NOTA: este vídeo incluye el cortometraje comentado en este post y, posteriormente, otro que no tiene nada que ver, que aparece junto a éste por pertenecer ambos a la colección del cineasta experimental Joseph Cornell. Lo he compartido porque es la versión a mejor calidad que circula por la red, pero si tienen problemas para visualizarlo, lo tienen también en Youtube aunque a menos calidad.
Algo que me encanta del cine primitivo es lo extraño que es. A veces uno se encuentra por ejemplo con comedias o filmes de persecuciones que nos resultan llamativos porque utilizan algunas soluciones de puesta en escena o narrativa que hoy día nos parecerían incorrectas o inapropiadas. Pero en otras ocasiones uno se encuentra con películas de las que literalmente no sabe qué pensar. Es el caso, creo yo, de The Impossible Convicts (1906), un cortometraje cómico de la Biograph dirigido por G.W. Bitzer, más conocido por ser el cámara por excelencia de D.W. Griffith en sus grandes películas.
La película de entrada no tiene gran cosa: se nota que es una producción extremadamente barata y está filmada en un único escenario, las celdas de una prisión. Hay una única posición de cámara, que me resulta de entrada curiosa porque no es totalmente frontal, como sería lo habitual en las películas de la época de este estilo y que, en este caso, parecería lo más lógico porque ayudaría a seguir mejor las escenas de persecución. Mi teoría es que Bitzer colocó la cámara en ese ángulo no tanto para dar más profundidad al decorado como para que se aprecien mejor las acciones, por ejemplo, cuando los personajes están en el suelo o entran y salen de las celdas (además sin que veamos su interior, facilitando los cortes de cámara sin que se noten demasiado), pero esto es mera especulación personal.
Lo interesante está en el juego que hace con la edición: el filme se inicia con los personajes caminando del revés, lo cual de paso me permite empalmar este cortometraje con el que comenté hace unas semanas de los hermanos Lumière, reafirmando la idea de lo mucho que le fascinaba a los cineastas y el público de esa época estos pequeños trucos de cámara aún nuevos por entonces. De acuerdo, hoy día nos parece una tontería curiosa, pero en su época debía resultar innovador e hilarante ver un acto cotidiano (los prisioneros entrando en sus celdas custodiados por los guardas) marcha atrás. Pero, esperen, la cosa se complica. Tras un primer corte la acción pasa a verse de forma normal cuando uno de los guardas trae la comida. Incomprensiblemente nuestro guarda piensa que la mejor manera de servir el rancho es abrir la puerta de la celda del primer prisionero al que va a dar su ración y, entonces, darle la espalda para coger el plato tras haber dejado la puerta abierta, algo que denota una falta de profesionalidad alarmante y que tiene sus previsibles consecuencias: el preso le ataca por la espalda dejándole inconsciente y con las llaves libera al resto.
Se inicia pues la persecución entre policías y presos en ese espacio, lo cual no tendría nada de particular si no fuera por una cosa: Bitzer vuelve a mostrar las acciones en retroceso, sin que se siga ninguna lógica aparente, una especie de Tenet (2020) pero más de 100 años atrás. La consecuencia es que no entiendo nada de lo que está sucediendo. Es un absoluto caos. Los guardas se meten en una celda (¿por qué?), dos de los prisioneros en otra (¿¿por qué??), otros suben y bajan por las escaleras. Hay una pelea en el suelo en que accidentalmente alguien mueve las escaleras haciendo obvio que es un decorado y, antes de que nos demos cuenta, el corto ha acabado sin un desenlace. Si ya de por si las acciones son incomprensibles, el verlas marcha atrás lo hace todo aún más raro.
En algunos sitios he visto este cortometraje etiquetado como «cine experimental», pero me parece contraproducente usar esa etiqueta en el cine de los orígenes. Por entonces no había aún unas normas definidas de gramática cinematográfica. Todo era experimental. Lo que sucede es que desde nuestra perspectiva actual este cortometraje se vuelve tan incomprensible y loco que habrá espectadores a quienes les venga este concepto a la cabeza. Pero dudo mucho que Bitzer quisiera explotar las posibilidades del lenguaje cinematográfico ni nada por el estilo. No hay una explicación racional para el uso del retroceso al inicio y el final del metraje. Solo quiso filmar un corto rápido y barato de persecuciones en una prisión al que añadió el efecto de retroceso para hacerlo algo más simpático, ya que sin ese aliciente no tendría nada especial. Y, por otro lado, esa despreocupación por la lógica del avance de los acontecimientos (¿por qué suben y bajan las escaleras o se meten en las celdas?) es parte de la magia del cine primitivo. Es raro e incomprensible, pero es por cosas así que el cine primitivo tiene un encanto especial, ¿no creen?
Este blog ha sido posible durante todos estos años gracias al apoyo incondicional de todos nuestros lectores, a quienes no podemos estarles suficientemente agradecidos por su fidelidad. Si les gustó este post pueden también invitar a este Doctor a un café para ayudarle a mantener este humilde rincón cinéfilo.
A mi estas cosas me purifican. Ya desde el título (maravilloso: ¡»los presos imposibles»! 😀 ) Me siento revitaminizado y con un estado de confusión que hace solo unos minutos era incapaz de preveer. Cosas de los viajes en el tiempo a saltitos… ¡Gracias!
Jajaja es cierto que no comenté el título, que también se las trae, como si los presos fueran una pandilla de niños revoltosos.
Celebro que le gustara esta rareza, a mí me sorprendió cuando la encontré por casualidad. ¡Un saludo!
No sé si tiene usted presente, mi querido Doctor, que la Teoría Especial de la Relatividad , con sus flipantes aseveraciones sobre el espacio y el tiempo, se publicó en 1905… ¡Qué raro y lírico a la vez sería soñar con que algo de eso sabía el tal Bitzer. Pero no.
Yo creo que hay un juego puro, un disfrute de que el tiempo se deje amasar solo porque la manivela funciona hacia atrás, como usted insinúa. Esta peliculita es una pequeña maravilla porque es una delicia de 1906 que en ningún otro momento posterior podría haber sido nada.
Qué bien hace usted en rescatarla.
Un abrazo
Lo desconocía por completo y es una divertida coincidencia.
Pero como usted dice, no parece demasiado probable que Bitzer la tuviera en cuenta. La gracia de este cine primitivo es ver a esos primeros cineastas tan fascinados con las posibilidades de ese nuevo invento. Yo lo comparo a veces a un niño fascinado con el mecanismo de un juguete complejo que le acaban de regalar o cuando de chaval tuve mi primera cámara de fotos y al principio le hacía fotos a todo o probaba cualquier tontería que me viniera a la cabeza. Destilan una inocencia estos cortos que, como usted bien dice, años después desaparecería.
Un abrazo.