Cuando digo que la mayoría de los recursos y tendencias del cine o el audiovisual ya se inventaron de alguna forma en la era muda, no estoy exagerando tanto como podría parecer. ¿No les parece, por ejemplo, que los vídeo-capsulas que consumen hoy día millones de personas en TikTok o Instagram no tienen mucho en común con los cortos de la era primitiva? En ambos casos son producciones audiovisuales de formato muy breve, que por tanto buscan un impacto o gag claro, y además tanto en unos como en otros sus creadores rompen la cuarta pared y se dirigen explícitamente al espectador. ¿Y qué me dicen de los vídeos de gatitos? Uno de los contenidos preferidos de la red son los vídeos de estos simpáticos felinos haciendo todo tipo de monadas, ya que no solo son animales muy fotogénicos, sino que tienen un carácter peculiar que les presta a comportamientos bastante excéntricos.
Pues como supondrán, en los orígenes del cine ya se hicieron vídeos de gatitos. De hecho uno de los primeros vídeos de los Lumière ya mostraba a una niña dando de comer a un gato, de modo que el corto que veremos hoy podría pues considerarse una especie de ¿remake? del de los Lumière, ya que la premisa es idéntica: una niña compartiendo su desayuno con su gato.
He sido incapaz de encontrar el autor de Le Déjeuner de Minet (1905), solo sé que es una producción Pathé y que la niña se llamaba Estelle Roy de Menditte, si bien no me consta que hiciera más películas. Fijémonos en la premisa y en cómo esta historia retoma la idea de los Lumière de forma más mejorada aprovechando los avances que habían sucedido en los años entre ambos cortos.
Inicialmente vemos una simpática ancianita trayendo el desayuno a la niña y diciendo que se lo coma. Ésta se pone manos a la obra mientras nos mira de forma cómplice a cámara y entonces irrumpe en escena el gato. Deténgamonos un momento. Como sabrán todos aquellos de ustedes que tienen animales, es sumamente difícil captar a nuestras mascotas haciendo cosas graciosas, y más aún los gatos. En el momento en que ven la cámara, suelen ponerse alerta, o cuando esperas que repitan aquello tan gracioso de repente no tienen ganas de hacerlo. Recuerden por ejemplo esa escena de La Noche Americana (La Nuit Américaine, 1973) de Truffaut en que repetían infinidad de veces el sencillo plano de un gato bebiendo de un plato de leche porque éste no quería cooperar. Si hoy día tenemos la ventaja de contar con cámaras pequeñas a mano para tener más oportunidades de captar a nuestros felinos, en aquella época no era así, por ello los primeros vídeos de gatos tenían que ser en situaciones fáciles de controlar, como se puede ver en The Sick Kitten (1903) de George Albert Smith, donde se le tiene cogido, o en algunas donde su comportamiento es previsible, por ejemplo cuando se les ofrece comida.
Volvamos a nuestro corto. Mientras la niña desayuna el gato irrumpe a escena… o mejor dicho «es irrumpido» a escena, porque claramente alguien lo ha lanzado a la mesa. Aquí nuestra joven actriz debe conseguir que se mantenga dentro del encuadre y empiece a beberse la leche, fíjense como lo agarra. Y entonces viene mi detalle favorito del filme, porque la niña sale del plano y se hace un pequeño corte apenas imperceptible para que veamos al gato de cerca. Lo que más me gusta es cómo el corte se ha hecho haciéndole coincidir con el gesto que estaba haciendo en el primer plano de meter la pata en el vaso de leche, demostrando una preocupación por la continuidad, que todo fluya como si fuera un mismo plano (de hecho hasta me hace dudar si no es el mismo plano pero ampliado).
Finalmente, cuando el gato se cansa de beber de repente parece darse cuenta de que es el centro de atención y mira sorprendido a cámara. ¿Será consciente de que está pasando a la posteridad y de que más de 100 años después estaremos mirando cómo bebe leche?
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Me dediqué a comprobar, fotograma a fotograma y, sí, el acercamiento de cámara es real. Me ha costado verlo, de tan bien hecho que está el corte, del excelentísimo raccord de movimiento del gatito. Creo que cualquier montador actual aplaudirá el trabajo de quien usó la tijera en tan primitiva época. Me he fijado con los dibujos del papel pintado y sí, los que se ven por debajo de la panza del gato y la posición de este respecto a la silla (dibujos que en el plano general no se ven y otros que en el acercamiento si, a través de ella). Osea que pararon de filmar, movieron el trípode y reemprendieron la filmación, tratando que el gato continuase la acción en una postura similar, de modo que de algún modo actuase en bucle (¿rellenando de nuevo el vaso, un poco, no fuese que se saciase demasiado y se le pasasen las ganas de continuar actuando?). En cualquier caso, un hito no solo de la planificación sino del montaje, en todos sus aspectos técnicos y narrativos. ¡Y con Charles Laughton! (digo,… estooo, con un gatito)
Gracias amigo Florenci por hacer lo que este Doctor dejó imperdonablemente de hacer, que es investigar a fondo si el segundo plano era una ampliación u otro plano con la cámara de cerca. En tal caso el mérito es enorme porque como dice la precisión del montaje hace que incluso en pleno 2023 nos haga dudar si es la misma imagen o no. Tendría su gracia ver un making of de estos sencillos cortos, no dudo de que hubo muchas tomas falsas porque los gatos suelen ser muy puñeteros.
Un saludo.