Mandrágora (Alraune, 1928) de Henrik Galeen

Viendo Mandrágora (1928) de Henrik Galeen no puedo evitar preguntarme cómo habría sido esta película si se hubiera filmado a principios de década, en plena edad de oro del expresionismo. Quizá habría sido más o menos lo mismo, es decir, un filme menor dentro de las innumerables joyas que nos dio Alemania en la era muda. Pero quién sabe si se habría impregnado más del ambiente expresionista que sobrevolaba sobre muchas películas de esa época y que además encajaría perfectamente en un argumento como éste. En todo caso la realidad es que tenemos que conformarnos con una obra potencialmente prometedora pero que a la práctica ofrece bastante menos de lo esperado.

El Profesor Jakob ten Brinken explica a sus alumnos la vieja leyenda de la mandrágora, una raíz que antiguamente se creía que podía transformarse en un ser humano y que se podía encontrar en la tierra que había debajo de un hombre ahorcado. Para probar la teoría de la mandrágora, Brinken decide hacer un experimento con una prostituta a la que impregnaría con un ejemplar. De ahí nace Alraune, una joven que cuando se hace mayor se convierte en una mujer que seduce a varios hombres llevándolos a la perdición.

Uno de los temas recurrentes del cine expresionista alemán son las variaciones del relato de Frankenstein en que un científico crea vida de la nada, corrompiendo así las leyes de la naturaleza. Un primer ejemplo fue el interesante serial Homunculus (1916) de Otto Rippert, del cual solo se conservan un par de capítulos, en que un científico crea una criatura humana llamada Homunculus que, al conocer su origen y su incapacidad para tener sentimientos, se rebela contra una humanidad a la que detesta. Por supuesto también está el famoso mito judío del golem, que precisamente llevó a la pantalla el protagonista de Alraune, Paul Wegener, en 1915 y en 1920. El cine expresionista, como deudor que era del romanticismo literario, siempre mostró pues cierta inclinación hacia este tipo de historias. Lo que sucede es que a mediados de los años 20 esta corriente ya estaba siendo abandonada a favor de otras tendencias, y quizá esta adaptación del mito de la mandrágora llegó algo tarde.

Eso no obstante no justifica el flojo trabajo que hace Henrik Galeen tanto de dirección como de guion. Galeen había colaborado con Wegener en su primera versión del mito del golem, había escrito el guion de Nosferatu (1922) de F.W. Murnau y en 1927 había hecho la mejor de las tres adaptaciones de otra historia surgida de Paul Wegener, El Estudiante de Praga (1927). Por tanto era alguien con experiencia en la materia y que, si bien insistía en temáticas que quizá no se llevaban tanto por esas fechas, el año anterior había salido más que airoso con el remake de una de las obras precursoras del expresionismo. ¿Qué sucede pues en Mandrágora?

El problema de la película es que apenas incide en el elemento de ciencia ficción o fantástico de su premisa, de forma que a efectos prácticos alguien que la vea habiéndose perdido los primeros 10 minutos tendría la sensación de estar viendo la clásica historia de una vampiresa que corrompe a todos los hombres que se encuentra a su paso (incluyendo, en última instancia, a su supuesto padre). En el caso de Homunculus por ejemplo se incidía mucho más en el hecho de que el protagonista no era un hombre normal y que, por tanto, no podía integrarse con el resto de personas, de modo que aun con sus defectos era una película que aprovechaba mejor su premisa. Aquí el guion no compensa ese aspecto tirando por ejemplo hacia el terreno del terror, ni tampoco resulta interesante como drama que explore el drama interior de Alraune. De hecho el plano de la sombra de las manos de Alraune alzándose furiosas sobre el rostro dormido de Jakob prometiendo venganza nos parece incluso algo impostado, como queriendo evocar algún elemento expresionista o de horror sin mucho convencimiento, al final ni siquiera tenemos claro si debemos temer a Alraune o sentir compasión por ella.

¿Qué nos queda pues? Mayormente la excelente interpretación de Brigitte Helm, que es la gran razón de ser de la película. Helm consigue, al igual que ya hizo un año atrás en su fantástico debut en Metrópolis (1927), alternar escenas en que su personaje se muestra como una vampiresa sin escrúpulos que exhala erotismo con otras en que la vemos más desvalida y confusa en la intimidad. La actriz logra alternar entre las diferentes facetas de su personaje de forma creíble (¡incluyendo una en que se encara sin problema a los leones de un circo!) y conquista fácilmente la película por delante de todo un veterano como Paul Wegener, que si bien es cierto que su sola presencia y mirada son puro carisma, a la práctica su personaje no da mucho más de sí.

Una cinta pues correcta pero olvidable que se habría beneficiado de una puesta en escena más expresionista acorde con la historia o, como alternativa, de un guion que supiera profundizar más en el aspecto dramático de los personajes.

2 comentarios en “Mandrágora (Alraune, 1928) de Henrik Galeen

  1. Estoy de acuerdo, es un filme bastante mediocre, sólo lo tengo en mi colección por la fascinante Brigitte Helm. Aunque Alraune es mostrada como el arquetipo de la vampiresa no puedo evitar sentir lástima de ella, que no elige serlo y sufre bastante. Su destino final parece muy convencional, pero es el que pudo elegir libremente. En el fondo no era mala. Tengo entendido que el remake sonoro es derechamente infame.

    • Realmente la película es ella… y es algo incomprensible porque el resto de implicados eran muy buenos, pero a veces estas cosas pasan.
      El remake lo estuve tanteando pero sí tiene una pinta pésima y ni lo intenté…
      Un saludo.

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