¿No les sucede en ocasiones que lo único que les apetece ver es un film sobre una baronesa que lleva una doble vida como genio criminal disfrazada de hombre y que perpetra nuevos planes a bordo de su zepelín? Si es así, están de enhorabuena, porque Filibus es su película.
La protagonista es la distinguida Baronesa de Croixmonde, que en sus ratos libres se dedica a cometer crímenes bajo la identidad secreta de Filibus. Al saber que la policía está haciendo todos los esfuerzos posibles por atrapar a Filibus, la traviesa Baronesa trama un intrincado plan para incriminar a su némesis, el detective Hardy, haciendo que todas las pruebas incriminatorias apunten hacia él. Para ello se servirá de una tercera identidad, la del Conde de la Brive, que le permite infiltrarse en los ambientes distinguidos en que se mueve el detective y llevar a cabo su estrategia.
Éste es sin duda uno de esos casos en que es inevitable no dejarse enamorar ya de entrada por la irresistible trama de la película. Filibus es la típica pieza criminal muy en la línea de los seriales que estaba filmando en esa misma época Louis Feuillade (Fantômas, Les Vampires), y comparte de hecho sus mismas características: una trama en que se suceden sin ningún tipo de inhibición elementos rocambolescos (comenzando por el mismo zepelín), un genio criminal enfrentado a un archienemigo defensor de la ley y planes a cada cual más descabellados. Por ejemplo, ¿por qué robar los diamantes de la estatua egipcia sin más pudiendo hacerlo como Dios manda, dejando previamente una nota en que Filibus anuncia que llevará a cabo su plan y así generar más expectación? A eso se le llama estilo.
Uno de los principales alicientes del film es además la figura de Filibus, encarnada por una mujer en un rol que normalmente iría a manos de un miembro del sexo masculino. Incluso en Les Vampires, Irma Vep era una antagonista que actuaba maléficamente desde la perspectiva que uno esperaría de una mujer, mientras que Filibus no tiene nada de vampiresa ni depende de ningún hombre: ella sola planifica sus golpes y para llevarlos a cabo no se sirve para nada de sus encantos femeninos, simplemente de su astucia. Para 1915 se trata de un planteamiento muy moderno y digno de alabar.
Merece destacarse también la actuación de Cristina Ruspoli, que consigue llevar muy eficientemente ese triple papel, y la realización bastante ágil de Mario Roncoroni. Como sucedía en los films ya mencionados de Feuillade, uno debe afrontar esta película dejándose llevar por la imaginación de sus creadores y sin apelar demasiado a la verosimilitud (aunque, dentro de su increíble premisa, no acaba siendo tan desmadrada como uno esperaría). No se trata de una de las grandes películas de la época, pero está bien acabada y hoy día sigue resultando entretenida, que presupongo que era su finalidad.
La escena final nos hace esperar el inicio de un serial que seguiría narrándonos las aventuras de Filibus y del detective Hardy, pero yo al menos no tengo constancia de que eso llegara a suceder. Un serial sobre una mujer pirata de los cielos que comete crímenes disfrazada de hombre, ¿qué pudo suceder para que nadie apostara por esa idea?
[…] eltestamentodeldoctorcaligari.com […]
El primer párrafo es de los comienzos más hilarantes que he leído jamás. Será porque hoy tengo un día de esos, de ver un film sobre una baronesa que lleva una doble vida como genio criminal disfrazada de hombre y que perpetra nuevos planes a bordo de su zepelín. Vamos, que no puedo perder el tiempo, ¡no sé que hago aquí gastando las teclas de este artefacto! ¡Salgo pitando! ¡Zziiiuuu! 😀
Jajaja gracias amigo Florenci, y espero que disfrutaras de la película. La verdad es que con esa premisa difícil es que como mínimo no pasaras un rato agradable con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Un saludo!