Aunque hoy día su nombre no es tan conocido como merecería, en su momento Beatrice Lillie fue una de las más grandes actrices cómicas del mundo, con una larga y exitosa carrera en el mundo del teatro que abarcó desde los años 10 hasta los 60 en la que trabajó con autores como Noël Coward o André Charlot. Bautizada por más de un crítico como la mejor actriz cómica de la época, era de esperar que tarde o temprano el mundo del cine le hiciera alguna propuesta, como acabó sucediendo en forma de una película no muy recordada pero que merece nuestra atención: Exit Smiling (1926).
El filme en cuestión cumple perfectamente el cometido de servir como vehículo para mostrarnos las dotes cómicas de la protagonista pero, al mismo tiempo, evita ser una obra creada expresamente para su lucimiento – o, dicho en otras palabras, el guion se sostendría perfectamente por sí solo sin el aliciente de Beatrice Lillie. Irónicamente, la que era una de las mejores actrices de la época, encarna aquí a Violet, una pobre mujer encargada del guardarropa de una compañía teatral ambulante que en el fondo sueña con poder trabajar como actriz haciendo el papel de la femme fatale, una paradoja que seguro que el público de la época apreciaría. Un día el futuro de nuestra protagonista da un cambio cuando conoce a Jimmy Marsh, un joven que está huyendo tras haber sido falsamente acusado de un delito en el banco en que trabajaba. Ella se compadece de él y le consigue un papel en la obra que están interpretando, que acabará aterrizando en el pueblo del que él huía.
Filmada con muy buen pulso por un experto en comedia como Sam Taylor (uno de los directores favoritos de Harold Lloyd), Exit Smiling es una muestra de que la comedia muda no se limitaba únicamente al slapstick o las películas alocadas, ofreciéndonos aquí una obra divertida y rebosante de encanto. Como ya comenté, aun sin el aliciente de la actriz protagonista, Exit Smiling sería una muy buena comedia por la forma como muestra el mundo de la farándula desde dentro, burlándose de las piezas dramáticas baratas como la que interpretan (titulada «Flaming Women» ni más ni menos) y recordándome en algunos aspectos a El Teatro de Minnie (The Matinee Idol, 1928), mi obra muda favorita de Frank Capra.
Pero obviamente cuando se cuenta con una experimentada actriz cómica el resultado no puede fallar. Inicialmente se nos ofrecen algunas clásicas rutinas típicas de slapstick (Violet sirviendo la comida e intentando infructuosamente pasarle a Jimmy los mejores bocados, todos los contratiempos que suceden entre bambalinas…), pero el momento culminante son las dos interpretaciones que por fin Violet lleva a cabo después de años soñando con ser actriz. La primera es su hilarante inclusión en la obra de teatro como villano seductor (con bigote incluido), mientras que la segunda solo nos tiene como espectadores a nosotros. Es por fin su gran oportunidad de hacer de femme fatale, en este caso para ayudar a Jimmy. La situación en que se ve involucrada es curiosamente calcada a la de la obra de teatro (seducir al villano durante unas horas para así salvar al chico) pero en este caso el torpe proceder de Violet acaba teniendo consecuencias hilarantes, y uno no puede evitar pensar que el hombre al que seduce se siente más aturdido que cautivado por sus encantos.
Pese a ser una actriz teatral, Beatrice Lillie supo apañarse muy bien en el ámbito silente adaptando su modo de interpretación a este medio sin perder por ello nada de comicidad. No obstante, comprensiblemente Lillie no acabó de sentirse cómoda en el ámbito cinematográfico. Retrospectivamente diría que muchas veces no acababa de entender de qué iba la historia (no por ser especialmente compleja sino seguramente por la forma de rodar típica del mundo del cine sin seguir el orden cronológico del argumento) y además parece ser que se le hacía raro interpretar secuencias cómicas sin tener ningún feedback del público, que le confirmaría si lo estaba haciendo bien o no. De modo que tras Exit Smiling – su única película muda – volvió al teatro y sus apariciones en el cine fueron más bien esporádicas.
A cambio dejó a la posteridad una muy buena comedia que además contiene un detalle a nivel de guion que valoro especialmente: su final un tanto agridulce, que encaja perfectamente con la historia y en que la última frase que le dedica el inocente Jimmy pasa a tener un regusto amargo desde el punto de vista de ella por motivos que éste desconoce. Un desenlace que nos demuestra lo absurdo que es el pánico de los productores de Hollywood hacia los finales tristes, cuando a veces son los que mejor encajan, incluso en una comedia ligera como ésta.
Ya lo leí. Totalmente de acuerdo. Un titulazo a reivindicar constantemente, tantas veces como sea necesario. Y muy bien observado que sin la actriz seguiría siendo un título muy estimable, pero claro, ella lo eleva a cotas insuperables. Me ha hecho reflexionar la observación sobre el final. A mi me sentó fatal cuando la ví (¡mira que zoquete Jack Pickford! ¡no se da cuenta del portento que tiene delante de sus ojos! Argh!). Me dejó para el arrastre, casi me enfadé, aquello de ganas que me devuelvan el dinero de la taquilla (si hubiese habido taquilla, claro, porque la vi en no sé que catacumba de Internet). Pero eso no quitó que no sea de esos títulos que salen automáticamente de mi boca cuando recomiendo algo mudo que se salga del tópico. Dr. le felicito por la visita, creo que, si bien todavía es pronto para decir que he cambiado de opinión, como mínimo me ha sembrado un debate interno. Ya le diré si me he curado respecto al final. ¡Gracias!
Celebro que te entusiasme, es una muestra fantástica de comedia muda más allá del slapstick.
Sobre el agridulce final, eso ya es tema de debate, como mínimo yo celebro que no se decantaran por el final feliz, que era lo típico.
¡Un saludo!