Al Sol (1919) y Un Día de Juerga (1919) son dos películas de Chaplin que he decidido juntar en este post porque creo que son muy apropiadas ahora que se acercan las vacaciones veraniegas, pero también porque siempre me han resultado intrigantes, puesto que si uno las mira dentro del global de su filmografía son un curioso paso atrás.
Ya en sus últimos cortos para la Mutual Chaplin demostró ser capaz de llegar a unos niveles de maestría que lo ponían por encima de la mayoría de realizadores de su época, como puede comprobarse en obras como Charlot en la Calle de la Paz (Easy Street, 1917), Charlot en el Balneario (The Cure, 1917), o Charlot emigrante (The Immigrant, 1917). Y cuando pasó a la First National todo parecía indicar que sus películas irían progresivamente a más, como demostraron joyas como Vida de Perro (A Dog’s Life, 1918) o Armas al Hombro (Shoulder Arms, 1918). Pero entonces… ¿qué pasó? De repente vinieron dos cortometrajes que, sí, eran divertidos, pero suponían un claro paso atrás no respecto a sus dos últimas obras sino respecto a todo lo que había hecho en la Mutual. Habría que remontarse a los tiempos de Essanay (1915) para dar con otros filmes tan poco excepcionales como Al Sol y Un Día de Juerga – y no me malinterpreten, me gustan y creo que son dos buenas comedias, pero estamos hablando de un cineasta genial con una carrera que iba cada vez a más y que, como ya sabemos, en unos años alcanzaría unas cotas aún más elevadas.
En realidad este misterio tiene una explicación, y es que en 1919 Chaplin estaba en un momento bastante difícil. A finales de 1918 se había casado en secreto con la actriz de 16 años Mildred Harris porque ella estaba embarazada de él, pero luego se descubrió que en realidad había sido una falsa alarma. Chaplin se vio de repente unido a una mujer que no le interesaba y que podía sospechar que le había engañado bajo un falso pretexto. Meses después, Harris quedó realmente embarazada pero el hijo nacería con malformaciones y moriría a los tres días. Después de este traumático evento los padres no tardarían en divorciarse.
En paralelo, un Chaplin cada vez más ambicioso pidió a la First National un mayor presupuesto para sus películas pero éstos rehusaron su petición, que fue uno de los factores clave para que Chaplin se decidiera a formar la United Artists con sus colegas Douglas Fairbanks y Mary Pickford. Y ahora pónganse en situación: su vida privada era un desastre, el estudio no le daba el apoyo que él esperaba y se veía obligado a entregar aún unas cuantas películas más para liberarse de su contrato y poder empezar a trabajar en la United Artists a sus anchas. Es por tanto comprensible que sus cortos de 1919 no fueran especialmente brillantes.
Al Sol nació bajo la idea de narrar una historia en que su personaje escapara de los ambientes urbanos en que solían situar casi siempre sus aventuras, sustituyéndolo por un escenario campestre. El problema es que su creador andaba muy falto de inspiración. El rodaje empezó a principios de noviembre de 1918 pero Chaplin, normalmente un trabajador motivado y diligente, no hacía más que divagar. Se entretenía en buscar localizaciones o ganado y caballos para la película, y se ausentaba del estudio bajo cualquier pretexto. Con la excusa de las vacaciones de Navidad Chaplin llegó a estar 6 semanas fuera, algo inaudito en él y que revela la que seguramente fuera la primera crisis creativa seria de su carrera.
A finales de enero, Chaplin dijo que este proyecto, por entonces bautizado Jack of all Trades, sería abandonado, y que se centraría en un nuevo filme que se titularía Putting it Over. A los pocos días cambiaría otra vez de opinión diciendo que retomaría la primera película, ahora bautizada como Sunnyside, y que aprovecharía lo filmado para completar una historia. Pero no fue hasta mediados de marzo que por fin se puso en serio, ya fuera por inspiración o por ganas de quitarse ese proyecto de encima. En tres semanas tuvo listo por fin Al Sol pero a nadie se le escapaba que, siendo un filme divertido y simpático, estaba muy por debajo de sus obras anteriores.
La historia está ambientada en el imaginario pueblo de Sunnyside, donde Charlot ejerce de conserje en el pequeño hotel de la comarca y coquetea con Edna, una joven de la que está enamorado y que parece corresponderle. Pero un día llega un sofisticado hombre de la gran ciudad que pondrá en peligro su relación.
Siendo pues una obra más que correcta, Al Sol es un filme al que le le falta la chispa de sus anteriores cortos. Tiene buenos gags pero no acaba de redondearlos ni tienen ese ingenio tan característico suyo que le sitúan por encima de sus contemporáneos. Se nota que es una obra rutinaria basada en los típicos gags de slapstick (Charlot remoloneando mientras el jefe le quiere obligar a salir de la cama, un ganado de vacas que se escapa y se cuela en la iglesia, etc.) que funcionan gracias a la innata comicidad de Chaplin, pero es inevitable que sepan a poco. Hay pequeños destellos de brillantez, como ese gag en que Charlot se desembaraza del hermano tonto de Edna animándole a jugar a la gallinita ciega y dejándole a su suerte con los ojos vendados cruzando la carretera; o cuando va a visitar a Edna intentando imitar la sofisticación del hombre de ciudad, ¡incluyendo un bastón-mechero de fabricación casera!
Pero Chaplin apenas profundiza en la historia ni en los personajes, y el desenlace es descaradamente perezoso, con Charlot decidiendo suicidarse al verse no correspondido y de repente despertando y comprobando que todo era un sueño. No ha habido apenas interacción entre él y el hombre de la ciudad, y su único plan para reconquistar a Edna apenas ha dado para un gag. Lo único especial de la película es una curioso secuencia onírica en que Charlot danza con cuatro ninfas en lo que se suponía que era un homenaje o parodia al bailarín de ballet Vaslav Nijinsky, hacia el que sentía una admiración que era mutua.
El siguiente proyecto en que se embarcó, Un Día de Juerga, tampoco tuvo un inicio prometedor. Con el título inicial de Charlie’s Picnic, la idea era crear una serie de gags situados también en un ambiente campestre, pero de nuevo le fallaba la inspiración. Estuvo rodando algunas escenas sin mucha fe en lo que estaba haciendo y pensó algunos gags con un coche, pero realmente la apatía sumado a sus problemas personales (fue en esas fechas cuando nació y murió su hijo) hicieron mella en él. ¿Se le habría acabado la inspiración?
Pero entonces Chaplin conoció a Jackie Coogan. Después de verle en un acto de variedades actuando junto a su padre quedó fascinado por el talento innato de ese actor infantil y tuvo la idea de abandonar el rodaje de Charlie’s Picnic para hacer una película con él, que como ya sabrán sería El Chico (1921). Por fin le volvió la inspiración y las ideas le brotaban de la cabeza como antaño. Ésa sería la mejor película que habría hecho hasta entonces. Pero a medida que avanzaba el rodaje se dio cuenta de que éste proyecto iba a ser mucho más grande que los anteriores (de hecho se convertiría en el primer largometraje de su carrera) y First National le estaba presionando para que estrenara otro filme antes de que acabara el año.
Sabiamente, Chaplin pensó que sería mejor entregarles algo para ganar tiempo y que le dejaran trabajar a su ritmo, de modo que decidió parar el rodaje de El Chico a la mitad (una muestra del poder y libertad que tenía Chaplin en esa época es cómo había iniciado y paralizado ya varios proyectos en un periodo de un año) y retomó Charlie’s Picnic – ahora rebautizado como A Day’s Pleasure – con la intención de hacer un corto rápido y divertido para cumplir sus obligaciones y centrarse en lo que realmente le interesaba, El Chico. Así pues, Chaplin decidió alquilar un pequeño barco turístico para filmar ahí algunas escenas y luego le añadió otras con un coche que no daba más que problemas. En siete días había rodado lo que faltaba para completar una película y en dos semanas la había acabado de montar.
Teniendo en cuenta las circunstancias, hay que reconocer que siendo un Chaplin muy menor, Un Día de Juerga tampoco está mal. Pero se nota demasiado claramente en el resultado final que fue una obra hecha con las prisas, en la que no encaja la premisa inicial con lo que nos acaba mostrando. Es decir, la cinta empieza con Charlot siendo un padre de familia, algo totalmente inusual por el tipo de papeles que solía interpretar pero que esperamos que nos dé pie a algunos gags con su mujer (Edna Purviance, por descontado) y sus hijos (uno de los cuales es por cierto Jackie Coogan, aunque apenas se le ve; es obvio que se recurre a él por estar ya presente en el rodaje interrumpido de El Chico). Pero no es así, a la práctica los personajes de los niños tienen un protagonismo nulo y tampoco vemos demasiado a Edna; para eso podría haber funcionado igual si Charlot viajara solo a pasar ese «día de juerga». Del mismo modo ese «día de placer» que anuncia el título y nos hace esperar diferentes escenarios cómicos se limita a solo dos entornos: los gags relacionados con el coche y los gags en el barco. Todo parece indicar que la premisa inicial iba a dar mucho más juego pero que luego quedó así porque quería completar el corto lo antes posible.
Fíjense en el espontáneo que se cuela accidentalmente al fondo del plano y que, al darse cuenta de que hay un rodaje, da media vuelta no sin antes echar un último vistazo.
No obstante, insisto, el resultado final no está mal y creo que es mejor que Al Sol. Aquí sí que creo que los gags están mejor aprovechados y dan pie a situaciones muy ingeniosas. Uno de mis favoritos es cuando un Charlot visiblemente mareado en el barco acaba apoyado en el regazo de otra mujer y alguien les cubre con una manta. Cuando llega su marido le coge de la mano sin darse cuenta de que es la mano de Charlot, que está oculto bajo la manta, y llega un momento en que nota que el brazo de su mujer parece inverosímilmente largo. Por otro lado, Chaplin vuelve a recurrir otra vez a los gags basados en pasajeros mareándose en un barco (los utilizó ya en Charlot Emigrante y los repetiría sin mucha chispa en La Condesa Hong Kong) y creo que funcionan bastante bien sobre todo cuando está acompañado de los dos músicos de jazz. Sobre los gags del coche, el que inicia la película me parece algo reiterativo, pero el final, en que se queda atrapado en un cruce y es increpado por un policía, es más divertido y tiene un timing impecable.
En conclusión, el consabido «día de juerga» no es tan divertido como uno esperaba, pero si uno atiende a las circunstancias y entiende que era un cortometraje de compromiso, no está nada mal. Estos dos cortos atestiguan la que seguramente fue la primera gran crisis creativa de Chaplin. El público de la época comprensiblemente debió pensar que quizá al gran cómico se le estaba agotando el talento y que acabaría repitiéndose. Poco podían imaginar que en realidad lo mejor estaba por llegar.
Tal cual la cosa. Muy de acuerdo con la apreciación general. Sobretodo en el segundo corto es un tipo de material que manejarían de un modo mucho más cómodo casi cualquiera de los otros cómicos importantes (desde Arbuckle, a Lloyd Keaton e incluso Chase). Chaplin salió lo suficientemente airoso para ganar tiempo. The Idle Class, que de algún modo suponia un respiro (después de un esfuerzo tan enorme como The Kid, volver a los cortos), me parece inmensamente superior a esos dos cortos realizados en tan complicadas circunstancias y, ahí sí, compite con Lloyd y Keaton en su propio terreno sin perder personalidad y transmitiendo la sensación de pasárselo bien.
¡Correcto! The Idle Class aún siendo un filme menor ya es otra cosa, se nota que tiene esa pretensión de cortometraje divertido sin la carga dramática de The Kid y funciona mejor. Estos dos se nota que se quedan a medias, y leyendo sobre las circunstancias en que se produjeron se entiende mejor su resultado desigual y cómo se quedan a medio camino respecto a lo que parecen prometer de entrada.
Un saludo.