Si hay una película desaparecida de la era muda que está considerada la obra perdida por excelencia es London After Midnight (1927) de Tod Browning. Pocos filmes ya inexistentes han suscitado tantos comentarios y especulaciones como éste, llegando incluso al extremo absurdo de que en páginas que permiten puntuar películas como IMdB tiene más votaciones de usuarios basadas en la reconstrucción de 40 minutos realizada a partir de los pocos fotogramas existentes que otras películas de Browning que sí pueden verse.
Resulta comprensible todo el culto que rodea a este filme porque posee los ingredientes apropiados para ello pero cabe preguntarse, ¿está London After Midnight a la altura de la leyenda que hay a su alrededor o se ha magnificado e idealizado su contenido con el paso del tiempo en base a lo poco que sabemos de ella? El Doctor Caligari, que pudo verla en su momento, espera resolver sus dudas en este post.
London After Midnight – que se estrenó en España con el título de La Casa del Horror – era una más de las innumerables colaboraciones del infalible tándem Tod Browning/Lon Chaney ayudados por su guionista fetiche Waldemar Young. El gusto de Browning por los temas macabros y fuera de lo común había encontrado su complemento perfecto en Chaney, un actor especializado en personajes torturados que a menudo requerían además todo tipo de retos físicos a nivel de caracterización como interpretar a tullidos, hombres sin brazos, usar prótesis o maquillaje bastante complejo, etc. De hecho había llegado un punto en que la prensa se burlaba de su tendencia a hacer películas cada vez más escabrosas, pero el caso es que seguían funcionando en taquilla.
El filme que nos ocupa nació de una de las mayores ambiciones del dúo: poder adaptar la novela Drácula de Bram Stoker, algo que como ya sabrán Browning logró hacer en los inicios del sonoro pero sin Chaney, que falleció justo antes de poder participar en dicho proyecto tan largamente acariciado. El problema es que por entonces la viuda de Bram Stoker seguía sin ceder los derechos para el cine y que no se andaba con chiquitas ante las sospechas de plagio. De modo que ambos decidieron aprovechar el enorme éxito que estaban teniendo entonces las adaptaciones teatrales del libro de Stoker haciendo una película de vampiros pero alejándose por completo del relato original.
El argumento, situado en Londres, es el siguiente: Roger Balfour aparece en su casa muerto de un disparo y el inspector Burke de Scotland Yard declara que ha sido un suicidio, si bien su amigo Sir James Hamlin insiste en que Balfour jamás se quitaría la vida. Pasan cinco años y la hasta entonces abandonada casa de Roger Balfour acoge a unos siniestros nuevos inquilinos: un tipo de aspecto extravagante y sobrecogedor acompañado de dos mujeres pálidas como cadáveres. Sir James, que vive en la casa de al lado con la hija de Balfour, Lucille, y su sobrino Arthur, vuelve a llamar al inspector Burke porque cree que esos nuevos habitantes tienen un aspecto decididamente sospechoso, e incluso creen que podrían haber estado involucrados en la muerte de su amigo. De hecho se deja a entrever incluso la sospecha de que sean… ¡vampiros!
Empiezan entonces a suceder hechos misteriosos: desaparece el cuerpo de Balfour de su tumba, Lucille cree oír la voz de su padre e incluso les parece ver al difunto teniendo una conversación con su nuevo inquilino. Como medida extraordinaria para resolver este misterio, el inspector Burke decide utilizar un método tan poco convencional como la hipnosis.
Aunque el gran aliciente de London After Midnight tanto en su época como hoy día es el ser una de las primeras películas de la historia en tratar el tema del vampirismo, en realidad tiene más que ver con el hipnotismo. No en vano, el personaje que interpreta Lon Chaney más que un vampiro parece un trasunto de un servidor (es decir, el Doctor Caligari) con su sombrero de copa, y el título original era The Hypnotist. De hecho, el sorprendente giro final de la cinta nos desvelaba que el siniestro personaje que se alojaba en la casa era el propio inspector Burke disfrazado de pseudovampiro, en un enrevesado (y poco creíble) plan para dar con el asesino de Balfour, de modo que después de todo no había vampiros de verdad.
¿Por qué renunciaron a la idea de que el personaje de Chaney fuera un vampiro real si el objetivo de Browning y Chaney era servirse del éxito de Drácula? Se suele atribuir esta decisión a la creencia de que el público norteamericano de la época tendría problemas para aceptar una historia basada en hechos sobrenaturales, y que darle una explicación «racional» le resultaría más aceptable que creer en la existencia de un vampiro. También puede deberse a un intento de apartarse aún más del Drácula original para evitar posibles problemas legales con la viuda de Bram Stoker. En todo caso debemos dejar claro que London After Midnight no es una película de vampiros, si bien es cierto que Browning recrea todo el ambiente terrorífico asociado a esta figura: escenarios lúgubres, sombras, sucesos sobrenaturales… ¡y armadillos!
Uno de los aspectos que más se mencionó de la película en su momento fue el impactante maquillaje que exhibía Lon Chaney. Como es de sobras sabido, el actor daba mucha importancia al proceso de caracterización de sus personajes y él mismo se encargaba de su laborioso maquillaje. En el caso del personaje pseudovampírico de London After Midnight utilizó unos dientes de tiburón con ganchos prominentes, que elevaban las comisuras de su boca en un rictus espantoso, así como unos aros de alambre que se colocaba alrededor de los ojos como si fueran monóculos para retraer lo máximo los párpados en las escenas de hipnotismo. Incluso para un profesional como él, acostumbrado a hacer grandes esfuerzos, estos complementos le resultaron difíciles de soportar. De hecho los dientes le eran tan molestos que solo podía llevarlos unos minutos.
Muchos de los comentarios de la época se referían pues al tema del maquillaje. Se hablaba de los espantosos primeros planos de sus ojos inyectados en sangre e incluso algún crítico dijo que el maquillaje de Chaney era repulsivo, incluso «capaz de revolverle a uno las tripas«. En aquel momento no fueron pocos los que pensaron que quizá Browning y Chaney habían ido quizá demasiado lejos en su afán por horrorizar a los espectadores.
Seguramente una de las razones por las que la película es tan célebre pese a estar desaparecida es el hecho de que fue el mayor éxito de taquilla de las que hicieron juntos Browning y Chaney, recaudando alrededor de un millón de dólares, lo cual no es decir poco. No obstante creo que ese éxito y todo lo que rodea la película han proyectado una imagen muy idealizada de ella. Yo ciertamente cuando la vi en su momento no la tuve por una de las mejores obras de Browning o de Chaney, y las críticas de la época confirman esa impresión: se aplaudía el enorme esfuerzo de ambientación por parte de Browning y la caracterización de Chaney, pero se le reprochaba que la segunda parte del filme pegaba un bajón. Eso es algo que suele suceder en varias obras de Browning, que crean un ambiente y un tono magníficos pero luego se enredan en tramas melodramáticas o giros enrevesados poco creíbles que no funcionan tan bien. Un crítico dijo que era «tan fantástica e irreal que no podía tomarse en serio«, aunque aplaudió el maquillaje de Chaney. Y un espectador de la época al que se entrevistó décadas después afirmó que la manera de moverse de Chaney le recordaría retrospectivamente al curioso caminar de Groucho Marx, lo cual no sé si es algo bueno o malo. En todo caso estoy convencido que de rescatarse hoy día no estaría a la altura de las expectativas que ha generado.
Otro factor que fomentó el culto alrededor del filme fue un misterioso crimen que sucedió en Londres en 1928 que se relacionó con la película. En Hyde Park la policía encontró a un hombre y una mujer con sus gargantas seccionadas con una navaja. Ella falleció pero él se recuperó en el hospital y fue acusado de homicidio e intento de suicidio. En su declaración afirmó que estando en el parque con su amante se le metieron unos ruidos en la cabeza, le pareció que le salía humo y que se le introducía un hierro al rojo vivo detrás de los ojos; y que seguidamente le pareció ver a Lon Chaney gritándole y haciendo muecas. Después de eso no recordaba nada de lo que sucedió. Los médicos le diagnosticaron locura epiléptica, pero la prensa se hizo eco de cómo la horrorosa última obra de Browning y Chaney había causado un impacto tan grande a ese hombre perturbado.
El hecho de que se haya perdido una película tan exitosa en taquilla y que se distribuyó ampliamente por todo el mundo es un ejemplo de lo penosa que ha sido la preservación de obras mudas durante décadas. Se tiene constancia de algún espectador de la época que asegura haberla visto en 1928 con efectos de sonido incorporados, de modo que es de suponer que el estudio lanzó una versión semisonorizada después de la anterior totalmente muda, pero ni siquiera esta segunda versión ha llegado a nuestros días. La última copia de la que se tiene constancia pereció en un incendio del almacén de la Metro-Goldwyn-Mayer en 1967. Como ya saben, el fuego es el gran enemigo de las copias en nitrato.
A cambio, como fue una obra tan inmensamente popular, tenemos material de sobras relacionada con ella: fotogramas sueltos, carteles, postales promocionales e incluso el guion entero, que pueden consultar aquí. De hecho este culto hacia London after Midnight motivó el montaje de una versión de 40 y pocos minutos a partir de los pocos fotogramas que se han podido rescatar junto al guion. Obviamente no es lo mismo, pero sirve para hacerse una idea de qué aspecto tenía. En todo caso, tras todo lo comentado y haciendo caso al recuerdo que guarda este Doctor de cuando la vio a finales de los años 20 en Berlín, me inclino a creer que nos encontramos ante una obra engrandecida por todo el culto que hay a su alrededor más que ante una obra maestra perdida.
Gracias, doctor, por el post.
Hace años supe de esa película y luego leí algo del mito generado por ella en el librito «Metraje perdido», de A. Ávila Salazar. Ojalá al menos aparezca alguna vieja publicación con algún otro fotograma.
Hola Carlos, por suerte de fotogramas sueltos vamos más que servidos ya que en su época fue un enorme éxito de taquilla. No solo los que he puesto en este post, si busca por internet encontrará bastantes más. Por desgracia parece ser que eso es lo único que tendremos de la película.
Un saludo.