Diferente a los Demás (Anders als die Andern, 1919) de Richard Oswald: la primera película pro-homosexual de la historia en lucha contra el Artículo 175

Hay películas que merecen pasar a la historia no tanto por su calidad como por la valentía de su propuesta y por suponer un pequeño hito en la lucha contra las injusticias de su época. Es el caso de Diferente a los Demás (Anders als die Andern, 1919) de Richard Oswald, la primera película abiertamente pro-gay de la historia del cine. Pero para conocer realmente su importancia merece la pena detenernos en su contexto, que nos ayudará a entender cómo surgió un filme así en esas fechas tan tempranas y todo lo que había detrás de su producción.

Los Aufklärungsfilme: el cine como medio de educación sexual

Durante la I Guerra Mundial y los primeros años de posguerra el gobierno alemán estaba seriamente preocupado por el desmesurado aumento de contagios por enfermedades venéreas. Los numerosos soldados que estaban en el frente lógicamente frecuentaban burdeles durante sus permisos, y la falta de conciencia sobre los peligros que podían entrañar este tipo de encuentros sexuales hizo que enfermedades como la sífilis se extendieran en un ejército compuesto por soldados que ya de por sí tenían que sobrevivir en condiciones de vida infames. Si no era suficiente con las enfermedades que uno podía contraer en las trincheras rodeados de ratas, solo faltaba que los miembros del ejército también enfermaran durante sus permisos, de modo que el gobierno se vio obligado a tomar cartas en el asunto enviando médicos a los burdeles para examinar a las prostitutas y dar su sello de aprobación a aquellos establecimientos libres de enfermedades. Pero al acabar el conflicto bélico la situación no mejoró demasiado, ya que la terrible crisis económica de posguerra obligó a muchas mujeres a ejercer la prostitución en condiciones de nuevo muy precarias.

Es en ese contexto cuando surgió un curioso género de películas conocido como el Aufklärungfilm, que podría traducirse literalmente como «películas ilustradas», pero que a la práctica eran filmes sobre educación sexual. Dado que el cine era un poderoso medio de masas se pensó que quizá sería la forma de educar a la población no solo sobre los peligros de las enfermedades venéreas, sino sobre otros temas controvertidos de la época (el consumo de drogas, el aborto, la prostitución, etc.). Aquí entra en escena el director Richard Oswald, un cineasta independiente que empezó realizando películas baratas pero muy populares que luego exhibía en el cine que dirigía junto a su mujer, para después distribuirlas por el resto del país. En 1917, cuando surgió la idea de realizar los Aufklärungfilme, Oswald se lanzó de lleno a ello con películas como Es Werde Licht (1917), donde alertaba sobre los peligros de la sífilis.

Este tipo de películas eran enormemente populares en gran parte por lo morboso de su temática. De hecho, la censura pasaba por alto lo explícitas que podían ser porque se entendía que tenían una finalidad educativa, y el público lógicamente acudía a verlas en masa. Así pues, Oswald ganó una fortuna haciendo Aufklärungfilme que tenían como propósito no solo educar a la audiencia sino además ser entretenidas. Además, para muchas de ellas consiguió el apoyo de consejeros científicos como la Sociedad Alemana contra las Enfermedades Venéreas, lo cual les daba un tono de más seriedad de cara a las autoridades. Pero no nos engañemos, si bien uno puede preguntarse hasta qué punto el interés de Oswald por el género era legítimo o si simplemente le vio el potencial comercial, lo cierto es que pronto derivó en obras que, bajo la excusa educativa, simplemente buscaban el morbo fácil para atraer a la audiencia.

Pasemos ahora pues al siguiente gran protagonista de esta historia.

El Doctor Magnus Hirschfeld, el «Einstein del sexo»

Magnus Hirschfeld es probablemente uno de los sexólogos más importantes de la historia. Bautizado en una gira de conferencias que dio por América como «el Einstein del sexo» (sea lo que sea lo que eso quiera decir), Hirschfeld basó gran parte de su trabajo en investigar las minorías sexuales y en reivindicarlas como personas normales que merecían el mismo trato que los demás, ejerciendo por tanto de científico, divulgador y activista al mismo tiempo. De hecho la sexología era una disciplina que de por sí tendía a estar menos encerrada en el ámbito científico, ya que implicaba no solo tratar con numerosos casos de pacientes sino educar al gran público, y Hirschfeld desde el principio tuvo clara esa necesidad.

Su gran tesis era que otras formas de sexualidad minoritarias (como la homosexualidad, el travestismo, la transexualidad, etc.) no se generaban por una influencia negativa ni eran un retroceso en la evolución, sino que eran perfectamente normales y que las personas que correspondían a este tipo de grupos no eran degenerados o pervertidos. La gran cruzada de Hirschfeld no era solo transmitir estos conocimientos al gran público sino acabar con el nefasto Artículo 175 del código penal alemán que condenaba a los hombres que mantenían relaciones homosexuales (curiosamente no tenía en cuenta a las mujeres) y que se castigaba con la cárcel.

Con ese propósito, Hirschfeld había formado en 1897 un comité (el Comité Científico Humanitario) y reunió hasta 6.000 firmas para abolir dicha ley sin éxito. En paralelo publicó unos años más tarde un libro de tono más llevadero dirigido al gran público que intentaba normalizar la figura del homosexual, pero era un tema especialmente complicado. No obstante, con el fin de la I Guerra Mundial el contexto parecía más propicio, ya que se sumaron el cambio de gobierno, una nueva mentalidad más moderna en ciertos sectores de la sociedad y el fin de la censura con la entrada en vigor de la República de Weimar. El mismo año en que fundó su Instituto para el Estudio de la Sexualidad, Hirschfeld pensó que valía la pena adentrarse en el mundo del cine para dar a conocer sus ideas al gran público. ¿Y qué mejor colaborador que el exitoso Richard Oswald, que había realizado otras películas sobre educación sexual?

El Doctor Hirschfeld interpretándose a sí mismo en la película

Diferente a los Demás (1919)

El protagonista de la película es un prestigioso violinista, Paul Körner, que toma como discípulo a un joven admirador llamado Kurt Sivers. Con el tiempo la relación entre Körner y Sivers se va haciendo más estrecha hasta que acaban enamorándose, si bien por el camino se encuentran con varios obstáculos: los padres del joven, que lógicamente desconocen lo que está sucediendo, no ven con buenos ojos que su hijo dedique tanto tiempo al violín por no ser una profesión respetable y amenazan con separarlo de su profesor, y por otro lado la hermana de Kurt se enamora de Paul. Pero todo se complica aún más con la entrada en escena de Frank Bollek, un chantajista que presiona a Paul para que le pague si no quiere que haga pública su sexualidad.

Desde su primera escena Diferente a los Demás deja bien claro su principal propósito: denunciar el injusto Artículo 175 que no solo convertía algo inocente en un crimen, sino que además se prestaba a que los homosexuales fueran víctimas de chantajistas, quienes en ciertas ocasiones acosaban tanto a sus víctimas que muchas de ellas acababan suicidándose. La escena inicial de hecho nos muestra a Paul leyendo varias noticias relativas a unos misteriosos suicidios sin causa aparente pero que él sospecha que tienen que ver con este artículo, y seguidamente se nos muestra en una imagen algunas grandes personalidades de la historia que también fueron homosexuales y sufrieron este tipo de prejuicios: Leonardo Da Vinci, Oscar Wilde, el rey Luis II de Baviera, etc. La historia de Paul Körner pretende por tanto humanizar la figura del homosexual y explicar los problemas que tenían que afrontar en aquella época.

En un flashback que tiene lugar a mitad de la película, Diferente a los Demás nos muestra las diferentes fases por las que pasaba un homosexual como Paul a lo largo de su vida y los problemas que ello le conlleva: el descubrimiento de su sexualidad en la adolescencia, el estigma de tener que ocultarlo y que el resto de sus compañeros de universidad le reprochen que no vaya con ellos a un prostíbulo, así como todo el secretismo y la clandestinidad que van asociados a la idea de ser gay. La última de estas fases es inevitablemente la del chantajista que le aborda en una fiesta para luego sonsacarle dinero y le amenaza con separarle de la persona de la que está enamorado. Nada de esto hoy día nos parece especialmente original y llamativo, pero sí lo era en 1919. Por entonces la imagen del homosexual se asociaba con la de un pervertido o incluso con la de un pederasta. Homosexual y degeneración eran sinónimos. En contraste la película nos muestra a un hombre corriente, que sufre las penalidades de ser diferente al resto de sus compañeros y que al final se enfrenta al chantajista para defender al joven del que está enamorado.

Esta historia viene complementada con otras escenas que seguramente hoy día nos parezcan muy poco interesantes pero que en realidad constituyen en cierto modo la razón de ser del filme: son dos apariciones de Magnus Hirschfeld (¡el Einstein del sexo en persona!) en las que aprovecha para romper con algunos mitos sobre homosexualidad y, ya de paso, colarnos un fragmento de una de sus charlas. No todo el mundo está predispuesto a ir a una charla divulgativa sobre tendencias sexuales minoritarias, pero siempre puedes atraer al público al cine con el morboso aliciente de una película sobre los secretos del mundo homosexual y luego a media película colarles un fragmento de tu charla.

En sus primeras apariciones Hirschfeld aparece tranquilizando a Paul sobre sus tendencias sexuales al asegurarle que no tienen nada de malo y aconseja a la hermana de Kurt sobre su relación con el violinista, dándole a entender que la homosexualidad no puede «curarse» ni siquiera aunque se case con él – algo que, merece la pena insistirse, hoy día le debería parecer absurdo a cualquier persona con dos dedos de frente pero que era uno de los mitos más comunes de la época. Más adelante los protagonistas acuden a una charla del Doctor Hirschfeld y se nos explican algunos de los puntos más importantes, como el origen natural de estas tendencias sexuales y las diferencias entre homosexualidad y travestismo con algunas imágenes reales a modo de ejemplo.

En ese sentido no puedo dejar de resaltar lo valiente que fue el gran Conrad Veidt al aceptar un papel que sin duda iba a ser polémico y que implicaba dignificar a un colectivo considerado como apestado en la época. Asimismo, Veidt interpreta su personaje con gran naturalidad, sin amaneramientos ni dejes femeninos que evitan también caer en la imagen tópica que tendría mucha gente sobre un homosexual. Y por cierto, a modo de curiosidad el chantajista lo interpreta Reinhold Schünzel, repitiendo así la misma colaboración entre Oswald, Veidt y Schünzel que ya vimos en Historias Tenebrosas (Unheimliche Geschichten, 1919).


Reinhold Schünzel, Richard Oswald y Conrad Veidt en un gesto de colegueo.

Desafortunadamente, si entramos en valoraciones más artísticas nos es muy difícil juzgar con propiedad Diferente a los Demás porque la única versión que ha llegado a nuestros días es una mutilada, que condensa los 90 minutos originales en apenas 50. En el siguiente punto aclararemos de dónde surgió esa versión, pero de entrada hay que decir que la falta de metraje implica que la película avance con un ritmo muy desigual y a trompicones así como la pérdida de varias subtramas (por ejemplo la huida de Kurt y su periodo trabajando como músico ambulante, en que la hija del dueño de una taberna se enamora de él dando pie a una situación problemática). Lo poco que nos ha llegado tampoco hace augurar una obra maestra tristemente mutilada (de hecho Richard Oswald no era un gran director, sino más bien un efectivo artesano con mucha experiencia que nos legó algunas obras muy buenas por el camino), pero sí un filme más que decente que seguramente podríamos apreciar más de visualizarlo en su totalidad.

La censura ataca de nuevo

El estreno de Diferente a los Demás fue un éxito sonado seguramente auspiciado por lo polémico de su temática, pero en realidad la película tuvo una vida muy efímera. Aunque se estrenó en ese breve momento en que no había censura, el filme se encontró con problemas desde el inicio. La idea era que ésta sería una nueva obra dentro del género de Aufklärungsfilme en que su autor, Richard Oswald, ya se había hecho un nombre, pero muchos no lo vieron así: las otras películas de ese ciclo daban consejos al espectador sobre problemas relacionados con temas polémicos como las enfermedades venéreas o la drogadicción, pero lo que hacía Diferente a los Demás en realidad era reivindicar al colectivo homosexual, un matiz que no le pasó por alto a muchos grupos conservadores que no simpatizaban con el mensaje de la película.

De hecho si algo hizo el filme fue volver a sacar a la palestra el debate sobre la necesidad de «regular» (es decir, censurar) las películas que se proyectaban en los cines, y aquí este proyecto de Oswald y Hischfeld tuvo las de perder desde el principio. Se decidió en primer lugar que ciertas películas caracterizadas por ser «obscenas o peligrosas» para el público joven podrían censurarse para evitar que fueran una mala influencia para ellos. En última instancia se acabó creando en 1920 una oficina censora que escogió, como primera obra a evaluar, a Diferente a los Demás. Su decisión fue prohibirla de exhibiciones públicas a partir de octubre de 1920, apenas un año y pico después de su estreno. ¿El motivo? Que daba una visión demasiado parcial del Artículo 175 y, sobre todo, ¡que podía confundir a los jóvenes sobre la homosexualidad incitándoles a volverse gays! En consecuencia solo se permitió su exhibición entre audiencias especializadas, es decir, en conferencias o charlas divulgativas sobre el tema. A efectos prácticos la película solo pudo verse en los años siguientes en el Instituto para el Estudio de la Sexualidad del Doctor Hirschfeld.


Caricatura del Doctor Hirschfeld y su cruzada contra el Artículo 175

En 1927, el incansable doctor decidió realizar otra película en colaboración con Richard Oswald titulada Gesetze der Liebe en la que incluiría fragmentos de Diferente a los Demás. Estos fragmentos son lo que nos ha llegado hoy día de la película. Es decir, lo que podemos ver es la versión recortada de la misma que el Doctor Hirschfeld aprovechó dentro de ese otro largometraje. Con la llegada del nazismo al poder todas las copias completas de la película se destruyeron y durante 40 años se dio por perdida hasta que se encontró una copia de Gesetze der Liebe en la URSS, que permitió reconstruirla utilizando fotogramas sueltos de las partes que faltaban y rótulos explicativos de las subtramas que se perdieron.

Por último, ¿qué fue del Doctor Magnus Hirschfeld y del Artículo 175? Como supondrán, con la llegada del nazismo al poder cualquier progreso en ese sentido se vino abajo. Los nazis destruyeron en 1933 el Instituto para el Estudio de la Sexualidad y quemaron todo el material que contenía. Por suerte, Hirschfeld se hallaba fuera de Alemania en una serie de conferencias y escapó de la barbarie nazi. En cuanto al Artículo 175, fue endurecido aún más durante el nazismo, pero quizá supongan que con el retorno de la democracia pudo por fin ser derogado, ¿verdad? Pues nada más lejos de la realidad: el Artículo siguió vigente durante décadas tanto en la República Democrática Alemana como en la República Federal Alemana (al igual que en otros países donde había legislaciones similares, como es el caso de Reino Unido). En la RDA se suavizó la legislación en ese sentido a finales de los años 50, mientras que en la RFA se mantuvo la versión de ese artículo aprobada en el nazismo… ¡hasta finales de los años 60! El Artículo no se eliminó por completo hasta los años 90 con la reunificación alemana. Hasta entonces miles de homosexuales fueron víctimas de chantaje y acoso como el protagonista de este filme que nos parece tan antiguo pero que, de hecho, explica una realidad que no nos queda tan lejana como nos gustaría creer.

4 comentarios en “Diferente a los Demás (Anders als die Andern, 1919) de Richard Oswald: la primera película pro-homosexual de la historia en lucha contra el Artículo 175

  1. Es una película que tengo pendiente, y que tengo muchas más ganas de ver por lo que supuso históricamente que por sus posibles valores cinematográficos o de entretenimiento. Es de aquellas a las que le he dado una ojeada y me digo «un día tengo que encontrar mi tiempo y verla entera», pero por lo poco que he visto puedo confirmar muchas de las observaciones del Dr. sobretodo por lo que respecta a la sobria interpretación de Conrad Veidt, lo cual, ciertamente, le da más valor moral a la película (y para nada lo hubiera sido que el protagonista hubieses mostrado ademanes afeminados, pero el tipo de gesticulación «masculina» utilizada en la película sin duda debió ser más útil para atacar los prejuicios del público de su tiempo desde todos los ángulos más imprevistos posibles).
    Aplaudo el trabajo de contextualización de la película: la historia de la ley 175, desde los prejuicios sociales que la amparaban hasta los tiempos tan recientes a los cuales llegó la siniestra sombra de tal barbaridad jurídica, así como todo lo relativo a la figura del Doctor Hirschfeld. ¡Un Danke enorme!

  2. Tal y como intuyes, no es una gran película, pero merece la pena verla por lo curioso que es ver tratar esta temática en una obra muda. Juega en su contra que esté incompleta, pero a su favor que al ser corta es más fácil sacar un hueco para verla.
    Gracias por el comentario, mi idea inicial era hablar solo de la película, pero tirando el hilo he creído que el tema daba mucho de sí, y más cuando no hace tanto que se eliminó esta ley por completo, algo que no deberíamos olvidar.
    Un saludo.

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