Amigos lectores, como supondrán este Doctor no comenta aquí todas las películas mudas que ve en su día a día. Hay muchas que no le dejan gran poso o que sencillamente no le inspiran lo suficiente como para dedicarles una reseña completa. Pero hace poco tuve la idea de que quizá a mis queridos lectores les resultaría útil leer igualmente sobre ellas, aunque fuera una opinión más breve, en la línea de lo que se lleva en estos tiempos de críticas-telegrama. De modo que como experimento he decidido hacer un post de «reseñas exprés» en que hablaré de dos o tres filmes mudos que no me han inspirado para dedicarles un post completo, pero que igualmente creo que pueden ser interesantes para mis lectores por varios motivos.
Esto no sustituirá mis reseñas en el formato habitual, pero si veo que funciona quizá lo repita en alguna que otra ocasión en que tenga dos o tres películas a las que me apetezca dedicarle «solo» un par o tres de párrafos. Sin más dilación, aquí van las tres de hoy:
Le Diamant Noir (1913) – Alfred Machin
Una película del belga Alfred Machin siempre es objeto de interés de este Doctor, pero he de reconocer que el mediometraje Le Diamant Noir (1913) me ha supuesto una decepción. La premisa es como sigue: Ogier, el secretaria de un barón es injustamente acusado del robo del anillo de diamantes de la hija del noble. Nunca adivinarán el verdadero culpable: una urraca que el propio Ogier se trajo a la mansión como mascota a la que le encanta robar joyas. Avergonzado por esa falsa acusación, Ogier opta por empezar una nueva vida en el Congo Belga.
El gran problema de Le Diamant Noir es su ritmo tan pasmosamente endeble. Parece como si una premisa que daría para un simpático corto se alargara artificialmente dando como resultado situaciones que se eternizan (¿hace falta mostrar todo el proceso por el cuál se envía un telegrama a Ogier a África? ¿No basta una elipsis para mostrarnos cómo la noticia llega a él? ¿Qué aportan esos planos?). Del mismo modo la subtrama en el Congo parece una excusa para mostrarnos una escena de cacería de ésas que tanto le gustaban a Machin – vean, si no les da coraje, sus cortos documentales al respecto. Y si bien he de reconocer que hoy día impresiona ver a los actores de verdad enfrentándose a un leopardo (¡en aquellos tiempos era duro ser actor!), también es cierto que mi faceta más animalista me hizo pasarlo mal por el pobre felino.
Un filme poco destacable del cual lo más reseñable resulta ser la simpática urraca, que pronto desaparece de la trama, y un plano bastante vistoso del barco filmado en travelling desde otra embarcación, lo cual le da un tono más majestuoso.
The Whip (1917) – Maurice Tourneur
Es significativo cómo puede cambiar nuestra percepción de una película según la calidad de la copia que ha llegado hasta nosotros hoy día. Un ejemplo paradigmático es The Whip (1917), de ese director al que tanto nos gusta reivindicar en este rincón silente, Maurice Tourneur. Según leo en la biografía del cineasta escrita por Christine Leteux, en su momento ésta fue una gran y espectacular producción, que tenía como escena culminante un impresionante choque de trenes que se realizó con máquinas reales y costó unos nada desdeñables 10.000 dólares de la época.
Pero hoy día, ¿qué nos queda? Por desgracia nos ha llegado una copia a todas luces incompleta de apenas 70 minutos y de mala calidad que ha reducido este ambicioso filme a una curiosidad de la época. La trama se centra en los intentos de los villanos por evitar que el caballo de los protagonistas gane en una carrera. Pero al ser una versión de metraje reducido la historia avanza de forma antinatural y a ratos es inevitable perderse, mientras que la pobre calidad de imagen no nos permite apreciar el trabajo de fotografía original, que siendo una obra de Tourneur seguro que no sería nada desdeñable.
Con un aire que parece cercano a los seriales y unos personajes muy estereotipados, parece más un Tourneur abiertamente comercial que una de sus mejores obras, pero aun así, es una pena que no podamos disfrutar de todas las cualidades que nos podría aportar el filme. A modo de curiosidad, tiene una escena que repite la premisa de su corto francés Les Figures de Cire (1914) al dejar a dos personajes encerrados en un terrorífico museo de cera durante la noche.
Napoleon auf St. Helena (1929) de Lupu Pick
En su momento ya hablamos un poco de todas las vicisitudes que rodearon el megalómano y ambicioso hasta rozar lo delirante proyecto de Abel Gance de filmar un biopic sobre Napoleón. Como habría sido obvio para cualquier persona menos para él, el proyecto no pudo pasar de la primera película de la que supuestamente iba a ser una serie de obras que cubrirían toda la vidade tan célebre personaje. El caso es que por algún motivo que desconozco (no he encontrado información al respecto) en algún momento se decidió retomar brevemente el proyecto pero saltando directamente al que debía ser el sexto y último capítulo de esta saga, que narraba los últimos días de Napoleón en el destierro, y por motivos aún más extraños para mí, su dirección pasó al realizador alemán Lupu Pick a partir del guion de Abel Gance.
De entrada comparar el Napoleón (1927) de Gance con Napoleon auf St. Helena (1929) es una tremenda injusticia para el filme de Lupu Pick, no solo porque es obvia y pasmosamente inferior, sino porque es cierto que a nivel de ambiciones es un filme mucho más modesto y pequeño, casi como un epílogo más que como una continuación de la película de Gance. Desafortunadamente, sin la espectacular dirección de Abel Gance lo que nos queda es, mucho me temo, una insípida lección de historia. El detalle de remarcar en los rótulos cuándo se están citando textualmente hechos reales, aquí le da un tono de didactismo rancio más exagerado, mientras que en el filme de Gance era un detalle que no nos resultaba molesto.
Es difícil sentir compasión por su protagonista, pero al mismo tiempo no sentimos la fascinación hacia él que se nos debería transmitir. El gran Werner Krauss hace lo posible por dotar de humanidad a su personaje, pero el único momento en que el guion lo consigue es cuando éste intenta jugar con unos niños, y es un instante tan breve que enseguida se vuelve a desvanecer el interés por un enfoque más humano hacia la figura de Napoleón. Al igual que en el caso de Tourneur, la mala calidad de la copia no juega en su favor y de hecho nos priva del trabajo de fotografía de un maestro como Fritz Arno Wagner. Una curiosidad solo para completistas.
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Muy bien el «resumimiento», aunque mal acostumbrados como nos tiene el doctor, las reseñas me saben a poco, me he quedado con ganas de un poco más, claro. Pero está bien para tomar un poco de aire. Totalmente de acuerdo en todo sobre el filme de Machin, a mi me pasa lo mismo cada vez que veo sufrir (o no sé exactamente como hicieron tal o cual escena) a un animal en una película y sé que, por desgracia, en esa época pocos se andaban con chiquitas 😦 Sobre el filme de Tourneur también estoy bastante de acuerdo, aunque hay escenas que realmente suben la excitación a un nivel muy alto (la carrera final, con esos trávellings trepidantes me parece espléndida. Tanto la realización como las interpretaciones me parecen muy buenas, pero sí, el exceso de folletín por desgracia rebaja el conjunto. Sobre Waterloo es quizás la reseña que comparto menos. O a medias, porque realmente competir con el filme de Gance son ganas de meterte en tu propio Waterloo. Lupu Pick fue una de las opciones más firmes de Gance para interpretar Napoleon, e incluso hay colgados test-screen de Lupu Pick vestido de tal guisa y filmado desde todos los ángulos, en Youtube. No he leído tanto sobre el tema para confirmar la conexión de ambos filmes. Pero defiendo las escenas de batalla, de una espectacularidad poco común (con esas grúas que descienden y ascienden que, salvando las diferencias, prefiguran esa exageración de Guerra y Paz de Bondarchuk) y algunos recursos visuales realmente muy creativos merecen ser mencionados y decir que solo se hallan un peldaño por debajo de lo que consiguió Gance. Hay que reconocer que el francés le dió más ritmo y energía a la cosa, pero que un realizador como Lupu Pick, sobretodo conocido (ejem, es un decir) por sus filmes pequeños, intimistas y minimalistas del Kammerspielfilm se líe la manta a la cabeza de acometer un monstruo épico de esas dimensiones tiene su mérito 🙂
Hola Florenci,
No tema, la tendencia de este Doctor sigue siendo a reseñas más elaboradas, pero a veces uno no está inspirado para más que unos párrafos…
Ojo, que en el caso de Lupu Pick creo que hablamos de películas distintas. ¡Ésta trata sobre el exilio de Napoleón en Santa Helena y no hay escenas de batallas! ¿De qué Waterloo me está hablando con esas escenas de batallas con grúas? ¡Ahora me muero de ganas de descubrir ese otro filme! Éste es realmente un drama intimista sobre los últimos días de Napoleón, no hay nada de épica. Lo malo de estas reseñas exprés es que acabo de darme cuenta que inducen a confusiones como ésta al no profundizar en los argumentos 😛 Lo tendré en cuenta.
PD: ni idea lo de Lupu Pick como candidato a Napoleón, ¡gracias por el dato! Curiosísimo.
Por el amor de Diós, ¡soy yo el que está equivocado! Me he dejado llevar al ver el nombre de Napoleon y el de Lupu Pick en una misma reseña. Desde luego no hablamos del mismo filme. Ya no sé ni leer. Este calor me está secando la cocorota… ¡Esta no la he visto! Trataré de enviar un clip que hice del Waterloo de Lupu Pick por otros medios algo más subterraneos. ¡Gracias de nuevo!