Este artículo forma parte de un especial dedicado al centenario del estreno de Nosferatu que incluye los siguientes posts:
- Reseña de Nosferatu (Nosferatu – eine Symphonie des Grauens, 1922).
- Murnau y lo subliminal como forma de filmar el mal.
- Die zwölfte Stunde: la versión sonorizada de Nosferatu.
- Conde Drácula vs Conde Orlock, el vampirismo según Murnau.
Probablemente la mayoría de ustedes pensaba que Nosferatu (1922) fue la primera adaptación de la célebre novela de Bram Stoker al cine, pero no es así. Existe un filme anterior llamado Drakula Halála (1921) – que se traduciría como La Muerte de Drácula – producido en Hungría que ha quedado completamente en el olvido y que ostenta el honor de ser el debut del célebre conde en la gran pantalla. La película hoy día se encuentra perdida y su repercusión fue tan anecdótica que ni siquiera este Doctor pudo llegar a verla. No obstante para cerrar este especial Nosferatu ha pensado que sería interesante investigar sobre esta curiosidad. Averigüemos pues qué nos ofrece este primer Drácula.
El proyecto nació de una de las figuras más importantes del cine húngaro de los años 10, Károly Lajthay, que había trabajado como actor, director y guionista y aquí ejerció esos dos últimos roles. A la hora de redactar el guion contó con la ayuda de otro nombre destacable, un tal Mihály Kertész, que pronto pasaría a trabajar en la más fructífera industria austríaca y finalmente daría el salto a Hollywood, donde americanizaría su nombre al de Michael Curtiz – sí, ese Michael Curtiz.
Károly Lajthay en una fotografía de la época
El proyecto de Lajthai era una coproducción entre Hungría y Austria, una práctica muy habitual en la época, ya que ambas industrias estaban todavía muy conectadas como resquicio del antiguo Imperio Austrohúngaro, si bien lo habitual es que los cineastas húngaros emigraran a Austria y no a la inversa. Esta mezcla de nacionalidades se reflejó en la película: los exteriores se filmaron en Viena, los interiores en un estudio de Budapest y en los papeles protagonistas convivieron actores de ambos países. El rol de Drácula recayó en Paul Askonas, un actor austríaco principalmente de teatro con unos pocos papeles en el cine, pero el resto eran húngaros, como la protagonista Mary interpretada por Margit Lux, con alguna excepción puntual como el experto secundario austríaco Carl Goetz en un papel menor.
Seguramente se habrán preguntado ya quién es esa tal Mary que encarna el papel principal y que no tiene equivalente en la novela de Bram Stoker. Resulta que en realidad Drakula Halála está muy lejos de ser una adaptación fiel del libro original, es más bien una historia totalmente inventada que se servía de ese célebre personaje y que, en realidad, tenía muchos más puntos en común con El Gabinete del Doctor Caligari (1920). Hoy día no se conserva el guion de rodaje, pero este Doctor pudo encontrar en un bazar de antigüedades algo que nos puede ser de utilidad para conocer el argumento de la película: su versión novelizada. En aquella época era muy frecuente editar versiones novelizadas de filmes de éxito (o, al menos, que se suponía que iban a tenerlo), y de hecho es una costumbre que se mantuvo hasta finales del siglo XX. Obviamente esta fuente no nos puede dar la información exacta sobre cómo era el argumento de la película, ya que el escritor podía tomarse ciertas libertades, pero es de suponer que a grandes rasgos seguiría la trama con cierta fidelidad. Como es el único material que se conserva hoy día que nos puede dar una idea de su contenido, les reproducimos a continuación el argumento del libro de Drakula Halála, escrito por Lajos Pánczél.
Mary es una chica humilde que trabaja duro para mantenerse por sí misma, ya que su madre está muerta y su padre, el señor Land, está internado en un sanatorio. Su plan es casarse en un futuro con su prometido George. Un día recibe una carta del sanatorio avisándole de que su padre se encuentra muy mal y viaja hasta allá para verle. Una vez ahí el director del manicomio tiene la excéntrica idea de hacerle pasear por el recinto para que vea a algunos de los internos más destacables. Entre ellos está un hombre alto, de pelo alborotado, rostro demoníaco y ataviado con una capa que le recuerda a un organista que fue profesor suyo de música en el pasado. Cuando se acerca a hablar con él, éste le dice que es el inmortal Drakula que ha vivido miles de años.
Cuando Mary, que se pasea por el manicomio como Pedro por su casa, se dirige a otra habitación, dos pacientes disfrazados de médicos dicen querer examinarla y posteriormente operarla. La chica intenta escapar horrorizada y finalmente es salvada por el director del establecimiento. Presa de un ataque de nervios, el doctor le da un calmante y le aconseja que descanse en un cuarto.
Pero al poco rato Mary se despierta y ve a Drakula a su lado, quien le propone que huya con él a su castillo para ser inmortal. Cuando ésta se niega, Drakula decide entonces secuestrarla y llevársela consigo. En su castillo la encierra en un cuarto y le hace saber que al día siguiente se casará con ella y pasará a vivir ahí junto a sus otras mujeres, pero ésta le ahuyenta usando un crucifijo. Con la salida del sol, Drakula se va a descansar y ella permanece ahí atrapada. A la noche siguiente, obligan a Mary a vestirse de novia y la conducen a la ceremonia nupcial junto a las otras novias de Drakula, pero de nuevo se salva en el último momento gracias a su crucifijo, que repele a los vampiros, y escapa del castillo.
La joven vaga durante horas en busca de ayuda hasta caer inconsciente, pero por suerte una familia la encuentra y la recoge. En casa de dicha familia Mary recupera el conocimiento, pero al poco rato reciben la visita del conde Drakula quien, haciéndose pasar por un médico, asegura que Mary es una paciente de su manicomio que ha escapado e insiste en llevársela consigo. Por suerte al último momento aparece un médico auténtico y desmiente que Mary esté perturbada, de modo que Drakula debe marcharse con las manos vacías.
Al día siguiente Mary ya está mejor a causa de los cuidados del doctor, pero entonces aparece un cochero para llevarse al médico a causa de un terrible accidente que ha sucedido por la zona. Mientras el doctor viaja con ese misterioso cochero acaba descubriendo que éste ha sido sobornado por Drakula para conducirle a un destino inesperado, pero le convence para dar media vuelta. En paralelo Mary, que no hace más que causar problemas a la infortunada familia que seguramente ya debe haberse arrepentido de haberla rescatado, prende fuego accidentalmente a la casa y escapa a través de la nieve, donde desfallece… hasta que se despierta en la cama del manicomio y descubre que todo era un sueño.
De vuelta al manicomio, uno de los reclusos enseña a sus compañeros que ha conseguido una pistola y Drakula le pide que le dispare para probar su inmortalidad. Éste lo hace pero el paciente que se creía Drakula acaba muriendo. En medio de este caos aparece George, el prometido de Mary, y se la lleva de allá, puesto que el padre de la chica también ha fallecido. La última imagen que ven ambos es cómo unos enfermeros se llevan el cadáver de Drakula.
No está mal, ¿verdad? El argumento – que, insisto, no podemos asegurar que fuera idéntico en la película, si bien probablemente debía ser muy parecido – es en realidad una mezcla de varios motivos del Drácula de Bram Stoker y de El Gabinete del Doctor Caligari. Del célebre filme expresionista retoma la idea de mezclar ilusión con realidad, la ambientación en el manicomio y la confusión sobre quiénes son dementes y quiénes son los médicos (¡incluso Drakula se hace pasar por un eminente doctor como mi alter ego, el Doctor Caligari!). En realidad no es tan extraño, Caligari tuvo un éxito tan enorme en su época que era frecuente que otros filmes reutilizaran muchas de sus ideas.
Por otro lado, de la novela de Bram Stoker se toma no solo el personaje del vampiro, sino también el harén de vampiresas, el crucifijo como arma para defenderse de él y su preferencia a actuar de noche y no durante el día. También se repiten algunas situaciones que evocan claramente a la novela pero de forma más inconexa: la idea del protagonista huyendo del castillo del vampiro hasta caer inconsciente y ser rescatado, o el cochero que conduce a un personaje a una trampa (que en este caso no es Drácula disfrazado sino un hombre sobornado por él). Es como si los guionistas pretendieran evocar ideas sueltas de la novela original pero sin ceñirse a ésta del todo. Por otro lado, la apariencia de Drakula, a juzgar por los poquísimos fotogramas que se conservan del filme, nos permite intuir que se desvía mucho de la que describía Bram Stoker, si bien a cambio incorpora una importante pieza de vestuario que, según creo, no estaba en el libro y quedó para la posteridad: ¡la capa!
Me parece muy dudoso no obstante que la tradición de Drácula llevando capa naciera de un filme que, como ahora veremos, no tuvo casi difusión; si bien es cierto que puede haber una conexión, por el hecho de que quien popularizó que el personaje llevara capa fuera el actor de origen húngaro Bela Lugosi. ¡Todo encaja! ¡Lugosi vio la película en su Hungría natal y copió esa idea para sus representaciones teatrales y luego la célebre adaptación cinematográfica de Tod Browning! Pero, ay, cuando se estrenó Drakula Halála Lugosi ya había emigrado a Estados Unidos, donde dudo muchísimo que este filme tuviera ninguna distribución. ¿Fue una mera coincidencia? ¿Es simplemente a causa de una fijación de los húngaros por las capas? Ahí dejo la pregunta abierta.
Paul Askonas caracterizado de Drakula
Se sabe muy poco o casi nada del estreno y difusión de Drakula Halála. Durante su preparación la prensa húngara se había hecho bastante eco del filme dando la imagen de que era una producción importante, por tanto es extraño que no se haya encontrado apenas información de lo que sucedió con él. Aparentemente se estrenó en Viena en febrero de 1921 aunque no hay pruebas que lo confirmen, y a Hungría no llegó hasta 1923. ¿Por qué tardó dos años en llegar allá? Nadie lo sabe. A partir de aquí el más absoluto silencio. No he encontrado datos sobre cuál fue su suerte en taquilla ni sobre su difusión. Todo parece indicar que pasó bastante desapercibida y cayó enseguida en el olvido, cosa extraña dado el potencial de su temática. Como mínimo eso explica por qué Florence Stoker, la viuda de Bram Stoker, no intentó incautar también esta película como hizo con Nosferatu.
Así pues, esto es todo lo que nos queda a día de hoy del primer Drácula cinematográfico: los poquísimos fotogramas sueltos que he añadido en el post, el libro basado en la película y numerosos interrogantes sin resolver. Qué quieren, parte de la gracia de ser un aficionado al cine mudo son precisamente estos misterios que rodean a tantas producciones de la época.
¡Que miedo da todo!
No se preocupe Florenci, el aterrador especial Nosferatu ya llega a su fin y en abril pasaremos a tratar de otros filmes menos terroríficos.
Jajaja, ¡no, no, que va! Ya me va bien. Excelente exploración, y muy bien dice Manuel Pozo sobre lo mucho que saca de lo que no se encuentra.
¡Madre mía, cómo le cunde a usted lo inexistente!
Ya que termina el ciclo me gustaría preguntarle por su opinión sobre la hipótesis que maneja Berriatúa de que Nosferatu se hizo como mero reclamo para conseguir adeptos para la causa ocultista. Ya sé que Murnau no estaba en esa onda, no me refiero a cómo se hizo la película, sino a la existencia misma del proyecto y de la Prana con el fin de hacer proselitismo. Es algo que oído y pensado hoy suena rarísimo, más que nada porque uno supone que lo fetén del ocultismo es que permanezca oculto, pero también es verdad que la cosa estaba muy de moda entonces. ¿Crees usted razonable por ejemplo la especie de que la viuda de Stoker denunciara la peli por pertenecer ellos a otra logia?
Es un tema al que no le había dado mucha importancia, y cuando he leído Berriatúa me ha dado la impresión de ser casi una especie de adorno estilístico a sus análisis, pero me sorprendió verle el otro día en Días de cine hablando de Nosferatu dejando claro que la promoción del ocultismo fue causa y finalidad de la peli.
¡Un abrazo agradecido!
Hola Manuel,
Pues no me veo capaz de contradecir lo que diga un experto como Berriatúa, que como bien sabe es una de las personas que más sabe en el mundo de Nosferatu, pero a mí también me suena raro ese énfasis tan marcado en el ocultismo. Quiero decir, que Albin Grau fundó la Prana para producir películas de temática ocultista, lo puedo entender, pero realmente viendo Nosferatu me cuesta ver en ella una obra pensada para promocionar esa temática más allá de todos los signos y guiños ocultistas que contiene (y que el propio Berriatúa ya detalló en su libro sobre Nosferatu editado por Divisa). Desde mi punto de vista yo lo veo más como que los fundadores de la Prana sentían interés por hacer filmes relacionados de forma más o menos directa con esa temática, pero no que la finalidad principal de los mismos fuera dar a conocer o promocionar el ocultismo. Digo esto como mera impresión personal basada en lo poco que sé…
No sé si me he explicado medianamente bien, espero que sí. ¡Un saludo!
Hace tres años salió a la luz (sí: a la luz) un desigual librito llamado “Metraje perdido. Un breviario de cine invisible” (de A. Ávila Salazar, Ed. Archivos Vola, Madrid, 104 págs.) en el que tuve ocasión de conocer el Drácula húngaro de Lajthay, aparte de otras curiosas rarezas que serán de interés para los seguidores del blog. Ah, junto a este estudio reposa el excelente estudio del Sr. Triguero sobre las “Criaturas del expresionismo”, que seguramente el Dr. conoce bien y a quien aprovecho la ocasión para saludar.
Saludos.
Anda, pues desconocía este libro y la temática es muy interesante, gracias por mencionarlo.
El otro libro que menciona lo conocemos bien por aquí. Le hice llegar al Sr. Triguero su comentario y me pide que le haga llegar sus más sinceros agradecimientos por haberlo adquirido y que espera que haya disfrutado mucho de su lectura.
¡Un saludo!