Au Pays de l’Or (1908)

¿Nunca se han preguntado cómo se fabrica el dinero? La protagonista de Au pays de l’Or (1908) sorprende a unos duendecillos en un bosque cargando monedas y, conducida por un hada, acaba en un sitio misterioso donde contempla de primera mano cómo se fabrica el dinero. Aquí vemos todo el proceso, que comienza con los duendes cargando con el oro líquido y luego solidificándolo en monedas. A partir de aquí reconozco que me pierdo un poco entre tanta aparición, humo y efectos especiales, que incluyen desde una cabeza gigante que escupe monedas a diversas mujeres que representan las monedas de cada país.

Como en toda muestra de cine de atracciones, lo importante de Au pays de l’Or no es tanto el argumento como dejarse llevar por esos retablos visuales tan imaginativos y sorprendentes, que en este caso tienen el aliciente extra de estar bellamente coloreados. Es una cinta muy deudora del tipo de películas que realizaba Méliès en aquellos años, si bien su autor se desconoce más allá de que se trata de una producción Pathé.

Yo personalmente destacaría también algunos planos más cercanos a los personajes en que nos permite ver de cerca algunos detalles, como cuando las monedas adquieren vida y se ve a unos duendecillos saltando con ellas, o cuando llueven monedas y algunos de les duendes le ofrecen a la protagonista algunas de recuerdo de su visita. Es una muestra de cómo, pese a que el filme sigue la puesta en escena aún estática y en planos generales del cine primitivo, empieza a haber indicios de cierta necesidad de acercar la cámara a los personajes. Eso es algo que ya estaban experimentando otros cineastas más avanzados en la época, pero aquí podemos ver que incluso en un filme potencialmente más anclado al primitivismo eso se estaba convirtiendo en una necesidad.

Así pues, dense unos minutos y disfruten de esta excursión por la fábrica de monedas. Quién sabe, quizá algún día puedan visitarla y llevarse algunas de muestra.


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6 comentarios en “Au Pays de l’Or (1908)

    • Vaya, pues yo veo todo muy bien organizado. Desde luego no dudaría en dejar a esos duendecillos el poder de gestionar la economía mundial.

  1. Desconocía esta maravilla primitiva. Para ser anónima tiene un nivel altísimo de creatividad y riesgo técnico. No me extrañaría nada que, siendo producida por Pathé, fuese de Segundo de Chomón, pues tiene su mismo nivel, pero nunca se sabe. Sí, a nivel didáctico es algo más confuso y de poco fiar que un programa de Què Qui Com, claro, pero la cantidad de invenciones, lo decorados tan bonitos, los efectos especiales y de luz continúa dejándonos boquiabiertos. ¡Gracias!

    • Ciertamente por fechas encaja con su etapa francesa, pero también es cierto que siendo Chomón hoy día un artista tan minuciosamente estudiado si hubiera alguna sospecha de que es suya creo que se sabría. En todo caso, lo interesante de este primer cine primitivo es que navegando por internet al azar de repente te puedes topar con una pequeña joya anónima como ésta.
      Un saludo.

  2. A propósito de la posible atribución a Chomón, sus películas están experimentando una revisión. Muchas de las que se le atribuían, como La gallina de los huevos de oro o El rey de los dólares, no son de él. Como no «firmaba» sus películas y apenas dio declaraciones, creo que aún hoy hay mucho que desconocemos de su actividad, a pesar de que ha sido objeto de bastante bibliografía.

    Para este caso, mi olfato (que no los datos) me dice que sí podría ser de Chomón. Me baso, en primer lugar, en que en 1908 ya era un director plenamente asentado en Pathé, adonde llegó en verano de 1906 para cubrir las bajas de varios directores, como Gaston Velle, que era el especialista en películas de atracciones antes de la llegada del turolense.

    Por otro lado, creo reconocer a Julienne Mathieu, la pareja de Chomón, en la maga que protagoniza la película.

    En tercer lugar el tipo de trucajes, sobre todo el de las monedas fundiéndose, me parecen similares a algunos de los que usaba Chomón mediante la técnica stop-motion, en la que experimentó muchas maneras distintas de usarla.

    Por último, algunas de las monedas, sobre todo la que aparece en primer plano, son españolas.

    Por todo ello no me extrañaría que esta sí fuera una película de Chomón, aunque como digo, no tengo pruebas documentales.

  3. Hola Escarlati,

    ¡Brillante exposición a lo Sherlock Holmes! De hecho parte de la fascinación de esos primeros años del cine es todo el misterio que les rodea y que llevan a hacer todo tipo de conjeturas. La verdad es que si el filme de por sí tiene mucho de Chomón sus argumentos son más que convincentes, y de hecho en el libro que le dedicó Joan Minguet si no recuerdo mal él se la atribuía al aragonés, pero yo no me atreví a hacerlo al no encontrar más fuentes que lo corroboraran. No obstante tus argumentos parecen confirmar lo que sospechamos todos al verla, y es que «huele» a Chomón. Esperemos que en un futuro alguna filmoteca logre alguna prueba más clara de su autoría.

    Un saludo.

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