Siempre se ha dicho lo fotogénico que resulta para un actor tener unos bonitos ojos azules, pero ¿sabían que curiosamente en los inicios de la era muda tener unos ojos como los de Paul Newman eran en realidad un problema que jugaba en contra de los actores? La explicación está en un motivo técnico: por entonces el tipo de película que se utilizaba era ortocromática, que es altamente sensible al color azul y que abarcaban un espectro de luz más limitado. En consecuencia, una persona con ojos azules muy claros aparecía en la película con los ojos prácticamente blancos, dándole una apariencia bastante inquietante.
No se piensen que era una cuestión menor: el cómico Stan Laurel no pudo iniciar su carrera como actor de cine a finales de los años 10 porque las cámaras no captaban sus ojos tan claros, en consecuencia tuvo que conformarse con ser guionista. El mismo problema le sucedió a la cantante de ópera Geraldine Farrar en sus contadas apariciones en el cine por esa misma época, a menudo bajo la dirección de Cecil B. DeMille. Pero el caso de Farrar era diferente al de Stan Laurel: ella era una estrella muy conocida cuya presencia en el reparto de una película supondría todo un aliciente para los espectadores de la época, no se la podía descartar por ese motivo como sí se hizo con un joven Stan Laurel que por entonces no era más que otro buen cómico de vodevil. ¿Qué hacer? He aquí la sencilla solución que se le ocurrió a DeMille: cuando filmaban sus primeros planos mandó a un asistente ponerse junto a la cámara, delante de la actriz, sosteniendo un gran trozo de tela negro. Cuando la actriz miraba la tela sus pupilas se dilataban y la cámara captaba exitosamente sus ojos. ¡Bravo por la ocurrencia!
En cuanto al bueno de Stan, como supondrán también pudo superar el handicap de tener unos ojos tan claros, más concretamente cuando se generalizó el uso de película pancromática en sustitución de la ortocromática. Este tipo de filme era mucho más sensible a los diferentes tonos de color y podían por fin captar el color de esos famosos ojos llorones que tantas alegrías nos darían años después junto a un tal Oliver Hardy. No olvidemos pues lo decisivo que puede ser el desarrollo de la tecnología o pequeños detalles como el color de los ojos en la carrera de un actor.
Tan sencillo como eso, sí señor. Menuda faena la tecnología, en este caso. Precisamente Stan Laurel y Chaplin entraron en este negocio casi al mismo tiempo, pero cuando Stan pudo empezar a mostrar su arte mímico, Charlie había tenido tiempo de convertirse en el fenómeno humano más famoso desde Napoleón (por lo menos). No tenía ni idea lo de la solución de DeMille y la Farrar. ¡Que listo era Mr. Cecil!
Cecil no será un cineasta que me apasione, pero tenía este tipo de ideas técnicas muy ocurrentes típicas de unos tiempos en que, como todo esto era nuevo y aún se estaban descubriendo soluciones «estándar» para problemas técnicos, había que tirar mucho del ingenio.
¡Demos gracias pues a este avance tecnológico que nos permitió disfrutar de la carrera del gran Stan Laurel!
Un saludo.
Me parece que también había algún problema con el color en los primeros tiempos de la televisión.
Pues desconocía el dato pero tiene todo el sentido del mundo, ya que la TV, al igual que el cine en sus orígenes, tuvo que ir perfeccionándose técnicamente con el tiempo con las consecuencias que ello conlleva. ¡Gracias por el dato!