Seguramente algunos de ustedes pronto tendrán unos pocos días de vacaciones o simplemente quizá algo más de tiempo libre (no es el caso de este infatigable Doctor, siempre al pie del cañón para ofrecerles su dosis semanal de cine mudo). Y a causa de ello es probable que aprovechen para ir al cine a ver una película, pero en tal caso, caballeros, espero que no sucumban a la tentación de servirse de la intimidad y oscuridad de la sala para propasarse con alguna dama.
A modo de ejemplo aleccionador, he rescatado este cortometraje italiano cuyo título ya lo dice todo: Al Cinematografo, Guardate… e Non Toccate (1912). El protagonista es el cómico Ernesto Vaser, muy célebre en su época, que encarna a un seductor que persigue a una dama de la que se ha encaprichado hasta el cine, donde se sienta a su lado con indecentes intenciones. El tema de la película era de rigurosa actualidad, porque de hecho los sectores moralistas anti-cinematográficos solían definir las salas de cine como antros de perdición donde el pecado campaba a sus anchas (lo cual, dicho así, tampoco suena tan mal).
En todo caso, esperamos que esta pequeña historia les sirva como moraleja sobre cómo no deben comportarse en una sala de cine.