Historias Tenebrosas (Unheimliche Geschichten, 1919) de Richard Oswald

Las películas de episodios, es decir, que narraban varias historias breves, tuvieron una cierta popularidad en la era muda, quizá por ser una forma fácil de condensar varios cortometrajes en un solo largometraje, como ya había demostrado Griffith en la monumental Intolerancia (1916). En el caso de Historias Tenebrosas (1919) de Richard Oswald me imagino que su génesis viene apoyada por el éxito que había tenido su anterior obra Los Cuentos de Hoffmann (1916), que adaptaba con bastante solvencia tres historias de E.T.A. Hoffmann.

En este caso las cinco historias que conforman el filme no comparten el mismo autor pero tienen en común la temática de intriga y los mismos actores protagonistas. De hecho los créditos iniciales nos regalan un simpatiquísimo plano en que se nos muestra a los dos actores principales, Conrad Veidt y Reinhold Schünzel, sonriendo en plan colegueo junto al director Richard Oswald. Ellos dos y Anita Berber (excluida de ese acto de camaradería inicial eminentemente masculino) son el nexo entre las cinco historias, que vienen precedidas de un prólogo situado en una vieja librería de noche. De tres cuadros emergen tres tenebrosas figuras: la Muerte, el Diablo y, a falta de un equivalente femenino de una figura diabólica análoga a esas dos, una prostituta. Los tres se sientan y empiezan a leer algunas historias que cobran vida en la pantalla.

La primera de todas, «La Aparición» es mi favorita de la película, lo que quiere decir que ésta empieza fuerte. Conrad Veidt se topa con una mujer desconocida que está siendo acosada por su exmarido y la acompaña a un hotel brindándole su protección. Se ausenta por la noche y cuando vuelve de madrugada a la habitación de ella se  la encuentra abierta y hecha un desastre. Espantado por lo que pueda haber sucedido, vuelve a su alojamiento. Al día siguiente la habitación está intacta pero vacía. Cuando va a preguntar a recepción le informan de que nadie se registró en esa estancia… ¿qué ha sucedido? La historia sin duda le será familiar a los que hayan leído el libro de entrevistas de Hitchcock con Truffaut, ya que en cierto momento el cineasta británico explica el relato, que guarda ciertas similitudes argumentales con a Alarma en el Expreso (1938), e incluso llegó a adaptarlo en un episodio de la primera temporada de su serie de televisión Alfred Hitchcock Presents bajo el título de Into Thin Air (1955).

Basada en una historia de la escritora germana Anselm Heine, de las cinco narraciones que componen el filme es sin duda la que mejor consigue transmitir una sensación de desasosiego e inquietud. La escena en que Veidt llega a la habitación de noche y se la encuentra totalmente destrozada resuelta escalofriante, y la presencia de ese extraño exmarido que sobrevuela el relato acaba de darle un clima de inseguridad y peligro muy apropiados.

«La Mano», basada en una historia de Robert Liebmann, nos ofrece en esta ocasión a Schünzel como protagonista, menos carismático que Veidt (no en vano, uno de los más grandes actores de la era muda) pero aun así más que solvente. En este caso Veidt y Schünzel son dos hombres que compiten por la misma mujer, una bailarina, y deciden resolverlo de la forma más lógica del mundo: echando a suertes quien se la queda. Pero Schünzel no se toma su derrota con mucha deportividad y estrangula a su rival. Años después se reencuentra con la mujer pero una extraño mano se aparece en ciertas ocasiones recordándole el crimen que cometió. De nuevo el gran aliciente de este corto es ese aire misterioso y enrarecido que rodea a una historia que, si bien puede que no sea gran cosa, Oswald la aprovecha magistralmente.

Schünzel vuelve a tener el papel protagonista en la adaptación de «El Gato Negro» de Edgar Allan Poe que, situado en el ecuador de la película, nos hace ya notar un bajón de nivel bastante obvio entre la primera mitad del filme y la segunda. Porque sí, en este caso se trata de una adaptación más que correcta pero ya no percibo tanto en ella ese aire de malestar e inquietud en comparación con las dos primeras por muy macabros que sean los hechos, si bien Schünzel vuelve a demostrar sus excelente dotes como actor en el papel del torturado protagonista y logra salir airoso en las escenas en que debe compartir primer plano con el ultracarismático Conrad Veidt.

«El Club de los Suicidas» adapta un relato de Robert Louis Stevenson en que Schünzel acaba en un misterioso club donde sus miembros tienen una curiosa costumbre: cada día el presidente del club (Veidt) baraja las cartas y las reparte a sus miembros, y el que saca el as de de espadas debe morir a medianoche. Ante una costumbre como ésa, Schünzel no puede menos que unirse pero tiene tan mala suerte que en su primer día le toca morir. Dicha historia supone un cambio de tono sustancial respecto a las anteriores, abandonando el tono tenebroso y oscuro de las anteriores y dándole un enfoque más de serial: tenemos una organización misteriosa, inventos extraordinarios (la silla que le inmoviliza), situaciones extremas (el reloj que marca los minutos que le quedan de vida), pasadizos secretos, etc. Resulta entretenida pero no tan estimulante como las anteriores.

Y para teminar, la historia más floja de todas parte de un argumento del propio Oswald, «El Fantasma», que está ambientado en el siglo XVIII. Un barón acoge en su casa a un noble que ha sido herido y enseguida nota que éste está flirteando desinhibidamente con su mujer. Lejos de molestarse, encuentra una excusa para dejarles solos, pero entonces una serie de hechos inexplicables suceden en la mansión. Se trata de la historia más vulgar de todas, sin el elemento de terror de las primeras ni el tono de serial de la anterior, y para mi gusto podría haberse dejado fuera del filme sin problema.

Historias Extraordinarias fue un éxito en su época que sirvió para confirmar esa tendencia del cine alemán hacia temáticas más oscuras e inquietantes. Si bien es cierto que se resiente de ir claramente de más a menos, creando unas expectativas que luego al final no se cumplen, merece realmente la pena su visionado.

3 comentarios en “Historias Tenebrosas (Unheimliche Geschichten, 1919) de Richard Oswald

  1. Yo sencillamente amo este filme. Schunzel está soberbio en sus exageradas actuaciones. En la primera, como el ex marido demente, asusta sólo con aparecer. En el gato negro es el más preligroso de los borrachos: ¡Mata a su mujer arrojándole una vaso! Y en la última, que efectivamente es la más debil del conjunto, salva la situación poniendo unas caras de espanto que me sacan risa. Creo que podría haberse dedicado a la comedia sin problema.

    • Schunzel de hecho hizo muchos papeles de comedia y también dirigió algunas como la primera versión de Victor o Victoria (1933) que a mí me encanta. Celebro que le guste tanto el filme y que Schunzel haya conseguido su atención por delante del más célebre Conrad Veidt. ¡Un saludo!

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