En 1926 se estrenó en Berlín Misterios de un Alma (Geheimnisse einer Seele) de G.W. Pabst, la primera película de la historia en tratar el tema del psicoanálisis. El filme fue un éxito de público y crítica que se convirtió enseguida en un clásico del cine mudo alemán. Pero hay una pregunta que resulta inevitable hacerse: ¿qué pensaba al respecto Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis? ¿Él también compartía el entusiasmo hacia ese filme?
El proyecto nació tiempo atrás cuando la UFA tuvo la idea de hacer una película que explicara al gran público la teoría del psicoanálisis, que en aquellos momentos estaba teniendo cada vez más renombre, y por ello pensaron que sería buena idea involucrar a Freud en el proyecto para darle más prestigio. Desafortunadamente el gran hombre no estaba muy por la labor. Como muchos otros intelectuales y científicos de la época, Freud consideraba el cine como una especie de sofisticado espectáculo de feria, aun cuando en 1925 ya se estaba empezando a erigir como una forma de arte por derecho propio. De hecho antes de que la UFA le contactara ya le había llegado una oferta de Hollywood, más concretamente de Samuel Goldwyn, ofreciéndole una generosa suma para que colaborara en un filme sobre los grandes amores de la historia aportando sus conocimientos científicos sobre las pulsiones erotico-amorosas. Freud rechazó la oferta.
En lo que respecta al proyecto de la UFA, se optó por contactar en primera instancia con Karl Abraham, colaborador y hombre de confianza de Freud, para que hiciera de intermediario y le propusiera participar en la película. Inicialmente tuvieron suerte: a Abraham le entusiasmó la idea como forma de dar a conocer el psicoanálisis al gran público, e hizo lo posible por convencer a Freud pero, ay, éste no se dejó convencer tan fácilmente. Más concretamente su principal objeción era la imposibilidad de «representar nuestras abstracciones de manera respetable con medios visuales«.
No obstante, Abraham siguió adelante con el proyecto contando con la ayuda de otro psicoanalista, Hans Sachs, que fue el principal asesor científico de la película. El filme, que explicaba el proceso de cura de un paciente gracias a la interpretación de sus sueños, fue un éxito que a su vez sirvió como modelo a la pequeña moda que surgiría en Hollywood décadas después de obras psicoanalíticas similares, como Recuerda (Spellbound, 1945) de Hitchcock. Desafortunadamente a Freud nunca le agradó que su utilizaran sus teorías para hacer una película y jamás perdonó a Sachs por haberse involucrado en ese proyecto sin su vistobueno. En cuanto a Abraham, murió antes del estreno y nunca llegó a ver el primer filme psicoanalítico de la historia, que se pudo realizar en gran parte gracias a su colaboración.
Sigmund Freud (abajo a la izquierda) con sus colaboradores más estrechos, entre ellos Hans Sachs (abajo a la derecha) y Karl Abraham (atrás, segundo por la izquierda)
Interesante, sin embargo, me he quedado con las ganas de saber algo más sobre la opinión de Sigmund Freud…
Aunque el bueno de Sigmund y yo éramos colegas, me temo que nunca llegó a concretarme más su opinión, pero nos consta que desaprobó totalmente el proyecto. De hecho si tenía en tan baja estima el cine no parece que quisiera perder demasiado el tiempo en detallar su opinión sobre ninguna película.
[…] a dicha teoría que resultaba tan de actualidad y aún no había sido explotada a fondo en el cine salvo unas pocas excepciones. No es que Der Andere profundice a fondo en el tema, pero sí que además de incluirlo en el guion […]