Especial centenario Nosferatu (II): Murnau y lo subliminal como forma de filmar el mal

Este artículo forma parte de un especial dedicado al centenario del estreno de Nosferatu que incluye los siguientes posts:


Por muy tópico que suene, realmente hay películas de las que descubrimos detalles nuevos a cada visionado, que tienen tanta riqueza y pequeños matices ocultos que uno nunca deja de sorprenderse de lo que dan de sí. Sin ir más lejos en mi último revisionado de Nosferatu (1922), que además pude disfrutar en pantalla grande, hubo un plano que hasta entonces me había pasado inadvertido y que me pareció tan llamativo que me ha animado a abrir este post, donde comentaré la forma como F.W. Murnau maneja el clima tan horrorífico de la película a partir de lo subliminal y lo sugerente.

El plano en cuestión tiene lugar en el tramo final de la cinta entre dos escenas. En la primera vemos como la gente del pueblo persigue a Knock, a quien creen responsable de la epidemia de peste. La siguiente es la aterradora escena en que el Conde Orlock observa el hogar de Hutter y Ellen desde la ventana de su casa, situada enfrente. En este nuevo revisionado descubrí para mi asombro que entre el plano de la gente yendo tras Knock y el plano medio de Nosferatu en la ventana hay insertado uno del mar. Dicho plano no tiene ningún contexto que lo justifique. ¿Es para dar a entender el momento del día en que nos encontramos? En tal caso, ¿por qué situarlo en mitad del mar cuando la acción ya hace tiempo que sucede en tierra? Debe haber un motivo para incluir un plano que no tiene ninguna relación entre esas dos escenas. En ningún caso puede ser un error, se ha añadido ahí con una intención concreta, ¿cuál?

Tal y como comenté en mi anterior post, Murnau concibe la figura de Nosferatu como una encarnación de las fuerzas ocultas y devastadoras de la naturaleza. Su apariencia casi animal y el hecho de que su presencia desencadene una epidemia de peste enfatizan esa idea. Murnau y su cámara Fritz Arno Wagner dieron mucha importancia a la presencia de la naturaleza en el filme, y la muestran no para resaltar su belleza sino para dar a entender su poder y su componente más misterioso (como dije en el post anterior, no es casual que la ciencia, que aspira a entender y racionalizar este entorno, esté tan ausente en el filme en comparación con la novela). Lo primeros planos del entorno natural que vemos corresponden a la hiena y los caballos al atardecer, y luego otros de unas colosales montañas desérticas que no vienen justificadas porque Hutter esté viajando por ellas (se encuentra alojado en la posada). La idea es más bien recalcar cómo el protagonista está rodeado de esos imponentes espacios alejados de la civilización. Fijémonos además cómo el cineasta ha renunciado a crear el que hoy día consideraríamos el prototípico clima de terror (una tormenta, lluvia, luna llena…), y en su lugar prefiere sugerir esa imagen de la naturaleza con estos planos que nos hacen intuir de forma más sutil un entorno inhóspito donde el hombre está a merced de los elementos.

Sabemos por la numerosa información que ha aportado al respecto el experto Luciano Berriatúa que Murnau insistió en filmar esos planos en unos exteriores muy concretos, y que no se conformó con cualquier montaña o bosque que estuviera más a mano. Hay una intencionalidad detrás. Transmitir la idea de que Nosferatu es una prolongación de esos parajes naturales misteriosos e, incluso, potencialmente peligrosos, algo que el cineasta no esperaba conseguir en cualquier paraje natural. Lo mismo puede decirse del mar en su inmensidad. Murnau, como admirador de la pintura romántica tenía muy presente esa significación que tenía la figura del océano, y lo que está haciendo en ese plano suelto al que hemos aludido antes es incorporarlo entre esas dos escenas pero como una idea subliminal.

Nótese lo absolutamente atrevido y casi vanguardista que es Murnau al respecto. Nada le habría costado insertar entre esas escenas un plano que fuera metafóricamente más evidente (un lobo, un rayo cayendo del cielo) para vincularlo a Nosferatu. Pero en lugar de recurrir explícitamente al género de terror ha preferido insertar ese plano del mar para continuar con esa asociación entre Nosferatu y las fuerzas de la naturaleza. Es más, no solo transmite esa idea sino que lo hace de forma totalmente subliminal. Si ese plano tuviera una función metafórica obvia (por ejemplo, un lobo o un murciélago), nosotros como espectadores lo registraríamos de forma racional y por tanto lo asimilaríamos de forma consciente. Pero al ser un plano que no tiene un significado claro, en que Murnau buscaba transmitir ciertas sensaciones más que una idea concreta, lo olvidamos enseguida, y más al estar en un punto del relato en que estamos más pendientes de las acciones que tienen lugar (la persecución a Knock, la presencia malsana de Nosferatu perturbando a Ellen), tal es así que yo he requerido de varios visionados para fijarme en él. Pero, aunque lo olvidemos, ese plano ha dejado una sensación en nuestro inconsciente, una sensación que Murnau busca transmitir con la imagen en estado puro, demostrando su portentoso dominio sobre las posibilidades del cine, incluso a un nivel más subliminal, en el campo de las sensaciones más inconcretas que puede transmitir una imagen. Con recursos como éste Murnau es fiel a su forma de abordar el expresionismo, creando así ese clima tenebroso y las ideas asociadas a la figura del vampiro sin recurrir a lo explícito, prefiriendo más bien sugerir y generar malestar.

Un aspecto que suele resaltarse mucho de Nosferatu es cómo se enclava dentro del expresionismo pero filmando en espacios reales, en lugar de desarrollarlo como era lo habitual en estudio. De hecho nos consta que tanto él como Albin Grau, el otro gran responsable de Nosferatu, pusieron mucho cuidado en que la ambientación de época fuera lo más fidedigna posible. La idea que hay tras todo eso es situar la película en un entorno que parezca lo más real posible para hacer traslucir en ese entorno la figura del mal, de lo inexplicable, de lo oculto. Solo así esa irrupción de la figura del vampiro y la peste acabarán resultando realmente aterradoras sin necesidad de recurrir a escenas de miedo o suspense. Porque intuimos que han penetrado en un mundo que consideramos real, que no parece una arquetípica película de horror donde toda la puesta en escena está diseñada para recordarnos en todo momento que estamos ante un filme terrorífico.

Es por ello que resulta tan interesante fijarse en los pocos instantes en que Murnau rompe con esa puesta en escena tan «limpia» y utiliza algunos trucos de cámara, ya que resultan un contraste dentro de un filme que pese a pertenecer al género de terror y fantástico evita basarse en ese tipo de trucajes. El más curioso ya lo mencioné en el post anterior: el momento en que Hutter entra en los territorios de Nosferatu a bordo de su carruaje y, de repente, Murnau inserta un plano en negativo, que provoca un efecto extrañísimo e irreal. De nuevo se ha evitado generar un ambiente prototípico de terror, se da prioridad a generar una sensación de inquietud y de que algo difícil de definir nos resulta inquietante, una forma de nuevo muy transgresora de transmitir esa idea por jugar más con las sensaciones inconcretas que con ideas más explícitas. No se piensen que este plano fue una idea que se le ocurriera a Murnau sobre la marcha a la hora de hacer el montaje. En el libro de Luciano Berriatúa sobre Nosferatu el historiador explica cómo para hacer este plano en negativo necesariamente hubo que cambiar el manto que cubre los caballos y el carruaje por uno blanco para que, visto en negativo, se mantuviera la coherencia y el manto siguiera siendo negro tanto en los planos «normales» en positivo como en ese plano negativo. No fue pues un mero capricho o inspiración, ese efecto estuvo planificado y se buscó mantener la coherencia en el color del manto.

Aparte de este efecto en la película podemos ver dos breves sobreimpresiones relacionadas con el conde Orlock. Una es la figura amenazante del vampiro en la bodega del barco que se aparece brevemente a uno de los marineros enfermos. La segunda sucede cuando el conde Orlock entra en su nueva casa atravesando la pared. Ambos son dos efectos que se usan de forma muy breve y que no van asociados a ninguna agresión del vampiro. El segundo sirve para mostrar el aspecto sobrenatural de esta criatura, pero encuentro mucho más interesante el primero, porque da a entender la presencia del vampiro en una bodega donde aparentemente no hay signos claros de él. Sobre el plano de lo que parece una bodega de barco normal y corriente se entrevé como una presencia fantasmal la encarnación del mal. Es un momento aterrador que funciona a la perfección por la forma como lo inserta Murnau. Del mismo modo es significativo que nunca veamos a Nosferatu atacar a nadie de la tripulación, lo terrorífico es su mera presencia. No en vano uno de los planos más terroríficos e icónicos de la cinta es el contrapicado en que se le ve paseando lentamente por cubierta, porque es el momento en que por fin el mal se ha manifestado de forma explícita.

Siguiendo con el barco, me llama también la atención uno de los planos en que se lo muestra navegando a través de un travelling que se dirige hacia éste hasta pasar casi por su lado. Este debió ser un plano muy costoso de hacer, ya que implicaba situar la cámara en un barco y dirigirse hacia el otro, siendo muchísimo más económico filmar desde un muelle al navío en alta mar, algo que seguramente habría servido para lo que aparentemente no es más que un plano de situación. Hay por lo tanto una intencionalidad en dedicar tal esfuerzo y coste para lo que se supone que es un plano poco relevante. Murnau no pretende crear una mera imagen de situación o una «postal marítima» del barco surcando en el horizonte. Quiere que experimentemos la sensación de movernos en la inmensidad del océano, ese espacio solemne e inabarcable, transmitirnos de nuevo la idea de la naturaleza como un entorno en el que nos encontramos a su merced. Fíjense que este movimiento de cámara hacia el barco transmite una sensación muy distinta a si fuera un plano general estático. Del mismo modo fíjense también cómo, una vez Nosferatu ha acabado con el último tripulante del barco, Murnau filma el navío a contraluz, algo en teoría poco aconsejable pero que le permite mostrarlo bajo una apariencia más tenebrosa.

Este tipo de pequeños detalles son algunos de los ejemplos que hacen que Nosferatu funcione tan bien y a tantos niveles en crear ese clima inquietante y horroroso. Obviamente junto a éstos hay otros más evidentes como el maquillaje y la magnífica interpretación de Max Schreck, pero no debemos infravalorarlos por eso. Pueden parecer decisiones menores a nivel de dirección, pero es obvio que todas han sido añadidas de forma intencionada y que, sumándolas, contribuyen a transmitir una serie de sensaciones o ideas subliminales. De esta forma Murnau llevó su concepción del expresionismo a otro nivel y elevó Nosferatu como una de las obras maestras más ricas en detalles de la historia del cine.

Referencias

  • Berriatúa, Luciano. Nosferatu: un film erótico, ocultista, espiritista, metafísico. Madrid: Divisa, 2009.

6 comentarios en “Especial centenario Nosferatu (II): Murnau y lo subliminal como forma de filmar el mal

  1. Muy bien observado el plano. Reconozco que, apesar de haberla visionado mil veces (más cuando tuve la osadía de acompañarla al piano hace ya un tiempo, lo cual me dobla la multa que merezco por haberme saltado una señal) no haber reparado en él. Y todavía otra cosa más a añadir a la sagaz observación: ¡el mar está en calma! Sjöström ya había usado el mar embravecido como personaje al cual el bueno de Terje retaba como si fuese Manolete, así como Murnau a estas alturas yasabía muy bien la importancia de los elementos en pleno estado de cabreo (viento, oleaje) en sus más recientes películas (las pocas que se conservan, sniff). Aquí, no. Vemos unos aldeanos espoleados por un espíritu hoolligan, un vampiro acongojado y en medio, ¡zas! el horizonte marino en calma. ¡Un plano sedante utilizado para cualquier cosa menos sedarnos! Como cortar a Jimmy Hendrix en un momento de álgido estrépito para insertar seis segundos del cuchicheante sonido de gorriones piando en lo alto de un alerce para luego volver a la caña anterior. Un oleaje bravío, a casi ras de suelo, desde la playa, entraría dentro de las metáforas lógicas que sugiere (el rayo, tal y cual) pero aquí, realmente sería una metáfora casi vulgar (la furia del pueblo, imparable como el oleaje desbocado). Pues no, calma chicha. Cualquier otro director menos sutil habría usado el mar embravecido. Pero Murnau demuestra andar muy por delante. Cuando los otros van, él (y unos pocos más) hace ya mucho que han vuelto, saben muy bien lo que es pisar acelerador sobre acelerador y han aprendido que ir con el freno puesto no quiere decir evitar colisiones emocionales de altura. Colisiones haberlas haylas pero son más profundas, duelen más y, eso es lo mejor, ves que por todas partes tienes moratones pero no siempre sabes por donde te los ha hecho el director.

  2. Exacto, lo plasmas perfectamente al decir que cuando unos van, Murnau ya estaba de vuelta. Conocía perfectamente lo eficaz de reflejar la naturaleza en el cine y era un admirador confeso de Sjöström y Stiller, por eso es tan llamativo que aquí insertara este plano tan aparentemente fuera de lugar, sin explicación. Parece como si se empeñara en no llevarnos por los caminos obvios del género de terror y prefiriera más bien crear un determinado clima o sensaciones. La verdad es que era una opción arriesgada que podía haberle salido mal, pero era tan bueno que lo logró con creces. No en vano es uno de mis candidatos a mejor director de la era muda…
    Un saludo.

  3. Qué gran artículo! Me ha gustado e interesado mucho como a partir de ese plano el Dr Caligari hace todo una interpretación de la película. Y la sutileza y finura de Murnau a la hora de transmitir miedo y maldad a la de las películas de terror de Jacques Tourner como «La mujer pantera», «La noche del demonio» y, mi favorita con mucha diferencia, «Yo anduve con un zombie».

    • ¡Muchas gracias, me alegro de que te haya gustado!
      Y muy bien visto, Jacques Tourneur es uno de los que supo continuar mejor con esa tradición que busca generar un clima inquietante antes que provocar sustos, sobre todo en los filmes que cita – que por cierto mi favorito también es Yo anduve con un zombie, una de las películas más bellas y aterradoras al mismo tiempo que he visto, llevo años fascinadísimo con ella.
      Un saludo.

  4. Se sale usted por todas las tangentes, que son muchas. Qué nivel de análisis, qué finura. En mi caso, haría como 8 o 9 años que no veía Nosferatu y cuando mencionas el plano del mar curiosamente noté algo dentro de mí, como de haber pensado sobre él o que me sorprendiera en algún visionado anterior. Al hilo de tus hilos he vuelto a verla y es que, buff, qué maravilla. Y es que cada vez encuentro más cosas en ellas.

    El otro día en una especie de cine fórum que hacemos en el insti vimos Bigfish, y le comenté a nuestro común Adolfo Monje que me pasa con la de Burton que cada vez que la veo me gusta menos, y con Nosferatu sentí, pensé, justo lo contrario. Por algo, que es todo esto que estás explicando, será.

    También al hilo de tu anterior post vi el documental que enlazas de Berriatúa y me sorprendió muchísimo la cantidad de lugares de rodaje que siguen tal cual. De hecho me enfurruñé un poco conmigo mismo porque hace pocos meses anduve no lejos de allí y de haberlo sabido me habría acercado a ellos.

    ¡Permanezco a la espera!
    Un abrazo

    • Curiosamente coincidimos una vez más respecto a Big Fish. Me gustó muchísimo cuando la vi, y no es para menos porque es muy emotiva, pero es de esos filmes que en mi recuerdo van empeorando cuando los rememoro y creo que prefiero no revisionarla para quedarme con el recuerdo de las anteriores veces que la vi. Que quizá luego la retomo y me sorprendo hallando en ella cosas que no recordaba, pero a saber…

      Nosferatu es otra cosa obviamente. Sucede lo contrario, cuanto más la rememoro o pienso en ella, más detalles le saco. Y lo mejor es que no son detalles añadidos por Murnau para que el espectador los capte a modo de guiño cómplice, sino cosas como las que comento aquí que están hechas para que no nos demos cuenta de ellas y que funcionan a un nivel más subliminal. No es una de las obras cumbre del cine por nada.

      Imperdonable leer que no se acercara a los sitios de rodaje de la película. Me contactó hace tiempo un simpático lector pasándome las fotos que se había hecho allá y me dio mucha envidia. Según él, los lugareños mayormente eran bastante ajenos al vínculo del pueblo con Nosferatu, así que todavía tiene el encanto de un sitio escondido de culto, sin que haya camisetas del Conde Orlock en todas las tiendas de allá. Yo espero poder acercarme alguna vez…

      Un saludo.

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