Reconozco que mi opinión sobre el debut de Hitchcock, El Jardín de la Alegría (1925), ha sido bastante variable a lo largo de los años. Quizá me influyó la opinión negativa del propio Hitchcock hacia el filme, pero también lo achaco a que la versión que circuló del mismo durante muchos años estaba mutilada. Afortunadamente, los amigos del British Film Institute nos sorprendieron hace poco restaurando la película añadiéndole media hora más (90 minutos en total). Y realmente la diferencia se nota, en su versión completa creo que puedo lanzarme a la piscina y afirmar que, sin ser una gran película, el debut de Hitchcock es una película más que competente.
Lo que más falla es, como sería habitual la mayor parte de su era muda, su argumento tan poco interesante: dos chicas que trabajan como bailarinas en un club nocturno, Jill y Patsy, se hacen amigas. La primera es una inocente chica recién llegada a la gran ciudad cuyo prometido, Hugh, espera casarse con ella en un par de años, cuando haya hecho fortuna en Oriente. Hugh se trae consigo a su amigo Levet, que no le quita ojo a Patsy, y aquí se produce el inevitable conflicto: mientras Hugh está en Oriente, Jill se divierte con un tal Príncipe Iván; por otro lado, después de que se casen Patsy y Levet, este último engañará a su mujer.