incluso para la época, con gran predominancia de planos generales. Para la mayoría de episodios, Feuillade llegaba al rodaje sin un guión fijo e iba improvisando sobre la marcha con los actores, teniendo como único punto de partida algunas hojas llenas de anotaciones.
Además, algunos intérpretes tuvieron que abandonar el serial para incorporarse al ejército, obligando a Feuillade a reformular sobre la marcha la línea argumental (eso hace que a menudo no tengamos claro si la súbita desaparición de ciertos personajes fundamentales de la trama estaba ya prevista o tuvo que improvisarse). Si de por sí los seriales policíacos se basaban en ese estilo tan rocambolesco, las circunstancias que envolvieron el rodaje de Los Vampiros acabaron de potenciar esa tendencia, ya que contribuyeron a acentuar el estilo caótico y confuso de la trama con algunas ideas argumentales que se abandonaban y otras que tomaban giros inesperados.
Los Vampiros realmente saben cómo organizar una buena fiesta.
Sus protagonistas
El protagonista de Los Vampiros es Philipe Guérande, el reportero de un importante diario que se dedica a investigar a una peligrosa banda apodada Los Vampiros (sin ninguna relación con la figura vampírica), dedicados a cometer crímenes y sembrar el terror. A medida que avanza la trama conocemos a las dos principales figuras del grupo, el apodado como Gran Vampiro y su mano derecha Irma Vep. A ellos se les añadirá otro gran jefe criminal enfrentado a los Vampiros: José Moreno.
No obstante, aunque Philipe sea el protagonista, resulta innegable que los personajes predilectos de los espectadores son, en el bando de los antagonistas, la fascinante Irma Vep, y en el de los protagonistas el amigo de Philipe, Mazamette.
Mazamette nos confía que no le gusta lo que está viendo con sus prismáticos.
Mucho más reconocible con su vistoso bigote y con un carácter más cómico y pícaro, Mazamette enseguida se gana las simpatías del espectador pese a su oscuro pasado como antiguo miembro de Los Vampiros. De hecho, Feuillade acentúa nuestro vínculo con él haciendo que sea uno de los pocos personajes que interpela continuamente al espectador mirando a cámara de forma cómplice, como si estuviera compartiendo con nosotros lo que opina de cada suceso lanzando su mirada irónica (curiosamente otro de los pocos personajes que mira a cámara con tanta frecuencia es su hijo, como si la familia Mazamette monopolizara el privilegio de romper con la cuarta pared).
A lo largo del serial vemos cómo Mazamette es quien resuelve la mayoría de tramas, y también cómo se acaba entregando a la vida disipada de fiestas y mujeres hasta que su amigo Guérande le hace ver que esa no es forma de comportarse para un respetable padre de familia. Uno de los detalles más entrañables del serial son las bromas que hace su personaje continuamente a cámara hasta culminar en el último capítulo con ese simpático momento en que se enfrenta a una caricatura de sí mismo que han hecho los Vampiros.
En lo que respecta a Irma Vep, ella es sin duda el mayor atractivo del serial. Tal es así que la actriz que la encarna, Musidora, se convirtió en una estrella internacional. Su peculiar vestuario y las acrobacias que realiza desplazándose por edificios hacen de ella un personaje único y alejado de los tópicos femeninos de la época. Aquí tenemos ni más ni menos a una mujer realmente peligrosa, con personalidad y con mucha fuerza. Su primera aparición en el serial, actuando de forma muy sugerente en un club nocturno, es absolutamente inolvidable. No es casualidad por tanto que ella sea el único personaje de Los Vampiros que haya pasado a la posteridad.
Mencionar por último un personaje secundario que me cae en especial gracia: la madre de Philipe Guérande, que es secuestrada por los Vampiros y logra escapar ella sola tras engañar y acabar con su secuestrador. ¡Eso sí que es una anciana dura de pelar!
La señora Guérande, Mazamette y Philipe.
Elogio a lo rocambolesco
En uno de los episodios, los Vampiros le hacen llegar una nota a la criada de Guérande citándola a una sesión de espiritismo donde se le revelará quién mató a su marido. Toda esa artimaña va destinada a hipnotizarla para que por la noche les abra la puerta y así ellos se puedan infiltrar en la casa de los Guérande y acabar con Philipe.
Teniendo en cuenta todas las habilidades y medios de los que disponen estos peligrosos criminales, resulta difícil de creer que, simplemente para poder acceder a una casa ajena, deban recurrir a un plan tan enrevesado. Pero ésa es la gracia de Los Vampiros, el recrearse en los planes más truculentos posibles. Si lo único que hicieran fuera forzar la puerta con una llave maestra nos perderíamos la sesión de espiritismo y la imagen tan inquietante de la criada bajo hipnosis abriendo la puerta. El principio que parecen seguir es: ¿para qué cometer un crimen de forma directa y burda pudiendo hacerlo de la forma más intrincada posible?
Tomando como referencia las revistas pulp de la época donde se narraban situaciones también pasadas de rosca, Los Vampiros dio un paso más allá al poner en imágenes esas situaciones imposibles que, por escrito, obligaban al lector a imaginarlas como podía. La gracia del serial es que Feuillade no narra una simple trama policial, sino que recrea un universo incierto en que todo es posible y no hay límites para los maquiavélicos planes de los antagonistas. Esto le da al serial un aire casi surrealista, en que no podemos dar casi nada por seguro (personajes supuestamente muertos reaparecen, otros no son lo que decían ser, las acciones de los Vampiros no se rigen por la lógica más esencial…) y debemos dejarnos llevar por los inciertos caminos hacia los que nos conduce la trama.
Los Vampiros estropeando una velada de la alta sociedad con gas narcotizante.
Armas de destrucción masiva
Por otro lado, Los Vampiros, en su desbordante imaginación, nos muestra a lo largo de sus 10 episodios un curioso arsenal de armas que serían la envidia de cualquier James Bond, como una estilográfica asesina, un sombrero de copa con una bomba oculta, una carta que contiene veneno o un guante con un pincho incorporado que provoca la parálisis de aquel al que uno dé la mano. También vemos el imaginativo uso de un alfiler de sombrero como arma y, mi favorito, un cañón. De hecho uno de mis momentos predilectos del serial es cuando el Gran Vampiro avisa a Irma Vep y José Moreno de que a una hora concreta les llegará una señal como advertencia por no querer aliarse con él. El Gran Vampiro, que no destaca precisamente por su sutileza, dispara un cañonazo contra el club en que se encuentran los dos personajes y éstos, obviamente, se dan por aludidos.
Por supuesto tampoco faltan sesiones de espiritismo, hipnosis, secuestros o libros de códigos secretos. Cualquier elemento que evoque ese mundo misterioso y criminal a los espectadores de la época es citado en la película.
Philipe nos enseña el libro de códigos de los Vampiros.
Repercusión
Pese a que aquellos fueron años difíciles para estrenar películas por la escasez de público, Los Vampiros fue un éxito de taquilla absoluto, superando incluso el anterior serial de Feuillade aun partiendo de la base de ser films realizados de forma más rápida y con menos recursos. El serial vino precedido de una astuta campaña publicitaria en que se colocaron por París carteles como el que les mostramos, que sugería algo misterioso y excitante pero sin dar detalles de su contenido.
Como curiosidad, la policía prohibió temporalmente algunos de los episodios porque, según ellos, glorificaban el crimen y seguramente daban malas ideas a los espectadores (como disparar cañonazos a clubs nocturnos o atrapar a gente asomada por la ventana con lazos de cuerda). Afortunadamente esta triste censura fue temporal y el resto de episodios acabaron estrenándose con normalidad.
Detestado profundamente por los críticos, admirado por los surrealistas y futuros directores como Fritz Lang o Alfred Hitchcock (que estaban claramente en deuda con esta serie de películas) y citado de forma más o menos explícita por cineastas como Jacques Rivette u Olivier Assayas; Los Vampiros acabó convirtiéndose en el serial cinematográfico por excelencia y en uno de los mayores exponentes del cine policíaco en los orígenes del cine, cuando la aburrida lógica no dominaba siempre los argumentos y la improvisación y la libertad creativa dejaban vía libre para todo.
Toda la serie está hoy día disponible entera en internet y se puede descargar o visionar online fácilmente, de modo que no tienen excusa para no adentrarse en los peligrosos misterios que envuelven a los Vampiros.
Algunas de las campañas publicitarias de la época merecen un artículo aparte y los carteles son de lo más sugerentes. Excelente artículo.
Aunque se desvía de este post, respecto al tema de carteles sugerentes de la época, recomiendo encarecidamente este artículo sobre posters soviéticos de los años 20:
https://silentology.wordpress.com/2015/03/08/timelessly-cool-the-art-of-1920s-soviet-film-posters/
Gracias por el comentario, un saludo.
Gracias por la recomendación. Interesante, desde luego.
Un saludo.
Excelente post; pero merecía un par de líneas la sorprendente aunque breve aparición de Stacia Napierkowska como una especie de mujer murciélago de teatro que muere en frente de su publico. Me recordó algo parecido que se ve en la película Entrevista con el vampiro.
Hola Elisabeth,
Tienes razón, Napierkowska, a quien yo tenía en mente más por su personaje de L’Atlantide (1921) pero ni recordaba por Les Vampires, bien se merecía una mención ni que fuera de pasada. Gracias por reivindicarla.
Un saludo.
Gran crítica, aunque la palabra «surreal» no existe (lo correcto es «surrealista»).
Gracias, ya está corregido, ¡algo nuevo se aprende cada día!
Un saludo.