Una vez que a principios del siglo XX se hizo evidente el enorme éxito del cine entre las clases populares, no faltó quien viera este medio como una forma de educar a los espectadores, es decir, ofrecerles historias de tono moralizante como la que nos ocupa, de título bastante explícito: Les Victimes de l’Alcoolisme (1902).

La película ostenta el honor de ser la primera adaptación que se conoce de Émile Zola (en este caso L’Assommoir) si bien la historia está tan sintetizada, en tan solo cinco planos, que podría ser perfectamente cualquier argumento similar relacionado con el alcoholismo: una familia humilde pero feliz, el padre es tentado en la calle por unos amigos para irse a tomar unas copitas de nada, la madre acude a buscarle alarmada por el descenso al alcoholismo de su marido y finalmente un desenlace trágico con la familia abocada a la miseria y el protagonista encerrado en un manicomio, víctima de un delirium tremens.

El autor de la cinta és Ferdinand Zecca, uno de los nombres más destacados del primer cine francés, y el filme se encuadra en una serie de obras que Pathé sacó bajo el epígrafe de «películas dramáticas y realistas», entre las cuales se encuentra la interesantísima Histoire d’un Crime (1901), también de Zecca. Dicha intención realista hoy puede escapársenos, pero comparada con otras obras de la época se puede notar en un mayor cuidado de los decorados, que ya no son un mero marco de fondo para que simplemente situemos donde se encuentran los protagonistas, sino que se nota que tienen una voluntad de parecer creíbles (la calle muestra diversos comercios aparte del bar y está plagada de otros paseantes, la casa tiene una ventana real y no pintada – no creo que sea casual el gesto de la mujer de cerrarla, como remarcando que es auténtica – y el bar está repleto de detalles). Así pues, les invito a que visionen este breve cortometraje y extraigan de él su valiosa moraleja sobre los peligros del alcohol.