El Hombre de Man (The Manxman, 1929) de Alfred Hitchcock

Hay películas que arrastran desde hace mucho tiempo una mala fama que lleva a acercarse a ellas ya con ciertas ideas preconcebidas en su contra. Pero si uno prueba a verlas en buenas condiciones y sin saber de antemano lo que esperar, a veces puede llevarse pequeñas sorpresas. Por ejemplo, que un filme históricamente considerado un fracaso como La Puerta del Cielo (Heaven’s Gate, 1980) de Michael Cimino sea en realidad una muy buena película que, de hecho, en los últimos años se ha revalorizado de una forma más justa.

Algo parecido sucede con El Hombre de Man (The Manxman, 1929), que se tiene solo en cuenta por ser el último filme mudo de Alfred Hitchcock – lo cual, de hecho no es del todo cierto, ya que se realizó también una versión silente de su primera obra sonora, La Muchacha de Londres (Blackmail, 1929). En el famoso libro de entrevistas con Truffaut, Hitchcock despachaba rápidamente El Hombre de Man diciendo que no tenía ningún interés, y es cierto que durante mucho tiempo ha sido una obra a la que nadie parece haber prestado mucha atención. Cuando hace años se proyectó como obra de clausura de las Giornate del Cinema Muto de Pordenone, yo la dejé pasar por no apetecerme revisionarla, pero me llevé una sorpresa al oír que los comentarios hacia la película fueron en general elogiosos. ¿Había sido injusto con ella?

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La Guerra Aérea del Futuro (The Airship Destroyer, 1909) de Walter R. Booth

Siempre es un buen momento para volver a reivindicar a los pioneros británicos del cine, pero hoy además vamos a hacerlo con uno de los grandes precedentes de las batallas aéreas del cine bélico: La Guerra Aérea del Futuro (The Airship Destroyer, 1909). Como seguramente sepan, la futura I Guerra Mundial sería la primera gran guerra moderna al basarse en el poder destructor de las nuevas tecnologías, que dieron como resultado un conflicto bélico devastador y especialmente traumático. Pocos años antes de que eso sucediera, y estando ya en el aire la sospecha y el temor de un conflicto de dicha escala (que incluso el gran Alfred Machin ya vaticinó poco antes de que sucediera), el británico Walter R. Booth anticipó en esta película cómo se temía que podrían ser este tipo de guerras en el futuro.

El argumento es muy sencillo: llega un zepelín a Inglaterra que empieza a bombardear a la población civil. ¿Quién lo detendrá? Ni más ni menos que un joven inventor que no puede aspirar a casarse con la mujer que ama por la negativa de su padre. Pero como es lógico, una vez salve el país tendrá vía libre para casarse con ella y ser felices.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2024 (IV)

 
Autor: Valerio Greco

10 de octubre – En que se dan cita dos de los más grandes nombres de la comedia cinematográfica y un fox terrier

Sabes que va a ser un buen día en Pordenone cuando empiezas la jornada con un corto en que aparece un fox terrier esquiando y luego tienes una película de Lubitsch que aún no habías visto. Als de Winter Komt es uno de los cortometrajes de autoría desconocida que se proyectaron hoy. Se sospecha que es de 1921 y básicamente tiene como narrador a un fox terrier que explica lo bien que se lo pasa en invierno con su familia y, sobre todo, su dueña Mary. Es un corto encantador, tanto por la belleza de esas imágenes nevadas como, claro está, por su protagonista. Y para los que sean sensibles con la forma como se trata a los animales actores, en este caso nuestro fox terrier se nota que se lo está pasando genuinamente bien brincando por la nieve y caminando con unos zapatitos que le han comprado para que no pase frío en las patas en estas fechas.

El otro corto que vimos hoy sin identificar es una simpática comedia, Las Horas del Asistente, que se sospecha que debe datar de alrededor de 1915 y probablemente provenga de Francia o Italia. Explica todas las tareas que debe llevar a cabo durante un día el ayudante de un oficial, y la gracia está en que va alternando planos de un reloj que marca una hora concreta con la diferente tarea que el pobre hombre tiene que llevar a cabo.

Crédito: Eye Filmmuseum

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2024 (III)

Autor: Valerio Greco

8 de octubre – El Tío Sam visto por Colombia

Algo que me gusta de Pordenone es su absoluta heterogeneidad, el hecho de ser un festival que, dentro de lo que es el cine mudo, pueda incluir cualquier cosa. Tan pronto estamos viendo un filme de Uzbekistán que denuncia la situación de la mujer allá como nos encontramos bajo el mar viendo un documental submarino. Primero tuvimos dos aperitivos: Dans le Sous-Marin (1908), un corto en que varios hombres quedan atrapados en un submarino y mientras mueren recuerdan imágenes de sus hogares, para luego desembocar en un tableau vivant con varias mujeres haciendo aparecer bebés (¿?) y enarbolando un mensaje de paz, y Le Voyage Fantastique de Marius (1912), un corto animado en que un hombrecillo convierte su coche en un submarino. Luego vimos el documental Wonders of the Sea (1922) de J. Ernest Williamson, que tenía como principal aliciente mostrar imágenes del fondo del mar en una época en que no eran tan fáciles de filmar como hoy día.

Es un filme curioso, con varias tomas que captan la belleza de una nadadora sumergiéndose al fondo del mar (incluyendo algunos planos en slow motion para plasmar mejor sus movimientos), un pintor que se dedica a pintar el fondo del mar desde una cámara sumergida bajo el barco en compañía de un niño que sospecho que está de adorno y, finalmente, dos submarinistas paseándose por el fondo marino, cazando una pobre morena y enfrentándose a un temible pulpo que es descaradamente de mentira. En esta cruenta lucha entre el hombre y el pulpo de mentira, les tranquilizará saber que una vez más ganó el ser humano. Pero bromas aparte, es interesante constatar cómo Williamson cree conveniente añadir esta pequeña ficción inventada para dar un poco más de sustancia a un documental que, por si solo, yo creo que ya habría funcionado perfectamente.

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The Countryman and the Cinematograph (1901) de Robert W. Paul y Uncle Josh at the Moving Picture Show (1902) de Edwin S. Porter

Siempre me ha fascinado cómo debían ser las primeras reacciones de los espectadores de la época al invento del cinematógrafo, a esas imágenes fotográficas que cobraban vida como fantasmas. Algunos cortos de los inicios del cine satirizaban ese choque con personajes ridículos que reaccionaban ante las imágenes de la pantalla como si fueran reales, de los cuales les he traído los dos más conocidos.

The Countryman and the Cinematograph (1901) del británico Robert W. Paul se cachondea del típico paleto de pueblo que asiste a su primera sesión de cine. El filme nos muestra su reacción ante tres breves escenas: una bailarina a la que éste imita de forma ridícula, un tren que se acerca a la pantalla y le hace salir corriendo y luego una breve escena de amor. De este brevísimo filme me resulta interesante a nivel técnico el encuadre, que debe encajar en la misma imagen al pueblerino y la pantalla de cine, y el hecho de que las imágenes de las películas que ve en realidad estén añadidas con sobreimpresiones. Por otro lado, ¿se trata del primer filme que hace referencia a esa leyenda urbana de la gente que se asustó del tren que se dirigía a la pantalla en la primera sesión de cine de los hermanos Lumière?

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Shooting Stars (1928) de Anthony Asquith y A.V. Bramble

Desde que hace ya unos cuantos años el BFI nos deslumbró con las restauraciones de las pocas películas mudas que hizo Anthony Asquith a finales de los años 20 no creo que quepa ninguna duda de que si éste no llegó a convertirse en uno de los grandes cineastas de la era silente es porque debutó justo cuando el cine sonoro ya estaba empezando a imponerse. Siempre lo he dicho: ¿por qué no pudo esperarse el sonoro unos pocos años más a popularizarse? ¿Por qué tuvo que llegar cuando el cine mudo estaba alcanzando sus mayores cotas de virtuosismo? ¿No habría sido bonito comprobar cuán lejos podría llegar todavía el cine silente y luego, entonces sí, dar paso al sonoro? Además, los experimentos con sonido datan de bastante tiempo atrás, ¿qué más les daba esperar unos años más?

Anthony Asquith seguramente fue uno de los debutantes más sonados en el cine británico silente. De sus cuatro películas mudas solo The Runaway Princess (1929) supone un cierto bajón, mientras que las otras tres (la que nos ocupa hoy, Underground (1928) y A Cottage on Dartmoor (1929), su gran obra maestra) son ejemplos de puro virtuosismo visual, derrochan imaginación y se nutren de todos los avances del medio hasta la fecha. No es de extrañar si tenemos en cuenta que antes de empezar a dirigir Asquith había viajado a Hollywood a aprender los detalles del oficio codeándose con gente como Douglas Fairbanks, Mary Pickford y Chaplin. De vuelta a Inglaterra se propuso entrar en la industria y lograría debutar con una película sobre el mundo del cine llamada Shooting Stars (1928), que aunque aparece como codirigida por el veterano A.V. Bramble en realidad la realizó casi en su totalidad Asquith, estando asignado Bramble simplemente como «asesor» para corroborar que ese joven debutante se las apañara bien… y ciertamente enseguida quedó claro que no necesitaba mucha ayuda.

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La Escuela de Brighton en diez películas esenciales

En este rincón silente se han comentado varias películas de la conocida como Escuela de Brighton, pero creo que sus autores siguen sin ser tan recordados como merecen en la historia del cine y que, por tanto, no les vendría mal un post extra de reconocimiento. De modo que para los que no estén al tanto les ofrecemos aquí este artículo con diez cortometrajes esenciales para entender no solo a estos pioneros sino sobre todo su importancia en las orígenes del cine a nivel universal.

De entrada hay que hacer una aclaración que podrá resultar chocante de entrada, y es que en realidad nunca existió una «Escuela de Brighton» como tal. Esa denominación la utilizaron posteriormente historiadores como Georges Sadoul (que fue quien la popularizó pero no estoy seguro de que fuera el primero en emplearla) para englobar a una serie de cineastas británicos – en realidad dos, lo cual tiene recochineo por el uso tan pomposo del nombre – que destacaron a finales del siglo XIX y principios del XX por sus innovaciones técnicas en algunos de los cortos que realizaron.

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Santa Claus (1898) de George Albert Smith

Amigos lectores, ya se acercan por fin las Navidades. ¿Han hecho ya su carta a los Reyes Magos, Santa Claus o a-quien-quiera-que-le-pidan-regalos? Si me dicen que eso son niñerías les invito a que vean esta prueba indiscutible de la existencia de Santa Claus: el filme Santa Claus (1898) de George Albert Smith.

Como siempre, estos pioneros británicos me maravillan en sus películas primitivas. Pese a que es un corto de un minuto fíjense en estos sencillos pero más que efectivos efectos especiales, que le permiten mostrar en el mismo plano, en un elegante círculo, la llegada de Santa Claus mientras no perdemos de vista el escenario del cuarto de los niños. Un precedente claro de la pantalla partida y de cómo tenían que apañárselas antes de la existencia del montaje paralelo.


Ya me perdonarán, pero vaya árbol de Navidad más espachurrado que les trae, y qué forma tan poco ceremoniosa de dejarlo: tirado en el suelo de cualquier manera. Probablemente esos niños no se habían portado tan bien ese año.

Pero a mí el detalle que más me maravilla es cuando la criada apaga la luz y, para representar el cuarto a oscuras, aparece un telón negro. He vuelto a mirar varias veces el momento en que apaga la lámpara para indagar cómo está hecho el truco – como ya saben uno de los alicientes del cine primitivo es investigar y especular sobre cómo se hacían estos primitivos efectos especiales – y creo que es un simple corte pero tan magníficamente hecho que no se nota apenas. Es decir, la actriz se quedó quieta con la mano en la lámpara, se paró la cámara, se añadió el telón negro frente al decorado, se volvió a grabar y en ese momento ella continuó el gesto. No se me ocurre otra forma como puede haberse hecho. Por supuesto si ustedes tienen otras conjeturas o incluso pruebas de que me equivoco, háganmelo saber.


Con este simpático cortometraje despedimos este 2023 en que hemos celebrado diez años de este rincón silente. Muchas gracias a todos los que siguen entrando aquí en busca de nuevas dosis de cine mudo. Les deseamos unas felices navidades de parte de un servidor, el Doctor Caligari, mi fiel ayudante Cesare y de estos dos simpáticos invitados que parecen estar pasando también unas Navidades muy felices. Ambos seguirán con nosotros el próximo mes de enero para un especial temático que estoy seguro que intuirán fácilmente de qué tratará. ¡Les esperamos de vuelta en unas semanas!

The Launch of H.M.S. Albion (1898) de Robert W. Paul o el dilema del reportero

El H.M.S. Albion era un acorazado destinado a servir en Asia cuya botadura tuvo lugar el 21 de junio de 1898 después de haber sido bautizado por la Duquesa de York, Mary of Teck. Era el barco de guerra más grande que se lanzaba al Támesis. Aquí tienen las imágenes del momento en que fue lanzado al río:

Nada especial, ¿verdad? En realidad las imágenes son engañosas, porque la botadura de dicho navío provocó una enorme desgracia. Como tales eventos eran acontecimientos muy populares, se había congregado mucha gente para presenciar la botadura, más concretamente unas 30.000 personas. En uno de los laterales había una plataforma desde la que unos 200 espectadores se agolparon para presenciar el acontecimiento. Había carteles de «Peligro» por todos lados, pero nadie hizo demasiado caso. Y entonces sucedió: cuando el barco llegó al agua provocó grandes olas, de las cuales una destrozó esa plataforma enviando al río a los que se encontraban situados allá. Murieron al menos 35 personas, la mayoría mujeres y niños. La tragedia de la botadura del H.M.S. Albion se considera como la tercera mayor desgracia que ha sucedido en el río Támesis.

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Le Giornate del Cinema Muto de Pordenone 2023 (III)

Créditos de la imagen: Valerio Greco

10 de octubre – ¿Qué tienen en común Harry Piel y Sylvia Plath?

Una las grandes novedades de este año fue el descubrimiento de un legendario documental brasileño: Amazonas, Maior Rio do Mundo (1918) de Silvino Santos, considerado perdido hasta que hace poco se encontró una copia en la República Checa. Aparentemente fue un filme muy popular en su tiempo que se difundió por Europa a menudo en copias ilegales distribuidas por un tipo que afirmaba ser el director de la cinta. La película resulta muy interesante por su valor histórico y etnográfico, si bien yo personalmente eché en falta más imágenes de las tribus de la zona. Años después, el propio Silvino Santos volvería a repetir el mismo tema con No Paiz das Amazonas (1922), su filme más popular.

Volviendo a Europa, nuestra dosis de Ruritania del día vino en forma de un serial francés titulado Titi, Premier Roi des Gosses (1926) de René LePrince, de la cual vimos una versión resumida de apenas hora y media que se montó para el mercado extranjero (el serial completo se cree desaparecido). Llega un punto en que creo que podríamos poner en una bolsa papelitos con una serie de situaciones «ruritanas» estándar y, sacando tres papeles al azar, podríamos armar un guion estilo Ruritania en poco tiempo: matrimonios de conveniencia, reyes con dobles o hermanos gemelos, revoluciones,  un romance entre un atractivo extranjero y una princesa, un heredero desaparecido que aparece de repente… Y en ese sentido, Titi, Premier Roi des Gosses ofrece de entrada una combinación estándar: una pequeña princesa es la heredera al trono, pero su malvado tío consigue provocar una revolución en que convence al pueblo de que la solución a su pobreza no es, como sería lógico, una república, sino darle el trono a él. De modo que la princesa y su madre se exilian en Francia. Allí la madre es asesinada y Titi acaba entre varias situaciones conflictivas conociendo a un entrañable niño vagabundo, Titi, que se encariña de ella y decide ayudarla.

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